“¿Desde cuándo tenemos que ser perfectos?" El psicólogo Juan Rescalvo reflexiona sobre los riesgos del monopolio del “autocuidado”

El experto sostiene que privilegiar una sola dimensión, como los hábitos de salud o la apariencia, no garantiza una vida plena, y aconseja distribuir atención en amor, familia, desarrollo personal y relaciones sociales

Guardar
Parchés para el acné. (Adobe
Parchés para el acné. (Adobe Stock)

La búsqueda de la perfección personal en el autocuidado parece haberse convertido en exigencia ineludible. Menos de diez minutos de scroll en TikTok o Instagram son suficientes para inducirte a comprar una crema con la que tener la piel más tersa o incluso pasar por quirófano para aumentar o disminuir casi cualquier región del cuerpo. Pero hay más. También debemos comer lo más sano y ecológico posible e ir al gimnasio casi cada día. Piel perfecta y cuerpo perfecto. Que nada se escape a nuestro control y que nada se salga de la norma. Pero, “¿desde cuándo tenemos que ser perfectos?“. Se lo pregunta Juan Rescalvo, psicólogo que divulga sobre salud mental a través de sus redes redes sociales, donde plantea una reflexión contracorriente. “Ir al gimnasio, tener un buen skincare, ser productivos. Todo esto es un área de tu vida: el autocuidado”, dice, pero, ¿y si hay algo más allá?

Rescalvo señala que la vida no se reduce a ese afán por optimizar rutinas de bienestar, sino que incluye otras dimensiones igual de fundamentales. “Tienes más áreas: amor, familia, desarrollo personal, salud, social... Y cada una de estas áreas necesita ser alimentada”, afirma. El psicólogo sostiene que la obsesión por destacar en un aspecto concreto puede no traducirse en satisfacción total y plena. Para él, el bienestar auténtico es el resultado de atender los diversos frentes de la vida: “Tu bienestar global no depende de que te obsesiones con ser perfecto en el área de autocuidado, depende de que a cada área de tu vida le des lo que tú necesitas”.

“Para verlo con más claridad, puedes asignar porcentajes a cada una de las áreas en función de lo importante que sean para ti”, indica .En contraste con la retórica del perfeccionismo, el especialista concluye: “No necesitas ser perfecto. Necesitas tener una vida equilibrada. Y lo que cada persona necesita para tener una vida equilibrada es diferente. Pero estoy seguro de que no necesitas una vida perfecta”.

Algunas actitudes que tenemos, pueden ser señales de lo que somos según los psicólogos

Jugar bien con el tablero

Rescalvo sostiene en otra de sus publicaciones que la vida puede verse como un tablero de juego repleto de casillas impredecibles, donde el control reside mucho menos en las circunstancias y mucho más en la actitud personal ante cada movimiento. Bajo esta visión , propone una estructura para navegar las dificultades cotidianas basada en tres principios que, según él, pueden alterar radicalmente la manera en la que una persona encara su propio destino.

“No decides la casilla en la que caes. Decides lo que haces en esa casilla”. El psicólogo enfatiza que el individuo carece de influencia sobre acontecimientos esenciales de su entorno: situaciones como una pandemia, el cariño recibido en la infancia, la posición económica o incluso la conducta de quienes le rodean. Ante ese escenario, subraya que “lo que decides es qué haces con lo que te viene dado. Centra tus esfuerzos en lo que tú haces y no entres en bucles de pensamiento sobre lo injusto que es el mundo”.

Al abordar la obsesión por la justicia o injusticia del mundo, Rescalvo introduce su segunda regla: “Tú no has creado el mundo, por lo que tu objetivo no debe ser debatir si el mundo es justo o no. Es el que es”, explicó al comparar la vida con una partida de dominó, en la que el jugador escoge entre discutir las normas o asumirlas para desempeñar su mejor juego. Para él, “tiene sus propias reglas y cuanto antes las entiendas y las aceptes, mejor podrás adaptarte y hacer tu mejor partida”.

En cuanto al esfuerzo personal y su vínculo con el éxito, su reflexión es tajante: “Tu esfuerzo no obliga a que se produzca un determinado resultado. Lo que hace es facilitarlo”, sentenció. Rescalvo reconoce que las comparaciones son inevitables y suelen traer frustración, dado que “a otros les costará menos esfuerzo y sentirás que tienen que hacer menos que tú, que tienen que esforzarse menos”. Pero advierte: lo fundamental es distinguir el propio trayecto del ajeno. “Esa es su ruta de vida y esta es la tuya. Céntrate en tu partida, en qué tienes que hacer tú para resolver esa casilla”, insistie.