
El Museo Nacional de Bellas Artes conmemora el centenario del nacimiento de Carlos Gorriarena con una exposición que recorre cinco décadas de su producción artística, permitiendo al público adentrarse en la evolución de uno de los grandes referentes de la pintura argentina contemporánea.
Desde el jueves 2 de octubre, a las 19, la muestra temporaria Carlos Gorriarena. Retrato de un momento reúne cerca de 30 obras en el primer piso del museo, abarcando desde los inicios del artista en el informalismo de los años sesenta hasta sus piezas más emblemáticas, donde la figura humana se convierte en el eje central de su lenguaje visual.
La curaduría, a cargo de Gabriela Naso, investigadora del museo, propone un recorrido por las distintas etapas creativas de Gorriarena (1925-2007). Según explicó Naso, el pintor alcanzó “una imagen inconfundible”, caracterizada por “una paleta de combinaciones estridentes, una pincelada cargada de gestualidad y una estudiada distorsión de las figuras y los espacios”, recursos que le permitieron construir “un léxico propio, desde el que abordó los aspectos de la realidad que consideró urgentes, esenciales, ineludibles”.

El director del Bellas Artes, Andrés Duprat, destacó que en la obra de Gorriarena “la hipérbole funciona como principio organizador del discurso”. Duprat subrayó que la mirada del artista ofrece “retratos punzantes de personajes de la política nacional e internacional, pero también representaciones arquetípicas del poder y el mundo del espectáculo”. Añadió que “la banalidad se vuelve caricatura a través del uso de colores estridentes y de la dimensión agigantada, deforme, del cuerpo humano y los espacios que habita”.
La exposición no solo permite apreciar la evolución formal y conceptual del artista, sino que también pone en primer plano su rol como maestro y referente. Duprat remarcó que la muestra invita a recorrer “cinco décadas de trabajo de un artista y maestro que transmitió con generosidad su forma de sentir la pintura a quienes tuvimos la oportunidad de conocerlo”. Para el director, “la figura de Gorriarena trasciende su tiempo, y se proyecta aún hoy sobre aquellos que ejercitan el oficio de la pintura como modo de creación”.

En cuanto a los temas que guiaron la producción de Gorriarena, Naso señaló que “darle cara y cuerpo al poder fue el tema rector de su producción”. Durante la década de 1970, el artista se enfocó en quienes detentaban el poder político y militar, y con el retorno de la democracia amplió su mirada para incluir otros aspectos de la vida social y personal.
La curadora explicó que la selección de obras busca “iluminar algunos aspectos de su prolífica trayectoria, en la que un trazo del pincel, un gesto captado de forma fugaz o las sombras proyectadas sobre una pared son capaces de condensar el clima de una época con la más potente elocuencia”.
La muestra incluye pinturas de mediano y gran formato —tres de ellas pertenecientes a la colección del Bellas Artes—, así como bocetos, apuntes, documentos y fotografías que permiten acercarse a los procesos de trabajo del artista.

El mismo jueves 2 de octubre, en las salas adyacentes del primer piso, se inaugura también la exposición Fernando Maza: La construcción de la pintura, que reúne más de 50 obras de otro destacado exponente del arte argentino del siglo XX y recorre desde su etapa informalista de fines de los años 50 hasta sus últimas pinturas realizadas en Nogent-sur-Marne.
Tras su paso por Buenos Aires, Nueva York, Londres y París, Maza desarrolló una trayectoria marcada por el contacto con diversas escenas artísticas, lo que enriqueció su lenguaje visual. El director del Bellas Artes, Andrés Duprat, destacó que “la trayectoria de Maza se forjó en el recorrido por distintas geografías”, y subrayó que sus obras despliegan “símbolos como personajes misteriosos”, generando imágenes “enigmáticas e inquietantes” que alteran los códigos de percepción y las coordenadas espaciales.

El curador Pablo De Monte señaló que las pinturas de Maza proponen un universo donde objetos, signos y fragmentos se convierten en protagonistas de paisajes que no buscan representar la naturaleza, sino construirla. En estos escenarios, la línea de horizonte organiza la mirada y los objetos oscilan entre lo reconocible y lo enigmático: “escaleras que no conducen a ningún lugar, arcos que sugieren pasajes, signos lingüísticos que prometen un mensaje que nunca se define”. Letras, números y el signo & (ampersand) aparecen como personajes en un espacio donde “el tiempo parece cristalizarse”.
La exposición iniciará una itinerancia federal tras su paso por Buenos Aires, con presentaciones en el Museo Evita Palacio Ferreyra de Córdoba y el Museo MAR en Mar del Plata.
*El público podrá visitar ambas muestras hasta el 11 de enero de 2026, de martes a viernes, de 11 a 19.30 (último ingreso), y los sábados y domingos, de 10 a 19.30.
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