
Amelia del Castillo, considerada una de las grandes pioneras del deporte femenino en España, falleció este sábado a los 82 años. Su vida estuvo marcada por la búsqueda constante de la igualdad en un entorno tradicionalmente reservado a los hombres. Su nombre permanece asociado de manera inseparable a la historia del Atlético Pinto, el equipo madrileño que fundó en 1963, en una etapa en la que la presencia de las mujeres en la gestión deportiva resultaba casi impensable.
El nacimiento del Atlético Pinto el 15 de octubre de 1963, se produjo en un momento complejo. La dictadura franquista imponía restricciones sociales y culturales especialmente severas para las mujeres, que apenas encontraban espacio en la vida pública, y mucho menos en el ámbito futbolístico. Amelia del Castillo desafió esas limitaciones desde el primer momento. No se conformó solo con crear un club, sino que aspiró a participar de manera activa en su desarrollo deportivo y organizativo, ocupando cargos directivos y técnicos que, de facto, estaban reservados a los hombres.
Durante años, Amelia compaginó la presidencia del club con otras funciones de gran responsabilidad, como la de entrenadora y delegada. Su empeño por obtener la titulación oficial de entrenadora se topó, no obstante, con la negativa de la Federación Española de Fútbol, que restringía el acceso de las mujeres a los cursos y exámenes. Así lo relató la propia Amelia en una entrevista publicada en 2022 por el diario MARCA: “Yo quise ser entrenadora, tener el título, pero la Federación Española de Fútbol no lo permitió. Solo me dejaban ir a clases teóricas y como un favor muy especial. Cuando yo me sentaba en el banquillo fíjate lo que me llamaban, de todo. Unas me llamaban marimacho y otras fulanilla”. Sus palabras reflejan el clima de hostilidad y prejuicio con el que tuvo que lidiar durante toda su trayectoria.

A pesar de la oposición formal e informal, Amelia encontró un resquicio en la normativa federativa. La presidencia era una función para la que no existía prohibición expresa. Ella misma lo explicó en la citada entrevista: “Era la única vía que no prohibían. Lo demás lo prohibían todo, pero de presidentas no había absolutamente nada escrito”. Así, pudo ejercer como máxima responsable del Atlético Pinto, guiando al club a través de sus primeros años y enfrentando las numerosas dificultades propias de un equipo modesto y de reciente creación.
Amelia del Castillo y Vicente Calderón
La supervivencia del Atlético Pinto en sus primeras temporadas no habría sido posible sin el empeño personal de Amelia, que recurrió a todo tipo de gestiones para conseguir recursos materiales y apoyos institucionales. Una de sus iniciativas más recordadas fue la carta que envió a Vicente Calderón, entonces presidente del Atlético de Madrid, solicitando ayuda para su club. Gracias a la generosidad de Calderón, el Atlético Pinto recibió equipaciones, balones, asistencia médica y colaboración para cerrar el campo, condición indispensable para poder competir en las ligas federadas.
Amelia del Castillo se vio obligada a sortear no solo la discriminación de género, sino también la falta de medios y la presión política. En 1973, tras una década al frente del club, recibió un ultimátum del alcalde de Pinto, que la forzó a dejar la presidencia. Esta decisión puso fin a su etapa directiva, pero no a su influencia ni a su ejemplo. Su paso por el fútbol español marcó un antes y un después: fue la primera mujer que dirigió un club en España y una voz que denunció públicamente el machismo y la discriminación en el deporte.
Más allá de los resultados deportivos, Amelia del Castillo abrió camino para otras mujeres, demostrando que la pasión y la capacidad de gestión no tienen género. Su legado permanece vigente en el Atlético Pinto y en el recuerdo de quienes conocieron su lucha y su determinación para cambiar, desde el fútbol, una parte de la sociedad española.
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