El tenis es uno de los deportes más respetuosos en lo que a términos de ruido procedente del público se refiere. Durante el peloteo entre los tenistas, el silencio del público cede el protagonismo al sonido de la pelota golpeando las superficies de la raqueta y de la pista, y al grito de los tenistas mientras exprimen su esfuerzo al máximo. Sin embargo, el 30 de abril de 1993 tuvo lugar uno de los episodios más insólitos que jamás se han visto durante un partido de tenis y que, por unos minutos, hizo desaparecer la inherente calma del mundo tenístico.
Un ataque terrorista detuvo su proyección en el tenis
Con tan solo 19 años de edad, Monica Seles, extenista serbia, sufrió una situación para la que ninguna persona está preparada: un atentado. Pero, lo más inverosímil es que ella no se encontraba paseando por ninguna ubicación turística, sino que estaba disputando el Abierto de Hamburgo de 1993 y el ataque estaba planeado, específicamente, sobre su figura. En aquel momento, Seles ocupaba la primera posición del ranking WTA (Asociación de Tenis Femenino), cuando un espectador aprovechó que la serbia descansaba en su banquillo para asestarle una puñalada en la espalda con un cuchillo de deshuesar de 23 centímetros.
El agresor fue Günter Parche, un hombre obsesionado con la tenista Steffi Graf, una de las principales rivales de Monica Seles. Tal era la calidad de Seles, que había logrado arrebatarle el número uno del mundo a Graf, lo que proporcionó a Parche más motivos para intentar acabar con la vida de la serbia. Günter Parche, quien posteriormente intentó alegar en el juicio una discapacidad intelectual para rebajar la condena, hizo algunas declaraciones a los medios, en las que se podía apreciar la evidente obsesión que padecía por Graf: “Caminaría sobre el fuego por ella. Es una criatura de ensueño cuyos ojos brillan como diamantes y cuyo cabello brilla como la seda”, afirmó el atacante.
Antes de dicho atentado, Monica Seles contaba en su palmarés con ocho Grand Slams y apuntaba a ser una de las mejores tenistas de la historia. Pero, tras el ataque, el curso de su carrera deportiva cambió por completo. A pesar de que conquistó el primer torneo oficial que disputó tras recuperarse del ataque (Abierto de Canadá, en 1995), la deportista luchaba por recuperar la potencia y movilidad que caracterizaban su estilo de juego. Monica Seles compitió, por última vez, en un torneo oficial en 2003 y, tras algunos partidos de exhibición, anunció en 2008 su retirada definitiva de las pistas.
Ausencia de compañerismo

Después del ataque perpetrado contra la integridad física de Monica Seles, la WTA decidió reunir a las 25 mejores tenistas del mundo -en aquel entonces- para votar, a favor o en contra, la paralización del ranking de Seles, mientras se encontraba en rehabilitación. Los valores de juego limpio y compañerismo que suelen caracterizar a cualquier deporte, en este caso, brillaron por su ausencia. Todas las jugadoras pusieron sus intereses personales y deportivos por delante de los de Monica Seles, con la excepción de la tenista argentina Gabriela Sabatini.
Desde entonces, la relación entre ambas tenistas se transformó en una amistad que dura hasta la actualidad. En una entrevista, Monica Seles afirmó que “Gabi es diferente al resto de jugadoras. Es muy humana y tiene valores”, reconoció la serbia.
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