Frederic Peiremans tuvo una amarga despedida del fútbol, ese deporte que tanto amaba. El belga comenzó a llamar la atención de distintos clubes y ojeadores cuando se encontraba vistiendo la camiseta del Twente. Javier Clemente, que por entonces se encontraba liderando a la Real Sociedad, se fijó en él. Era todo lo que necesitaba su equipo para salir del pozo de derrotas en el que se estaban ahogando, pero una lesión durante los últimos partidos en la liga holandesa truncó su carrera. Ahí comenzó su caída a los infiernos, dado que no fue capaz de recuperarse y tras dos años sin disputar un solo partido, se vio obligado a colgar las botas y sus demonios internos comenzaron a brotar.
Corría el año 2000, la Real Sociedad protagonizó un inicio de temporada agridulce, tras varios empate e incluso alguna victoria, encadenó varias derrotas que la recluyeron al decimoséptimo puesto. Era el momento de hacer cambios si querían salvar la temporada y evitar el descenso. Krauss, hasta ese momento entrenador del equipo, fue cesado de su cargo y en su lugar ficharon a Javier Clemente. El nuevo técnico tenía claro que el juego que necesitaba el club donostiarra era más físico que técnico. Era una situación límite y necesitaban una medida desesperada.
En ese momento, un joven belga de 26 años destacaba en la liga holandesa por su portento físico. Era exactamente lo que Clemente necesitaba para su equipo. Se trata de Frederic Peiremans. Fijó su foco en él y solicitó al club que le ficharan, quienes, con tal de salir de los puestos de peligro, se pusieron manos a la obra para cerrar cuanto antes el acuerdo. Y lo consiguieron. Cerraron el acuerdo por 600 millones de pesetas, es decir, 3,6 millones de euros. El problema es que durante un partido entre el Twente y el Ayax, se lesionó. Una cuestión que no truncó los planes que Clemente de llevarle a Anoeta. Así, Peiremans llegó a su nuevo club lesionado. Sabían que no iba a poder debutar hasta que se recuperara. Lo que nadie imaginó es que ese momento nunca llegaría.
La lesión no parecía de gran gravedad. Los exámenes médicos determinaron que en unas semanas estaría preparado para defender los colores de la Real Sociedad. Sin embargo, los días y las semanas pasaban y el belga no acababa de recuperarse. El dolor seguía ahí. Tal era la situación que incluso fue operado en Barcelona por el doctor Borrell, el mismo que por entonces trataba a las estrellas del Barça de la talla de Diego Maradona, Pep Guardiola, Koeman o Mauro Silva. Le trató la élite de los servicios médicos. Después llevó el proceso de rehabilitación que se alargó durante seis meses y, finalmente, una convocatoria. Fue para un par de partidos amistosos. Fue durante un encuentro ante el filial, el Sanse, cuando se dio cuenta de que algo no iba bien.
La depresión y el alcohol
Tras ello fue cedido al Eibar. En la Real Sociedad pensaron que este movimiento sería idóneo para que el belga terminara por recuperarse, pero ni él estaba preparado ni sus piernas le respondían. Trató de adaptarse al tipo de entrenamiento que planteaba el Eibar: todo físico; un estilo que en otras ocasiones habría sido ideal para él, pero no entonces. Esta situación le hizo forzar más de lo que debía. Tras ello volvió al club donostiarra y allí colgó las botas al verse incapaz de volver a pisar un terreno de juego. Una vez fuera de mundo del fútbol, desapareció de la esfera pública. Estaba luchando contra una depresión a consecuencia, principalmente, de tener que retirarse, según aseguró en una entrevista con Mundo Deportivo.
El alcohol también le sirvió para refugiarse del momento que estaba viviendo, pero le creó una dependencia de la que le resultó complicado salir. Y durante muchos años estuvo luchando contra los demonios de su mente y el alcoholismo, lo que le costó el divorcio. Fue el fútbol, el deporte que le había hundido en los infiernos, lo que le salvó. Comenzó a entrenar en las categorías inferiores del Anderlecht, después pasó por el Charleroi y el Huy. Una nueva etapa que poco a poco le hizo olvidar la lesión. El entrenamiento con los jóvenes del Huy lo compagina con su trabajo en una empresa de alimentación.
La carrera de Frederic Peiremans, el jugador que iba a llegar para salvar a la Real Sociedad del descenso, ese que iba a poner fin a su racha de derrotas, acabó poniendo fin a su trayectoria en el club donostiarra sin llegar a jugar un solo partido y obligado a colgar las botas antes de tiempo, con tan solo 28 años. Lo que le provocó una depresión y un alcoholismo de los que solo fue capaz de salir gracias al fútbol.