Esther Gómez
Marbella (Málaga), 14 dic (EFE).- Un postre "para cada ocasión y para cada cliente", ahora también personalizado 'in situ' y preparado de forma 'customizada' frente al comensal, es el broche de oro que se extiende entre las celebraciones más sofisticadas de Marbella.
Así lo explica en una entrevista con EFE Rose Marie Álvarez, directora de Ventas de la icónica pastelería marbellí Goyo, que abrió sus puertas hace ya más de tres décadas y en la que han preparado banquetes para multimillonarios rusos, aristócratas europeos, empresarios internacionales y jeques árabes.
Junto a sus clientes anónimos, otros mucho más conocidos como el súper millonario príncipe Abdul Mateen -hijo del sultán de Brunéi, Hassanal Bolkiah, y su segunda esposa, Mariam Abdul Aziz-, que se ha convertido en uno de los denominados ‘royal’ (miembro de la realeza) más populares del momento.
Entre las últimas tendencias en eventos y celebraciones, ya sean de carácter corporativo o familiar, están los pasteles ‘customizados’, en los que el repostero ofrece al comensal la posibilidad de elegir los ingredientes de su postre y preparárselo 'in situ'.
Tal es el caso, por ejemplo, de la milhoja, cuya versión más tradicional incluye varias capas de hojaldre (tipo bocadillo) entre las que se coloca merengue o crema pastelera y se termina con azúcar espolvoreada por encima.
Las milhojas para personalizar en eventos ofrecen un sinfín de opciones desde chocolate y nata a praliné o dulce de leche para el relleno, a nueces pecanas, moras, frambuesas y arándanos para la terminación.
Han recibido encargos "únicos" que se han servido en celebraciones muy especiales, para los que han llegado a tener que comprar "a toda prisa" -recuerda- 150 ‘fondues’ en una boda en la que la novia soñaba con terminar el almuerzo con brochetas de fresas con chocolate.
Otra pareja de novios les planteó que en su fiesta querían gofres, eso sí, hechos en el momento, de manera que tuvieron que organizar "un batallón de cocineros" sólo para esa tarea.
Sin duda, dice Álvarez, hay que distinguir entre la persona que consume en el establecimiento, que busca dulces más clásicos y sabores más tradicionales, y la que encarga dulces para llevar, ya sean tartas con varias porciones o tartaletas individuales, que suele hacerlo para "eventos privados, fiestas en casa, bodas y demás actos sociales" y demanda propuestas más originales.
En lo que se refiere a sabores, también hay dos tipos de clientes, por un lado están los amantes del chocolate, que piden todo tipo de pasteles de este tipo y, por otro, los entusiastas de la repostería en general ante los que se abre todo un abanico de posibilidades con bizcochos, pastas o tartas de fruta, “más ligeras en boca”, explica.
Entre las anécdotas vividas durante años de trabajo, Álvarez y el propio Goyo recuerdan, por ejemplo, cómo en una ocasión un cliente de "muchísimo dinero pero también muy especial" les pidió que cuando sirvieran las mesas no sólo evitasen el contacto físico con los invitados, sino que evitasen dirigirse directamente a los comensales, a los que no podían dar la espalda pero tampoco mirar a la cara.
De esto hace ya mucho tiempo y al recordarlo Goyo -que por aquel entonces era un joven veinteañero- sonríe y comenta que "servir las mesas mirando al suelo y regresar a por los platos caminando hacia atrás fue muy complicado". EFE
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(Foto) (Vídeo)
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