Aurora Sánchez, profesora de inglés: “Abogando por los derechos de los niños, se les permite hacer más cosas que antes, diciendo que es libertad cuando es una falta de respeto”

Uno de cada cuatro docentes españoles percibe un ambiente ruidoso y desordenado en su aula

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Una profesora da clase en
Una profesora da clase en el colegio de la Alameda de Osuna. (Marta Fernández/Europa Press)

Burocracia, aulas ruidosas y alumnos que no ponen de su parte. Es el escenario al que se enfrentan la mayoría de los profesores españoles cada mañana, y que queda plasmado en el Estudio Internacional de la Enseñanza y del Aprendizaje TALIS 2024 (’Teaching and Learning International Survey’, por sus siglas en inglés) de la OCDE, una radiografía detallada del estado de la docencia. Las principales conclusiones son que los docentes sienten que tienen una formación escasa para enfrentarse a las dificultades actuales de las aulas y que están cada vez más estresados por la cantidad de trabajo fuera de ellas.

Así, tienen que dedicar horas a la corrección de exámenes y trabajos, también a la preparación de las clases, pero sobre todo a la elaboración de informes. El informe, presentado en el Ministerio de Educación, revela que la burocracia es una fuente de estrés para el 64% de los docentes de secundaria, como Aurora Sánchez, profesora de inglés, que ha hablado con Infobae España sobre los problemas a los que se enfrenta en su trabajo.

Uno de los principales es el tiempo, el que no tiene: “Se necesitan muchas horas para preparar actividades que supongan un aprendizaje significativo para los niños, y no las tenemos. Siempre vamos a contracorriente. Corregir las tareas… no todas, evidentemente. Si solo nos centramos en los exámenes, sí, porque seguimos los exámenes que nos proporciona la editorial sobre cada tema —cosa que me parece un error—. Pero si, aparte, tienes que corregir deberes, puntuar los cuadernos y demás, pues obviamente falta tiempo. Tienes que corregir a la vez que das clase: normalmente te pones a corregir mientras a ellos les has mandado algún ejercicio, y luego corriges con ellos, lo cual creo que es poco enriquecedor para los niños”.

Sánchez, enumera: “Programaciones, unidades didácticas, la planificación semanal, la organización de las actividades, el diseño de recursos que usar en clase...” A la lista se suma todo el “papeleo”. “En mi centro, por ejemplo, antes no estaba estipulado que tuviésemos que hacer un informe por cada tutoría de padres que tuviésemos, y ahora también un informe diario reportando las cosas que han pasado en el día a día con tu clase”, explica.

Falta de disciplina disfrazada de libertad

Según el informe TALIS, uno de cada cuatro docentes percibe un ambiente ruidoso y desordenado. Sánchez está entre ellos. La profesora considera que hay más alumnos con una “conducta disruptiva” que se ha normalizado. Tardan mucho tiempo en sentarse, no atienden a las explicaciones y se dedican a hablar entre ellos. No hay silencio. “Lo noto en la manera de sentarse, que parece una tontería, pero son llamadas constantes de atención porque no se sientan bien, cosa que antes era impensable”, señala.

Y apunta a las familias como las culpables. “Creo que ocurre porque desde casa se ponen cada vez menos límites y el centro también se ve un poco desamparado”, asegura, y añade que “abogando por los derechos de los niños, se les permite hacer muchísimas más cosas que antes, diciendo que es libertad cuando en realidad es una falta de respeto tremenda”.

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Las carencias de la formación

Otro de los puntos débiles que identifica el informe TALIS es la percepción que existe entre los profesores sobre la formación que reciben en la universidad. “Me parece que se dan muchos contenidos completamente innecesarios o que no te sirven para trabajar realmente en un aula con alumnos, teniendo que apagar los fuegos que surgen, trabajar con niños con discapacidades o afrontar situaciones del día a día”, asegura la profesora, que considera que “faltan contenidos y sobran otros que son banales”. “Parece una carrera diseñada por alguien que nunca ha pisado un aula”, crítica.

En general, los docentes no creen salir de la carrera lo suficientemente preparados para enfrentarse a un aula: solo el 57% de los docentes de secundaria y el 62% de primaria consideran adecuada su formación inicial, cifras muy por debajo de la OCDE (77%) y la UE (71%). Lo mismo sucede con el máster —ahora en debate— que deben realizar aquellos que quieren dedicarse a la docencia, un requisito indispensable que no es más que un “mero trámite”. “Me parece que estamos en la época de la ‘titultis’ y que pasamos demasiado tiempo estudiando para luego no ser capaces de hacer muchas cosas”, añade.

La IA, el paliativo a la falta de tiempo

¿Qué cambios necesitaría la profesora para desarrollar sus clases con menos estrés y más facilidad? “Lo primordial es incluir dentro del horario del profesor más horas de programación o planificación de las clases, para poder crear recursos”, responde, pues las horas que pasa en el centro son para dar clase y no tiene tiempo de corregir exámenes, contestar correos, planificar las lecciones o preparar recursos. “Todo eso lo sacas de tu tiempo libre, de tu tiempo de ocio o descanso”, denuncia. Así que recurre a la Inteligencia Artificial.

Solo el 35% de los docentes de secundaria y el 28% de primaria aseguran haber utilizado la IA en su trabajo lectivo, mientras que la percepción de los beneficios de la inteligencia artificial es moderada en comparación con la OCDE. Entre las principales barreras para su uso, los profesores encuestados para TALIS destacaban la falta de formación, la ausencia de incentivos, la preocupación por el plagio y la calidad de las recomendaciones. Sin embargo, para Sánchez es una herramienta útil. La usa “para todo”, “tanto para programar las clases como para contestar correos de padres de una manera más políticamente correcta”.