
El PSOE celebra este lunes una reunión clave de su Ejecutiva Federal, la primera tras la dimisión de Santos Cerdán como secretario de Organización. La cita, prevista en la sede de Ferraz, se produce en un contexto marcado por el impacto del caso Koldo, que ha salpicado directamente al ya ex número tres del partido, y en un momento en el que Pedro Sánchez ha prometido reordenar la dirección del PSOE y someter las cuentas del partido a una auditoría externa.
Cerdán presentó su renuncia esta semana, tanto al cargo orgánico como, previsiblemente, a su escaño en el Congreso, en medio de una creciente presión política y judicial. Las grabaciones difundidas por la Guardia Civil, en las que se le escucha conversar con el exministro José Luis Ábalos y su antiguo asesor Koldo García sobre contratos públicos adjudicados durante la pandemia, precipitaron una decisión que ya era difícilmente evitable. El partido intentará ahora reencauzar el rumbo con una serie de cambios que comienzan a discutirse formalmente hoy.
En su comparecencia tras la renuncia de Cerdán, el secretario general del PSOE anunció una auditoría independiente de las cuentas del partido, con el objetivo de despejar cualquier duda sobre la gestión económica, y avanzó una reestructuración de la dirección federal. Aunque descartó un adelanto electoral o un congreso extraordinario, Sánchez sí admitió que el partido necesita una revisión interna para reforzar su estructura y recuperar la confianza.
La reunión de mañana servirá como primer paso para ese proceso. La Ejecutiva que se sienta en Ferraz fue elegida hace apenas siete meses, en el 40º Congreso celebrado en Sevilla, donde Cerdán fue confirmado como responsable de Organización tras haber relevado en su día a Ábalos, también salpicado por el mismo caso. La coyuntura interna ha cambiado de forma significativa desde entonces, y la presión para tomar decisiones es ahora mayor que nunca.

Presiones cruzadas dentro y fuera del partido
El presidente del Gobierno llega a esta reunión con varias líneas de presión activas. Por un lado, la oposición reclama elecciones y cuestiona la legitimidad del Gobierno; por otro, los socios parlamentarios piden explicaciones y garantías de que la coalición sigue siendo viable. Al mismo tiempo, dentro del PSOE, algunos sectores han empezado a expresar dudas sobre la estrategia de Ferraz y a pedir medidas más ambiciosas que la simple sustitución de Cerdán.
Aunque públicamente la mayoría de los dirigentes territoriales ha cerrado filas con Sánchez, en privado hay voces que alertan del desgaste que puede provocar este caso si no se actúa con rapidez y contundencia. Algunas federaciones han llegado a plantear la posibilidad de un congreso extraordinario, algo que Sánchez descarta de momento. Su posición es que la situación afecta a la organización, pero no al proyecto político ni a la estabilidad institucional del Gobierno.
El impacto del caso ha trascendido los límites del partido. Sumar ha solicitado la convocatoria urgente de la comisión de seguimiento del acuerdo de coalición para abordar la situación. Junts, por su parte, ha reclamado una reunión con Sánchez para evaluar las consecuencias del caso en el marco político actual. Desde la formación catalana ya han avisado de que pretenden aprovechar este nuevo escenario para replantear su posición en relación con el Ejecutivo y avanzar en sus reivindicaciones.
Próxima parada: el Comité Federal del 5 de julio
En su intervención de la semana pasada, Sánchez fijó el próximo 5 de julio como fecha para la celebración de un Comité Federal extraordinario, que también tendrá lugar en Sevilla. En esa reunión se elegirá al nuevo secretario de Organización y se presentará una propuesta de reestructuración de la dirección federal. Por ahora, se desconoce el alcance exacto de esos cambios y si afectarán a más miembros del núcleo dirigente.
Además del relevo en la secretaría de Organización, la dirección socialista deberá valorar hasta qué punto conviene profundizar en los cambios o limitarse a un ajuste puntual. La preocupación por el desgaste político y la imagen del partido está presente en todos los niveles, y buena parte de la militancia espera señales claras de control y transparencia.
El PSOE afronta así una jornada decisiva para definir su hoja de ruta en los próximos meses. Lo que está en juego no es solo la estructura interna del partido, sino también la estabilidad de un Gobierno que necesita preservar la confianza de sus aliados parlamentarios y mantener la iniciativa política en un escenario complejo.
El desarrollo de esta ejecutiva y las decisiones que emanen de ella marcarán el tono con el que el PSOE se acercará al Comité Federal de julio y, en buena medida, el tipo de respuesta que el partido ofrecerá ante una crisis que ha obligado a Sánchez a reactivar los resortes internos y reorganizar su núcleo de confianza.
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