La última convocatoria de casting para Operación Triunfo 2025 ha reunido este jueves 12 de junio en Madrid a miles de aspirantes con un mismo sueño: cruzar las puertas de la Academia más famosa de la televisión española. Noemí Galera, directora de la Academia, observa cada audición junto a su equipo con la misma mezcla de nervios y entusiasmo con que se enfrenta año tras año a la fase más exigente del programa.
Minutos antes de sentarse en la silla que ocupará durante un número indeterminado de horas (hasta que escuchen a todos los aspirantes), Noemí atendía a los medios para contar sus sensaciones: “Siempre digo que los castings son lo mejor de la edición, es lo más chulo”, afirma con una sonrisa.
“Todos nos volvemos más exigentes porque ya hay más concursantes que han venido, entonces tampoco nos gusta repetir perfiles o poner a alguien que se parezca mucho en la voz o en el estilo a concursantes que ya han participado”, confiesa la directora, que lleva vinculada al formato desde sus inicios en 2001.
Galera reconoce que el proceso de selección puede ser tan agradecido como ingrato, y no esconde el dilema que asalta ante cada puerta cerrada: “Cuesta decir que no. Estos chavales vienen con toda su ilusión. Luego vienen otros a hacer el cafre, que creo que hoy vamos a ver bastantes de estos porque se han acabado las clases y entonces la gente, si ya no tiene clase, dirá ‘a ver si salimos en el YouTube’. Hay momentos en los que te alegra la mañana porque te hacen reír, pero hay otros que respiras hondo y ya está”.
En cada prueba, los aspirantes eligen entre un repertorio de cien canciones, aunque siempre hay dos o tres que se repiten hasta la saciedad. “Son cien canciones, pero siempre hay unas que son las que más triunfan. Creo que los participantes piensan que según qué temas les benefician a la hora de presentarse a hacer el casting, pero a veces la variedad y el factor sorpresa, que después de escuchar muchas baladas venga alguien y te cante algo que normalmente no nos cantan, también llama la atención”, explica Noemí.

Aunque cada pase se celebra como un verdadero triunfo, la directora explica que “la ilusión de la pegatina dura muy poco, porque luego tienen que hacer la segunda fase y la mayoría quedan descartados”. Y agrega: “Todas las personas que superan la fase dos se quedan en una fase que llamamos Limbo, porque cuando hayamos acabado todos los castings, nos vamos a reunir con dirección, vamos a ver participante por participante y decidiremos finalmente quiénes van a venir al casting final, que será en julio”.
“No miro los comentarios porque me volvería loca”
La dureza del proceso suele generar dudas y comentarios críticos, pero Galera tiene claro que su papel no es sencillo: “Cuando comentan ‘es que no sé cómo descartan’. Mira, cariño, necesitamos dieciséis personas y llevamos ocho mil o nueve mil presentados. Imagínate la cantidad de gente a la que decimos que no. (...) También está el factor de que nosotros no somos Dios ni la pitonisa Lola, también tenemos fallos. Seguro que me culpabilizan muchísimo y piensan ‘esta tía que no entiende nada’, pero es nuestro criterio y ellos vienen libremente”.
Frente a las críticas y la presión social, Galera ha asumido la necesidad de protegerse: “Intento no mirar los comentarios en redes porque me volvería loca. Y se presenta una edición heavy porque la gente está muy alterada. No sé qué pasa, si estamos casi en verano, que se relaje todo el mundo”.
Sobre el perfil de los participantes, Noemí valora la frescura, pero también la experiencia: “Sinceramente, yo prefiero a alguien que no haya estado en ningún sitio, pero sí que es verdad que si han estado en otros programas les dan un aplomo y unas tablas que otra persona a lo mejor no tiene. Y eso también está bien”.
En ese sentido, Noemí distingue la esencia singular de Operación Triunfo frente al otro talent musical más popular de la televisión, La Voz: “Para mí, la diferencia entre OT y La Voz es que los protagonistas en OT son los concursantes y en La Voz son los coaches”.
El parón entre ediciones, lejos de suponer un riesgo, suele ser positivo para el formato: “El descanso al formato siempre le va bien, entre otras cosas porque la industria musical no puede absorber dieciséis artistas cada año. Al equipo también le va bien para refrescar y pensar las cosas con calma, en qué nos hemos equivocado y qué se puede mejorar”.
Antes de volver a sumergirse en la multitud de voces, Galera recuerda a los aspirantes la realidad más allá del sueño y la cantidad de concursantes que no acaban desarrollando una carrera discográfica, como recientemente le ha ocurrido a Lucas Curotto, de OT 2023: “Es lo primero que les decimos, yo no me canso de repetirlo: entrar en Operación Triunfo te asegura estar tres meses, en el mejor de los casos, con un escaparate y con una gente que te va a poder ver toda la industria musical. La gente se va a poder enamorar de ti como persona y como artista. De lo que pase a partir de ahí, ya no podemos asegurarte nada, porque depende de muchísimos factores”, sentencia.
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