Choppers, ¿cuál es la misión que tienen los pilotos de helicóptero de la Fuerza Aérea?

DEF recorrió las instalaciones de la Séptima Brigada Aérea, lugar donde se alistan y se sostienen las tripulaciones de Hugues 500, MI 17 y Bell 212 y 412. Capacidades y experiencias del personal de esta unidad militar.

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"Esta Unidad no tiene descanso, no para en ninguna época del año. Nunca está tranquila. De eso se trata y es nuestro trabajo", dice el comodoro Asís Bas. Foto: Fernando Calzada.
"Esta Unidad no tiene descanso, no para en ninguna época del año. Nunca está tranquila. De eso se trata y es nuestro trabajo", dice el comodoro Asís Bas. Foto: Fernando Calzada.

“Paint it Black” no solo es uno de los mejores temas de los Rolling Stones, sino que también es el tema de apertura de una de las series que marcó a fuego a una generación de hombres y mujeres: “NAM, Primer Pelotón”. En la mítica intro, se ven los helicópteros Bell sobrevolando Vietnam, piloteados por hombres uniformados con casco y lentes de sol, mientras suenan los primeros acordes de la banda de Jagger y Richards.

Además de los soldados, el otro gran protagonista de esa apertura es el helicóptero, al que se muestra como un instrumento militar indispensable para enfrentar un conflicto bélico moderno. En Argentina, los primeros modelos llegaron en la década del 60 y, desde entonces, se posicionaron como las mejores herramientas a la hora de pensar en misiones de apoyo, de ataque y de transporte, entre otras funciones. Los choppers son los pilotos de la Fuerza Aérea Argentina que vuelan este tipo de aeronaves. ¿Qué tienen para decir sobre las misiones que llevan adelante? Para saberlo, DEF visitó las instalaciones de la Séptima Brigada Aérea y conversó con los integrantes de la unidad rectora de la especialidad.

En Argentina, los primeros modelos de helicópteros llegaron en la década del 60 y, desde entonces, se posicionaron como las mejores herramientas a la hora de pensar en misiones de apoyo, de ataque y de transporte. Foto: Fernando Calzada.
En Argentina, los primeros modelos de helicópteros llegaron en la década del 60 y, desde entonces, se posicionaron como las mejores herramientas a la hora de pensar en misiones de apoyo, de ataque y de transporte. Foto: Fernando Calzada.

“Yo estoy a cargo del grupo aéreo que adiestra, alista y sostiene a las tripulaciones para realizar las operaciones que sean ordenadas por los superiores”, cuenta el comodoro Pablo Asís Bas. Inicialmente, según detalla, los primeros helicópteros con los que contó la F. A. A. fueron los Lamas, para uso en alta montaña; los Hugues, para búsqueda y salvamento de las unidades de Caza, y los Bell UH-1H. Antes de la guerra de Malvinas, se incorporaron los CH-47 Chinook (que fueron radiados de servicio). Hoy, además de estos últimos, la unidad cuenta con los Bell 212, los 412 y los MI 17.

CAPACITACIONES, CAMPAÑAS ANTÁRTICAS Y VUELOS POR TRES CONTINENTES

El comodoro Asís Bas explica que los pilotos de helicóptero de la Fuerza egresan del curso básico conjunto, realizado por la Escuela de Aviación del Ejército, en Campo de Mayo. Luego, las tripulaciones que dependen del grupo aéreo deben cumplir una serie de requisitos para poder volar, además de especializarse en los diferentes sistemas de armas en lo que a helicópteros de la F. A. A. respecta. Por ejemplo, pocos años atrás, cuando se incorporaron los Bell 412 –cuya utilidad más conocida es la de búsqueda y salvamento–, se sumaron nuevas capacitaciones, como la de realizar vuelos nocturnos.

"En Malvinas, estas aeronaves recuperaron personal y trasladaron heridos y carga. Todo gracias a su versatilidad", cuenta Cravero. Foto: Fernando Calzada.
"En Malvinas, estas aeronaves recuperaron personal y trasladaron heridos y carga. Todo gracias a su versatilidad", cuenta Cravero. Foto: Fernando Calzada.

En el presente, las tripulaciones están tomando cursos en Bahía Blanca para poder levantar las cargas que trasladará el Irízar en la próxima campaña antártica. “Las aeronaves que van a la Antártida son las de la Séptima Brigada Aérea. Hacen el despliegue, el apoyo, búsqueda y salvamento, y el posterior despliegue de todos los campamentos de científicos. Además, prestan servicio para las actividades propias de Marambio”, dice.

“Esta unidad no tiene descanso, no para en ninguna época del año. Nunca está tranquila. De eso se trata y es nuestro trabajo. Incluso, en determinada época del año, tiene operando de manera real, las 24 horas del día, helicópteros en tres continentes: en Sudamérica (Argentina), Europa (Chipre) y la Antártida. También asistimos en el Escudo Norte, tenemos alertas de otras unidades, realizamos tiros nocturnos y, obviamente, participamos en los ejercicios de nuestra unidad”, confiesa Asís Bas y detalla que, durante los primeros días de la cuarentena, debieron realizar los patrullajes aéreos sobre la Capital: “Al tener helicópteros bimotores, nuestras aeronaves pueden volar por arriba de la Ciudad”.

