La noche en la que Alfonso Rueda salvó los muebles (y también a Feijóo)

Los ‘populares’ han conseguido su quinta mayoría absoluta tras dos semanas de nerviosismo, superando en más de 60.000 votos el último resultado de Feijóo

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Alfonso Rueda llega al hotel Eurostars San Lázaro. (Miguel Vidal / Reuters)
Alfonso Rueda llega al hotel Eurostars San Lázaro. (Miguel Vidal / Reuters)

Alfonso Rueda ha salvado los muebles y ha conseguido firmar la quinta mayoría absoluta consecutiva de los populares en Galicia —la primera con él como candidato—. El nerviosismo que sobrevoló durante toda la campaña se apagó este domingo con la publicación de los primeros sondeos: todos coincidían en situar al PP por encima de los 37 escaños. La noche arrancaba con medio centenar de redactores y medios en el hotel habilitado por la formación para seguir el recuento de votos. “Es la primera vez que somos tantos aquí”, apuntaban los compañeros, prueba de que la expectación nunca había sido tan alta. Los colegios cerraron puertas sobre las 20.00 y, desde entonces, la victoria se podía adivinar.

La primera en valorar lo que sería éxito de los populares fue Paula Prado, secretaria general del partido en Galicia. La número dos del PP por A Coruña no ocultó su sonrisa y tampoco negó las “buenas sensaciones”. Prado llegó a la sala de prensa aliviada, como quien se acaba de quitar un peso de encima, vestida con una americana azul corporativo y mucha alegría contenida. La portavoz ha empezado dando las gracias, pero un fallo técnico con el sonido retrasó varios segundos su intervención y dejó entrever un ligero nerviosismo.

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La participación ha aumentado, el tiempo nos acompañó y tenemos buenas sensaciones”, apuntó la secretaria general de los populares gallegos. Paula Prado no entró a valorar las encuestas y tampoco hizo cábalas con los resultados, pero la sonrisa con la que abandonó el hotel sabía a victoria. La portavoz cruzó la calle para seguir el recuento de votos desde la sede del partido, situada justo enfrente. Lo hizo con un sutil “hasta luego”, sabiendo que, cuando tocase volver, sería para celebrar otros cuatro años de hegemonía al frente de la Xunta de Galicia.

Las casi tres horas que duró el escrutinio han servido de margen para construir —nunca mejor dicho— la imagen del éxito. El espacio contiguo a la sala de prensa se convirtió en un escenario repleto de focos, pantallas y banderas azules. La militancia empezó a llenar el Eurostars San Lázaro y los camareros comenzaron a desfilar por los pasillos con cervezas, gin tonics y copas de champán. Todo estaba listo para festejar la supervivencia del PP gallego. Todo menos su líder, que seguía en la sede pensando qué decir e intercambiando videollamadas con Génova.

Feijóo celebra el resultado de las elecciones gallegas desde Génova. (PP)
Feijóo celebra el resultado de las elecciones gallegas desde Génova. (PP)

El reloj marcaba las 23.30 de la noche cuando Alfonso Rueda bajó las escaleras del hotel, un trayecto que le llevó casi diez minutos por la cantidad de simpatizantes y cámaras que había agolpados. El presidente llegó acompañado de su madre, sus dos hijas y el grueso de los conselleiros y diputados de la formación. “Galicia le ha mandado un mensaje a España. El mensaje es que no queremos chantajes, ni hacerlos, ni estar sometidos, queremos dignidad”, ha señalado. Estaba claro que no solo había salvado los muebles, sino también el futuro de su predecesor en el cargo: Alberto Núñez Feijóo.

La sonrisa del candidato primerizo que viene de consolidar su liderazgo era imposible de ocultar. La música, además, acompañaba. El público se arrancó con Xuntos, himno por excelencia de la campaña. La militancia celebró el triunfo del “sentidiño”, aunque la noche prometía ser larga y el sentidiño era lo de menos. Rueda, tras una breve intervención, abandonó la sala y se los llevó a todos escaleras arriba. “Es un día de fiesta y felicidad”, espetó minutos antes de marcharse con la música a otra parte. El PP de Galicia le ganó el pulso al de Ayuso. Rueda garantizó, al menos, cuatro años más de Gobierno popular en San Caetano. Feijóo, por su parte, respiró tranquilo —que no es poco—.