
Henry Winkler, reconocido mundialmente por su personaje de The Fonz en Días felices y también como Gene Cousineau en Barry, se transformó en un referente al visibilizar los efectos de la dislexia no diagnosticada.
A los 80 años, compartió su experiencia en IMO, programa emitido por YouTube y producido por Michelle Obama y Higher Ground Productions, donde relató cómo la dislexia marcó su infancia, el sentimiento de insuficiencia y las expectativas familiares opuestas a su vocación artística. Winkler detalló que esa herida se convirtió en el principal motor de su carrera.
“Soy disléxico. Leí mi primer libro a los 31 años. A todos los niños con dificultades les digo: La forma en la que aprendes no determina tu inteligencia”, afirmó al inicio de la entrevista, según la retransmisión oficial de YouTube.
Explicó que, de niño, no se sentía aceptado, una sensación que lo acompañó durante sus años en la escuela P.S. 87, en la esquina de la calle 78 y Broadway, Nueva York.

“Nunca me sentí aceptado. Parte de eso se debía a la dificultad de aprendizaje y parte a mi desarrollo emocional tardío. Cada vez que salía de mi habitación esperaba tener un buen día, pero era como entrar en zona de guerra”, señaló Winkler.
Expectativas familiares y el camino hacia el arte
La presión familiar fue un tema central en la conversación. El actor recordó la exigencia de sus padres, sobrevivientes de la persecución nazi, quienes se establecieron en Nueva York y esperaban que él continuara el negocio familiar.
“Mi padre quería que me encargara del negocio de comprar y vender madera. La única madera que me interesaba era Hollywood”, recordó con humor y honestidad. “Me decían que nunca llegaría. Pero aquí estoy, sentado en esta mesa”, agregó.

Respecto a su vocación artística, Winkler manifestó que el teatro y la actuación eran su pasión inquebrantable: “Desde pequeño, lo deseaba con tanta fuerza que podía saborearlo. Cada minuto del día se lo repetía a mi familia”, compartió ante Michelle Obama y Craig Robinson.
Winkler explicó que, tras ingresar a una escuela de arte dramático —“No sé cómo tuve el valor de postularme, integrando el 3% con peor promedio académico”—, participó en decenas de castings, trabajos en comerciales y series, hasta que su segunda audición en California lo llevó al personaje de The Fonz.
“Me temblaba todo. Solo tenía seis líneas. No sé de dónde saqué el coraje, pero usé mi imaginación, cambié de voz y lancé el libreto por los aires. Salí de la sala en mi cumpleaños. Semanas después, recibí la llamada: ‘¿Quieres ser parte del show?’”, recordó.
El impacto de la fama y el valor de la terapia

El impacto internacional de Días felices no alcanzó para sanar las heridas emocionales acumuladas tras años de incomprensión.
“La fama no curó mi baja autoestima. Seguía siendo el mismo Henry caminando con inseguridades, hasta que hace unos 10 años descubrí la terapia. Si pudiera regalarle algo a esa terapeuta, sería un rascacielos. Yo era un bloque de queso suizo, lleno de huecos. Siempre quise rellenarlos y convertirme en un bloque de cheddar”, manifestó.
El actor describió cómo la terapia lo ayudó a mirar hacia su interior y buscar respuestas sobre su identidad emocional y sus experiencias pasadas: “La mujer no decía nada. Solo con una pregunta, ‘¿Dónde estás?’, me llevó a mirar hacia adentro. Descubrí que podía ser fuerte”.
Resiliencia y nuevos desafíos

La resiliencia adquirida en la madurez fue fundamental para nuevos desafíos frente a las cámaras, como su papel en la serie Barry, donde interpreta a Gene Cousineau. “No sé si podría haberlo interpretado sin ese proceso”, admitió Winkler.
Añadió que, solo en los últimos años, encontró el valor para expresar lo que realmente quiere y necesita: “Ahora puedo decir ‘necesito esto’, ‘quiero esto’, ‘esto no me parece’. Antes era incapaz de pedirlo y me perdía en una especie de baile absurdo”.
Literatura infantil y un mensaje para los niños
Durante las dos últimas décadas, Henry Winkler encontró una nueva vocación como autor de literatura infantil, algo que consideraba inalcanzable por su experiencia temprana con la lectura.

“Nuestro más reciente libro infantil salió el 30 de septiembre. Es el número 40. Trabajo junto a Lin Oliver: ella escribe y yo dicto la historia. Luego debatimos cada palabra. Aprendí que siempre hay más de una forma de hacer las cosas”, explicó.
Sobre el público destinatario, subrayó: “Hay tantos niños con dificultades de aprendizaje… Uno de cada cinco. Les recuerdo siempre que la forma en la que aprenden no tiene relación con su brillantez”.
Paternidad, legado y celebrar las diferencias
La paternidad y el legado también ocuparon un lugar central en la charla. “Escuchar a los hijos es clave”, subrayó en la entrevista difundida por YouTube (Michelle Obama y Higher Ground Productions).

Compartió ejemplos de cómo fomentó la autonomía en sus hijos y, como abuelo, observa la singularidad de cada uno de sus siete nietos: “Tenemos siete nietos, entre 16 años y nueve meses; cada uno es distinto. Uno baila, otro programa, otra quiere ser atleta, otro se inclina por las artes. Lo fascinante es cómo cada uno busca su propio camino y me enseña cada día”.
Consultado sobre las dificultades de acompañar a hijos adultos, Winkler recomendó la contención, frases breves y la escucha: “Es muy difícil callarse, pero es lo mejor. Como padres, solemos explicar en párrafos y solo conseguimos perderlos. Mejor usar frases breves y estar disponibles para acompañar, no para dirigir”.
Tras décadas de desafíos y logros, Henry Winkler asegura que valora cada etapa vivida y, sobre todo, aprendió a concederse el derecho de perseguir sus propios deseos y afirmar su lugar en el mundo. Celebrar las diferencias y descubrir fortalezas propias es el mensaje que deja a quienes enfrentan dificultades de aprendizaje.
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