Messi vs. Gvardiol: once segundos de potrero

La mayor jugada de Messi durante el Mundial, recreada cuadro por cuadro hasta el gol de Julián Álvarez. Imágenes imborrables de Qatar

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Lionel Messi vs. Josko Gvardiol, aquel enfrentamiento que permanecerá en la historia  (Foto: Reuters/Molly Darlington)
Lionel Messi vs. Josko Gvardiol, aquel enfrentamiento que permanecerá en la historia (Foto: Reuters/Molly Darlington)

68:10 Argentina le está ganando dos a cero a Croacia en la semifinal del Mundial y tiene un lateral a favor en tres cuartos de su cancha. El croata que mandó la pelota afuera la busca como para apurar el trámite. Rodrigo De Paul se la saca de las manos y hace como que va a sacar. Pero el croata se la saca a De Paul y se la entrega a Molina que se acerca sin apuro, unos metros más atrás. De Paul se lo queda mirando y abre los brazos en actitud de reclamo. ¿Por qué hizo esto el croata? Quizá no le gustó que De Paul le sacara la pelota de las manos y en ese momento de impotencia al menos quiso ganar esa pequeña batalla personal. Quizá intuyó que la intención de De Paul no era sacar el lateral sino simular que lo iba a hacer para después dársela a Molina, y entonces decidió acortar un paso. Mientras tanto, Julían Alvarez se acerca caminando desde el círculo central. Se podría decir que sin ese paso de comedia entre De Paul y el croata, Álvarez no hubiera tenido tiempo de llegar a la raya y no se hubiera producido (al menos no de la misma manera) la que terminaría siendo la mejor jugada individual de Messi en la copa del mundo.

Cuando la consecuencia es terrible, tanto en la vida como en el fútbol, uno puede perder la cabeza flagelándose con este tipo de ejercicios contrafácticos. Cuando la consecuencia es positiva, casi no se piensa en ello, o se agradece a Dios o al destino. ¿Qué habría pasado si a Lautaro Martínez no le hubieran anulado por un milímetro el segundo gol que sellaba la victoria argentina contra Arabia? ¿Hubieran entrado a tiempo Mac Allister, Enzo Fernández y Julián Alvárez en el equipo titular? ¿Hubiese sido tan evidente que para que Messi brillara como lo hizo necesitaba un socio como Álvarez que presionara por un jugador y medio?

68.28 En la comedia El descanso, un viejo guionista le explica al personaje de Kate Winslet cómo se conocen las parejas en las películas. “Digamos que un hombre y una mujer necesitan comprar un piyama y van a la misma tienda. El hombre le dice al vendedor: yo solo necesito la parte de abajo. La mujer dice: yo solo necesito la parte de arriba. Entonces se miran y en ese momento se da el encuentro. Todos queremos saber qué va a pasar después”.

El primer encuentro entre Messi y Julián Alvarez sucedió en Córdoba en 2011. Para Álvarez debe haber sido un momento de éxtasis. Tenía once años y había viajado desde su pueblo, Calchín, para conocer a su ídolo. Para Messi debe haber sido solo una de las tantas fotos diarias que se saca con admiradores. Once años más tarde, a los 68:28 de la semifinal del Mundial, mientras Molina se adelanta de a pasitos para hacer el lateral, Messi se aleja unos metros de su marca, Gvardiol, y le hace una seña a Álvarez para que tome su lugar. Álvarez le hace caso y va al trote a ubicarse delante de Gvardiol, en posición de pivot. Con este truco Messi consigue quedar libre, ya que el otro croata que estaba cerca (con quien Gvardiol debería tener una buena charla) no se ocupe de marcarlo. Cuando Molina saca largo el lateral hacia Álvarez, Messi ya le marca el pase con su carrera recta por la línea, cosa que Álvarez interpreta y ejecuta a la perfección, y se la baja con el muslo derecho o con la cadera mientras aguanta la marca de Gvardiol.

Video que revela que Messi le dijo a Álvarez qué tenía que hacer para poder gestar el tercer gol de Argentina ante Croacia

68:33 - 68:44 Es sabido que el fútbol, a diferencia de los deportes yanquis, no ha generado buenas películas de épica deportiva. Quizá sea porque falta la mano de Hollywood, quizá por la dinámica propia del juego. Los Mundiales, sin embargo, son ficciones tan poderosas que suspenden nuestras vidas cada cuatro años, y este mundial en particular tuvo para Argentina todos los ingredientes de un guión tan clásico que podría enseñarse en las universidades de cine: un historial de frustraciones, un técnico novato denostado por la mayoría de la prensa, un héroe veterano ante a la última oportunidad de alcanzar la gloria, una caída inicial de la que se tienen que recuperar, un equipo que ayuda y potencia al héroe, una final contra el posible sucesor del héroe, un regreso al país con la copa del mundo, un festejo en carne viva, abierto, callejero, multitudinario.

