Alfred Abad, profesor catalán en Kazajistán: “El respeto al maestro es fundamental, es impensable que alguien me trate de tú”

Comparando con su paso por el sistema catalán, Abad recuerda el contraste con claridad: “Hemos normalizado cosas que no son normales”, como, por ejemplo, que en su primer día en una escuela concertada catalana recibiese amenazas “de muerte”

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Alfred Abad, profesor catalán en
Alfred Abad, profesor catalán en Kazajistán (@tamos_education)

Las cifras recientes sobre el rendimiento escolar en Cataluña han despertado inquietud dentro y fuera de las aulas. Los datos oficiales apuntan a una caída del nivel académico, especialmente en ciencias y matemáticas, donde las calificaciones alcanzan el peor registro de la última década. El dominio oral del catalán desciende frente al castellano y apenas un tercio del alumnado presenta un nivel fonético alto.

Este escenario ha reavivado entre los docentes el debate sobre cómo abordar los nuevos desafíos. La OCDE lanzó una advertencia esta semana sobre la falta de disciplina como uno de los riesgos más palpables del sistema educativo estatal, y la pregunta no es solo local: ¿Cómo se gestionan las aulas de otros lugares del mundo?

En Kazajistán, trato de usted; en Catalunya, amenazas de muerte

En el caso de Kazajistán, el profesor catalán Alfred Abad relata desde Almaty una experiencia muy distinta a la vivida en Tarragona. Allí, la percepción del respeto y el papel de los docentes resulta fundamental en la educación diaria. “En las reuniones con los padres, más del 90% me exigen que sea más duro y disciplinado con los niños”, explica Abad a RAC1.cat, antes de añadir que en esas escuelas “el respeto al maestro es fundamental, es impensable que alguien me trate de tú”.

Comparando con su paso por el sistema catalán, Abad recuerda el contraste con claridad: “Hemos normalizado cosas que no son normales”. El primer día como profesor en una escuela concertada catalana resultó tenso, según su testimonio: “Me amenazaron de muerte”, señala el docente. Aunque ese episodio no marcó su convivencia posterior con las familias, aporta contexto sobre las diferencias vividas en ambos sistemas.

Abad trabaja ahora en Tamos Education International, una escuela internacional privada en Kazajistán. El catalán resuena en los pasillos, gracias a que tanto él como su esposa y la directora comparten esa lengua. Anecdóticamente, relata que en los encuentros entre los tres, las reuniones se desarrollan en catalán. Los locales se muestran curiosos sobre Catalunya: “¿Por qué no habéis ganado? ¿Por qué no sois independientes?” preguntan con frecuencia sus compañeros kazajos.

La decisión de instalarse en Almaty llegó de la mano de motivos familiares y laborales. “Salió esta oportunidad porque yo hablaba ruso. La cogimos porque las escuelas son de nueve a cinco”. Este calendario permitió organizar mejor la vida familiar. La ciudad es mayoritariamente rusoparlante y el entorno cotidiano es multicultural. “Tenemos estudiantes de Irán y de Israel juntos, o acogidos del Kurdistán, ucranianos y rusos, mucha gente de países en conflicto”, asegura Abad, describiendo un ambiente escolar donde coinciden realidades muy distintas.

Astana, la capital de Kazajistán
Astana, la capital de Kazajistán (REUTERS/Pavel Mikheyev)

Si Abad “tuviera un DNI” kazajo, pondría que es catalán

El respeto por la identidad étnica y cultural queda reflejado en algunos registros administrativos y, según Abad, “si yo tuviera un DNI, pondría que soy catalán”. “Me preguntan ‘¿de dónde eres, pero de dónde eres realmente?’“. ”Es otro mundo" culturalmente, pero “se está modernizando a una velocidad muy grande”, señala el docente: “Hace dos o tres generaciones eran un pueblo nómada”, resume, y observa cómo la juventud empieza a dominar el inglés aunque el ruso sigue siendo la lengua habitual de comunicación. Otro aspecto que sorprende al profesor es la presencia numerosa de niños y adolescentes en la calle: “La cantidad de niños y gente joven que ves en la ciudad, algo que, cuando regreso a Cataluña, lo noto. Solo veo gente de 40 años en adelante”.

El entorno natural acompaña la sensación de novedad. Lagos, cañones y carreteras rodeadas de desiertos, junto a montañas que marcan la frontera con China, forman parte del día a día en Kazajistán: “El atractivo del país es aún mayor en el ámbito natural”, resume el docente. Abad describe escenas cotidianas con caballos salvajes y tundras abiertas y advierte: para afrontar el frío del invierno, hay que hacerse a temperaturas de hasta 27 grados bajo cero.

Pese a la adaptación lograda en tierras kazajas, el vínculo con Cataluña permanece intacto. “Evidentemente, el objetivo siempre es volver a casa, es donde he nacido yo y mis hijos”, sintetiza Abad en su conversación con RAC1.cat.