Durante los primeros días de la cuarentena, los pilotos debieron realizar los patrullajes aéreos sobre la Capital: “Al tener helicópteros bimotores, nuestras aeronaves pueden volar por arriba de la Ciudad”. Foto: Fernando Calzada.
Durante los primeros días de la cuarentena, los pilotos debieron realizar los patrullajes aéreos sobre la Capital: “Al tener helicópteros bimotores, nuestras aeronaves pueden volar por arriba de la Ciudad”. Foto: Fernando Calzada.

Con relación a los desafíos que supone el nivel de actividades y misiones que deben cumplir, el comodoro comenta que cada salida lleva más tiempo del que uno imagina porque siempre antes de cada vuelo se hace un briefing general y, luego, uno particular. Seguidamente, se preparan las aeronaves, se lleva a cabo la misión, pero, al volver, las tripulaciones deben revisar el vuelo en lo que se conoce como un debriefing. “¿Hasta qué hora se vuela? Hasta cuando sea necesario”, concluye.

VOCACIÓN POR LOS CIELOS

En este ambiente, las aeronaves probadas en combate tienen una mística que llena de orgullo a quienes las pilotean. DEF pudo dialogar con los integrantes de los distintos sistemas de armas del grupo aéreo, entre ellos, el capitán Francisco Cravero, actual piloto de Bell 212. “Este helicóptero tiene la capacidad de realizar vuelos instrumentales e, incluso, puede volar de noche. Es la evolución del UH-1H. También participó de la guerra de Malvinas, allí se realizaron los rescates de los pilotos eyectados, que es la misión principal de nuestra especialidad. En las islas, estas aeronaves recuperaron personal y trasladaron heridos y carga. Todo gracias a su versatilidad”, se jacta.

El primer teniente Cristian Dufau es oriundo de Villa Bosch y relata que, durante su adolescencia, al vivir tan cerca de El Palomar, sentía los ruidos de los Hércules y que eso funcionó en él como una suerte de imán. Foto: Fernando Calzada.
El primer teniente Cristian Dufau es oriundo de Villa Bosch y relata que, durante su adolescencia, al vivir tan cerca de El Palomar, sentía los ruidos de los Hércules y que eso funcionó en él como una suerte de imán. Foto: Fernando Calzada.

Además, el oficial explica que los Bell 212 prestan apoyo durante la campaña antártica, y que se los desarma para que puedan ser embarcados en los Hércules C-130: “Así es como cruzan a Marambio. Ya tenemos habilitadas a las tripulaciones que, en este momento, se encuentran en Bahía Blanca haciendo el curso relativo a la carga externa sobre un buque. Ellos deben poder aproximarse al Irízar, levantar la carga y realizar el abastecimiento a la base. Es una capacidad más”.

¿Por qué eligieron ser parte de la Fuerza Aérea? La historia de Cravero bien podría ser la de cualquier otro miembro. “Yo trabajaba en el campo con mi papá y empecé a mirar para arriba. Los A4 pasaban por mi casa. Comencé a comprar revistas, armar maquetas y a buscar en Internet. Supe que había una Escuela de Aviación, en Córdoba, así que me vino justo”, relata. Luego, la carrera lo llevaría a vivir experiencias únicas, como la de volar en Chipre y en la Antártida. “En Chipre, tenemos casi 30.000 horas de vuelo y dos certificados de excelencia de seguridad otorgados por la ONU”, cuenta.

El capitán Thomas cuenta que cuando contó en su casa que quería ingresar a la Fuerza Aérea sus padres lo miraron con cierto desconcierto. “Económicamente era todo complicado. Sin embargo, me apoyaron y pude ingresar. Fue una excelente decisión”, confiesa. Foto: Fernando Calzada.
El capitán Thomas cuenta que cuando contó en su casa que quería ingresar a la Fuerza Aérea sus padres lo miraron con cierto desconcierto. “Económicamente era todo complicado. Sin embargo, me apoyaron y pude ingresar. Fue una excelente decisión”, confiesa. Foto: Fernando Calzada.

“Volvería a elegir esta profesión”, confiesa, no sin antes resaltar que no siempre todo fue positivo. Por ejemplo, relata que su segunda hija nació mientras él estaba desplegado en Chipre y la conoció meses después. “Con mi esposa, siempre hablamos sobre estos desafíos. Recuerdo que mi primera hija nació cuando yo volvía de hacer horas de vuelo en simulador. Era domingo y mi esposa me fue a buscar al aeropuerto. A la noche, empezó con trabajo de parto. Ella es odontóloga y, por ejemplo, cuando yo estaba destinado en Córdoba, instaló un consultorio que después tuvo que mudar. Tenemos la gimnasia de mitigar los efectos que puede provocar mi profesión”, narra.

