La cosecha de soja 2022/23 concluyó en un desastre casi sin precedentes, con una caída en la producción del 53,1% respecto a la campaña anterior, como consecuencia de la extraordinaria y extrema sequía que afectó al país durante buena parte del año pasado y principios de este. Así, con una trilla de apenas 21 millones de toneladas, el aporte que hará la cadena de la oleaginosa a la economía del país también caerá de manera estrepitosa llegando a niveles muy por debajo de los últimos años.
Según un informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), el Producto Bruto Agrícola (PBA) de la soja que mide el nivel de actividad y el valor agregado del sector, o sea, el aporte de la cadena sojera a la economía argentina, tendrá una baja histórica.
“Tras el adverso escenario climático del año pasado, marcado por un nuevo año de sequía, la cadena de la soja aportará a la economía argentina USD 7.345 millones en el 2023 en valor agregado, lo que representa una disminución del 67% en comparación con el valor del año pasado”, destacaron. Implica una merma de USD 15.249 millones.
Por supuesto, la exportación también sufrirá las consecuencias del desastre productivo. Así, la entidad bursátil estimó que los despachos de la cadena sojera alcanzarán los USD 12.542 millones, un 50% por debajo de lo que se exportó el año pasado, cuando se embarcaron USD 24.989 millones. Esto tendrá su correlación en la recaudación vía retenciones, con una merma del 57% hasta los USD 4.350 millones.
A modo de ejemplo, esta situación de sequía y su consecuente desastre productivo queda evidenciada en dos factores determinantes: el nivel de molienda y el de importaciones de materia prima. Así, la BCBA estimó que este año se procesarán unas 27 millones de toneladas de soja, un volumen 25% menor que el registrado durante el año pasado, cuando se alcanzaron las 35,9 millones de toneladas. Esta caída se dará a pesar de que los especialistas de la entidad proyectaron importaciones por 10 millones de toneladas del grano para las industrias, cifra inédita en la historia del país.
De hecho, este último punto es central en lo que refiere a esta cadena agrícola, ya que a partir de la molienda de soja se produce harina y aceite, productos que representan más del 90% de las exportaciones del complejo. Los primeros registros en este sentido no son alentadores, ya que en los dos primeros meses de la campaña comercial de la oleaginosa (abril y mayo), se registró el nivel de procesamiento más bajo de los últimos 15 años con casi 6,4 millones de toneladas procesadas, según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
La campaña
La campaña 2022/23 de soja comenzó con una superficie sembrada aceptable, más allá de que el área fue menor respecto a ciclos anteriores. Así, se implantaron 16,2 millones de hectáreas, una reducción de 100.000 hectáreas con respecto a la 2021/22 y una caída de 6% con respecto al promedio de las últimas 5 campañas, ubicado en 17,1 millones de hectáreas.
Sin embargo, el clima golpeó de lleno al cultivo. “La falta de humedad superficial dejó
afuera de la campaña a 500.000 hectáreas, principalmente para los planteos de segunda ocupación. Altas temperaturas junto a lluvias por debajo a la media sobre el centro del área agrícola afectaron los cuadros de primera y de segunda ocupación durante el período crítico”, puntualizó la BCBA. Solo las condiciones en el sudeste de Buenos Aires fueron distintas al resto, alcanzando rendimientos por encima del promedio histórico, aclaró la entidad.
Así, los resultados fueron paupérrimos: el rinde promedio nacional fue de 15,4 quintales por hectárea (qq/ha), una disminución del 44,8 % en comparación al ciclo previo y una merma de 44,9 % con respecto al promedio de las últimas 5 campañas;la producción total nacional se ubica en 21 millones de toneladas, 22,3 millones por debajo a la campaña 2021/22, 53,1% por debajo a la producción promedio de las últimas 5 campañas y 27 millones de toneladas por debajo al escenario inicial de 48 millones.
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