Típica escena de película de acción: los antagonistas están armados pero en la batalla final pierden sus armas y luchan con sus propias manos. La excusa para dejar las armas es irrelevante. Lo hacen porque como espectadores necesitamos ver una lucha cuerpo a cuerpo. Messi pareciera saber esto y nos ofrece una escena de acción que va a durar exactamente once segundos, desde que recibe el pase de Álvarez en mitad de cancha hasta que le devuelve la pelota dentro del área para que haga el gol. Su antagonista será Josko Gvardiol, el defensor revelación del Mundial, hijo de pescadores, rápido, fuerte, enmascarado, quince años menor.

Messi controla el pase de Álvarez con la parte externa del pie izquierdo, y apenas la pelota pica, la toca con la cara interna del mismo pie por encima de la pierna de Gvardiol, que ya había dejado a Álvarez para cruzarlo. Messi logra ganarle medio metro de ventaja y le cruza el cuerpo por delante. En otro momento de su carrera, el duelo entre Messi y su marcador hubiera terminado en ese mismo momento: o lo dejaba atrás o le hacían un faul de expulsión. La disminución natural de su velocidad física es, paradójicamente, lo que termina haciendo que esta jugada sea una obra de arte. Para liberarse de Gvardiol, Messi tendrá que llevar la pelota más pegada al pie que nunca, arrancar, frenar, meter las manos (¿se habrá dado cuenta Messi de que en un momento le mete los dedos en la máscara?), pasar la pelota por debajo de una pierna, dar un rodeo, arrancar, cruzar el hombro, meterse al área, corcovear, aguantar empujones, y después de todo eso tener la claridad suficiente como para dar el pase atrás.

En el canal de YouTube DeportePasión se puede ver la jugada en cámara lenta y desde varios ángulos. El locutor español hace una comparación entre el baile de los jugadores y el tango, mete una referencia a un poema de Borges y dice cosas como “los amantes se entrelazan furiosos en el descarnado tango”. Pero más allá de la prosa barroca, creo que hay un error de concepto en la analogía que propone. El tango es un baile compartido, y el que guía por lo general insinúa con su cuerpo un movimiento que luego cumple, mientras que en esta jugada sucede exactamente lo contrario.

Álvarez ya ganó la posición y tocó la pelota para Messi
Álvarez ya ganó la posición y tocó la pelota para Messi

68:33 - 68:44 (bis) Un encuentro implica reconocimiento mutuo, por lo que no podemos tomar la foto de 2011 como el primer encuentro entre Messi y Álvarez. Creo que tampoco la Copa América. Para que se ajuste bien al ejemplo del piyama que propone el guionista veterano en El descanso, hay que tomar como verdadero momento de encuentro este Mundial, y más específicamente, este partido contra Croacia.

Messi ya había convertido un (dudoso, hay que decirlo) penal que le habían hecho a Álvarez. Álvarez ya había tomado en mitad de cancha un pase de Messi y había galopado casi en línea recta hasta meter el segundo gol en una arremetida a lo Kempes. Ahora, a los 68:33, Álvarez descarga hacia Messi y lo seguirá durante toda la jugada, sin desbocarse, siempre unos metros detrás de la línea de la pelota. Alvaréz combina intensidad física e inteligencia, y en sus movimientos sin pelota me recuerda a Luis Suaréz, otro que se entendía a la perfección con Messi. Si se mira el gol con la cámara táctica, se puede apreciar que Álvarez ofrece siempre el mismo ángulo de pase, como si estuviera unido a Messi con una escuadra invisible. Álvarez está en constante movimiento hasta que Messi termina de ganar su duelo y se mete al área; en ese momento se queda quieto, expectante. Otros dos jugadores argentinos llegan al área: De Paul por el primer palo y Tagliafico (creo) por el medio. El último defensor croata entre Messi y el arquero no sabe si marcar el arco o el pase atrás, y se queda a mitad de camino. En la final contra Alemania en 2014 se dio una situación similar pero Schweinsteiger leyó bien la jugada e interceptó el pase atrás de Messi. Ahora, en cambio, la pelota le llega limpia a Álvarez, que la cruza con la cara interna del pie derecho para superar al arquero.

Lionel Messi y Julián Álvarez celebran luego que Álvarez anotó el segundo gol de Argentina ante Croacia en la semifinal de la Copa Mundial. (AP Foto/Martin Meissner)
Lionel Messi y Julián Álvarez celebran luego que Álvarez anotó el segundo gol de Argentina ante Croacia en la semifinal de la Copa Mundial. (AP Foto/Martin Meissner)

68.49 Antes intenté refutar la analogía entre esta jugada y el tango. Mantengo la diferencia que marqué pero creo que más que nada lo hice porque no me gusta la prosa poética pretenciosa del informe español. Hay que admitir, sin embargo, que queda lindo el gol con música de tango. En el canal de YouTube Mundo Guanaco se puede ver la jugada en cámara lenta, muy bien editada y sin necesidad de palabras, con Canaro en París de la orquesta de Juan D’Arienzo (también en cámara lenta) como cortina musical. En el minuto 0:48 del video se pueden ver los dedos de la mano izquierda de Messi dentro de la máscara de Gvardiol. En el minuto 1:42 se puede ver la sonrisa de Julián apenas la pelota cruza la línea. Va corriendo hasta su ídolo. Se abrazan. Todos queremos saber qué va a pasar después.

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