Por otro lado, el capitán Javier Thomas, oriundo de Tandil, comenta que eligió ingresar a la Fuerza porque desde su casa veía pasar a los Mirage y, hoy, es piloto de los Hugues: “Es una nave muy noble. Participó de la lucha contra el fuego, hizo traslados sanitarios y fue a Marambio, entre tantas otras misiones que llevó adelante. Se supieron aprovechar mucho sus capacidades. Es muy versátil y ha formado a los helicopteristas en los últimos años”.

Thomas cuenta que, cuando dijo en su casa que quería ir a Córdoba para ingresar a la Fuerza Aérea, sus padres lo miraron con cierto desconcierto. No solo estaba por egresar de una escuela secundaria con orientación en arte, sino que estaba finalizando el año 2002 y apenas habían transcurrido unos meses desde la crisis de 2001. “Económicamente, era todo complicado. Sin embargo, me apoyaron y pude ingresar. Fue una excelente decisión”, confiesa.

“Volar en la Antártida es la mejor experiencia que viví. Es hermoso volar allá, es un paisaje único, pero es un ambiente hostil. Hay que conocer sus particularidades", dice el mayor Ariel Maison. Foto: Fernando Calzada.
“Volar en la Antártida es la mejor experiencia que viví. Es hermoso volar allá, es un paisaje único, pero es un ambiente hostil. Hay que conocer sus particularidades", dice el mayor Ariel Maison. Foto: Fernando Calzada.

Si bien Thomas pudo realizar diferentes misiones, comenta que su principal motivación es la de formar gente: “Realmente es algo muy lindo. Poder enseñar y transmitir. Yo me acuerdo de mi primer vuelo solo. Es un instante de ansiedad y miedo porque es la primera vez que volamos sin nadie más en la cabina. El poder transmitir mis conocimientos es la mayor recompensa que puedo tener”.

El primer teniente Cristian Dufau también tiene una historia para contar. Él vuela a los Bell 412 y, si bien es oriundo de Villa Bosch, relata que, durante su adolescencia, quiso ingresar en el Liceo Militar Aeronáutico, en Santa Fe. Recuerda que, al vivir tan cerca de El Palomar, sentía los ruidos de los Hércules, algo que funcionó en él como una suerte de imán. Más tarde, como instructor, le tocó tener al entonces primer teniente Cravero (quien lo acompaña hoy como miembro del grupo aéreo de la Brigada). “Él me contagió la pasión por la especialidad de helicópteros”, cuenta.

Dufau detalla que el 412 es muy reciente y que se lo considera la evolución del 212, porque tiene mayor desarrollo tecnológico, con instrumentos más precisos, y un rotor con mayor capacidad de respuesta. “Fue adquirido para búsqueda y rescate. Aunque, si bien está destinado a eso, también se aprovechan sus otras funciones, como por ejemplo, realizar vuelos con visores nocturnos”, describe.

Los helicopteristas de la Fuerza Aérea vuelan en Argentina, Chipre y la Antártida. Foto: Gentileza F.A.A..
Los helicopteristas de la Fuerza Aérea vuelan en Argentina, Chipre y la Antártida. Foto: Gentileza F.A.A..

El hombre de Villa Bosch tiene 28 años y, sin embargo, está marcado por los relatos de los veteranos de la guerra de Malvinas. “Cuando vienen a dar conferencias, nos transmiten su pasión. Tienen un sentido de pertenencia tan grande que nos lleva a seguir luchando”, agrega.

EL DESAFÍO DE VOLAR EN LA ANTÁRTIDA

El mayor Ariel Maison es el jefe del Escuadrón 3 del sistema de armas MI 17, un helicóptero ruso diseñado para la operación antártica. “Esta Brigada (la Séptima) brinda apoyo logístico, ayuda y salvamento en la campaña”, explica, y agrega que, este año, a los MI 17 les toca mantenimiento, por lo que deberán desplegar los Bell 212.

El MI 17, comenta Maison, es una aeronave mediana-pesada y de largo alcance. “Cruza el pasaje de Drake, desde Ushuaia a Marambio. Se trata de un cruce de seis horas que demanda una planificación muy exhaustiva de la meteorología porque, en la Antártida, el clima puede jugar en contra”, indica y confiesa que su escuadrón es el que más cruces intercontinentales tuvo.

“Volar en la Antártida es la mejor experiencia que viví. Es hermoso volar allá, es un paisaje único, pero es un ambiente hostil. Hay que conocer sus particularidades. Por ejemplo, uno sabe que, si no se le brinda asistencia a una persona aislada, esta puede fallecer en cuestión de horas. Por ejemplo, hay un fenómeno muy común que se llama mar de nubes. Estas se forman al nivel del mar y cubren Marambio; entonces, quizá, no se puede despegar ni aterrizar. El clima es muy desafiante”, finaliza.

* Esta nota fue producida y escrita por una miembro del equipo de redacción de DEF

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