En 2020, en plena pandemia, Víctor Vallejo buscaba nuevas formas de llegar a sus estudiantes. Las clases virtuales eran un desafío, sobre todo para aquellos que vivían en zonas rurales sin acceso estable a Internet. Él ya había probado varias alternativas: videos en YouTube, el uso de Google Classroom y también grupos de WhatsApp, pero muchos chicos no podían conectarse. Un día, le contó su preocupación a Marisa, su mujer, y juntos llegaron a la conclusión de que la radio, un medio todavía muy vigente en zonas rurales, podía ser la solución. Marisa publicó un mensaje en Facebook, y así consiguieron que una emisora local les ofreció un espacio.
Ese fue el nacimiento de Cuenta conmigo, donde él daba las clases y ella era la locutora. El programa fue mucho más que una clase a distancia porque no solo lo escuchaban los estudiantes, sino también los vecinos. La gente llamaba para pedir consejos sobre microemprendimientos, pedían música o simplemente mandaban saludos, interactuaban. En tiempos de aislamiento, la radio fue un abrazo. Fue una experiencia que, sobre todo, les permitió a los chicos que cursaban el último año del secundario sentirse más cerca. Y para Víctor y su mujer fue también una apuesta familiar: sus dos hijos, Mateo y Nur, los acompañaban y a veces se animaban a hablar al aire.
Víctor tiene 42 años y es docente de cuerpo entero. Hoy reparte su tiempo entre varias instituciones. Es director en una escuela secundaria y docente en otras dos. Están en General Güemes —su ciudad natal— y el pueblo de Cobos. Además, en el turno noche, da clases en un secundario para adultos. Esta entrega es característica de su compromiso con la educación. Es un apasionado docente de Economía, Administración, Microemprendimientos, Sistemas de Información Contable. También es tutor en el Instituto Nacional de Formación Docente (INFOD), también acompaña a otros docentes en su desarrollo profesional. A lo largo de su carrera, Víctor se ha desempeñado en contextos muy variados, desde escuelas rurales hasta colegios urbanos con grupos más numerosos. Esta variedad de experiencias le ha permitido conocer en profundidad las diferentes realidades de los estudiantes y adaptar sus enfoques pedagógicos para responder a las necesidades de cada contexto.
Una vida marcada por el esfuerzo familiar
Llegó a General Güemes cuando era un bebé y creció en una familia humilde. Su papá trabajaba como plomero y su mamá se dedicaba a la casa. Ninguno de los dos completó el secundario, pero le transmitieron la certeza de que la educación era una prioridad. Y, pese a las carencias, se las arreglaban para que no les faltaran libros. Víctor recuerda con cariño las revistas Genios que la madre le compraba y los libros que fueron el inicio de su amor por la lectura.
Esa pasión por los libros lo acompaña desde siempre y fue lo que lo llevó a seguir estudiando. Después de completar su formación docente en General Güemes, realizó la Licenciatura en Gestión Educativa en la Universidad Católica de Salta y luego una Maestría en Dirección de Centros Educativos en una universidad española. Ese deseo de seguir formándose y mejorar como profesional lo llevó a postularse y ganar una beca Fulbright, lo que le permitió formarse en Estados Unidos, un logro que recuerda con orgullo.
Víctor se formó en instituciones públicas de su ciudad y creció con el esfuerzo de su familia detrás. Cuando estaba en el secundario, su sueño era tener una computadora; algo inalcanzable en ese momento. Aun así, su papá, con mucho esfuerzo, le pudo comprar… una calculadora científica, un regalo que Víctor valora hasta el día de hoy. “Mi papá trabajó toda su vida de plomero, y después como sereno en una escuela. Se jubiló como ordenanza, justamente en la escuela donde yo hice la primaria”, comenta con gratitud. Su madre, como ama de casa, también tuvo un papel crucial en su educación, ayudándolo con las tareas y fomentando su amor por el conocimiento.
Hoy, ese mismo compromiso que vio en su familia lo transmite a sus estudiantes. Como director de un colegio secundario en General Güemes, trabaja en un contexto vulnerable donde muchos de los chicos llegan con historias de abandono escolar o con una autoestima baja, habiendo pasado por otras instituciones que los rechazan por haber repetido. “Queremos que descubran que pueden desarrollarse, que tienen habilidades, talentos, y que hay que luchar por lo que uno quiere, no solo de manera individual, sino también de manera colectiva”, explica. Desde su rol como director, se enfoca en cambiar la mentalidad tanto de los alumnos como del equipo docente, creando un ambiente donde todos son importantes y se sienten parte del proceso. Bajo su liderazgo, la escuela ha crecido, y ahora muchos de sus estudiantes han logrado continuar con estudios terciarios o universitarios, algo que lo llena de orgullo.
Liderar los tiempos de incertidumbre
Sin embargo, no todo fue un camino sencillo. En 2020, cuando asumió la dirección en plena pandemia —ya de por sí un contexto complejo— lo hizo de manera interina. La directora anterior había sido apartada por un sumario administrativo, y al término de ese proceso, en 2022, él debía dejar el cargo para que ella lo retomara. Pero hubo entonces un reclamo de los estudiantes y sus familias para que continuara.
—Querían que yo siguiera como director —dice—. Decían que habían notado un cambio y no querían perder eso.
Hubo marchas por la calle y campamentos frente al colegio. Finalmente, se confirmó que la directora anterior no iba a volver —administrativamente no podía hacerlo—, por lo que le permitieron seguir a Víctor, aunque todavía hoy sigue figurando como suplente, lo que genera una gran incertidumbre en la institución y, por su puesto, en él mismo. A pesar de eso, el compromiso de Víctor no ceja.
Educación con propósito
En el INFOD, Víctor se especializa en políticas socioeducativas. Su objetivo es ayudar a que otros docentes puedan ver más allá del aula. “A veces, actividades como un coro o un taller de ajedrez pueden tener un impacto enorme en la formación de los chicos”, sostiene. Para él, es fundamental que los estudiantes puedan descubrir sus talentos en diferentes espacios y que los docentes acompañen ese proceso, fomentando una formación integral que trascienda los contenidos curriculares.
Su trabajo ha inspirado a muchos de sus estudiantes a participar en actividades extracurriculares que antes ni siquiera imaginaban. Gracias a su incentivo, algunos de sus alumnos comenzaron a hacer su propio programa en una radio municipal en 2021, y otros han participado en competencias de oratoria y debates provinciales. Este año, por ejemplo, cuatro estudiantes representarán a la escuela en el modelo de Naciones Unidas para jóvenes, una oportunidad que les permitirá exponer sus ideas en un ámbito académico y desarrollar habilidades para el futuro.
“La educación no es la luz al final del túnel, sino el faro que te guía”, dice. Poner en acción la certeza de que la enseñanza es mucho más que una simple instrucción es lo que lo ha llevado a recibir tantos reconocimientos de sus estudiantes, sus familias, sus pares. Recientemente, la Fundación Varkey lo ha destacado como una de las figuras con las que celebrar la educación. Él está convencido de que la educación es el camino para construir un futuro mejor, y su objetivo es que los estudiantes puedan soñar en grande y esforzarse para alcanzar sus metas.
—Muchos dicen que uno nace con la vocación de ser docente —dice—. Yo no estoy tan de acuerdo. Creo que uno puede formarse y puede descubrir una nueva manera de ser docente.