
En un contexto marcado por la creciente polarización en los debates públicos, el filósofo y ensayista Antonio Gómez Villar presenta su obra Transformar no es cancelar, un libro que busca desentrañar las tensiones ideológicas contemporáneas. El autor aborda cómo las dinámicas de confrontación, a menudo simplificadas bajo el término “batallas culturales”, esconden profundas desigualdades históricas y conflictos no resueltos. Este ensayo, que cuenta con una introducción de la filósofa Luciana Cadahia, se posiciona como una herramienta para comprender y superar las trampas de la polarización.
Gómez Villar examina cómo las antiguas esferas culturales privilegiadas han reaccionado ante la emergencia de nuevos grupos sociales que buscan visibilidad en el espacio público. Estas élites, que históricamente han ocupado posiciones de poder, adoptan ahora una narrativa de victimización, presentándose como “perdedores” frente a las demandas de las minorías emergentes. Este fenómeno, según el autor, refleja una voluntad de desentenderse de responsabilidades sociales y políticas, lo que agrava los desafíos actuales.
El ensayo también analiza el fenómeno de la cultura de la cancelación, que Gómez Villar describe como una respuesta moralizante que, lejos de transformar, perpetúa dinámicas de poder conservadoras. Según el autor, esta práctica se basa en una gramática punitivista que reduce los conflictos políticos a cuestiones personales, impidiendo una comprensión colectiva del agravio. En este sentido, el libro plantea que la cancelación no solo no resuelve los problemas heredados, sino que los reproduce bajo nuevas formas, limitando la posibilidad de un cambio estructural.
La polarización y el doble resentimiento
Uno de los puntos centrales del análisis de Gómez Villar es lo que denomina el “doble resentimiento”. Este concepto se refiere, por un lado, al malestar de las élites tradicionales que ven amenazada su hegemonía cultural y, por otro, a las tensiones internas de las nuevas políticas de identidad, que a menudo reducen lo político a lo personal. Esta última tendencia, según el autor, puede derivar en una idealización del dolor y la negatividad, lo que dificulta la construcción de un horizonte emancipador.
El ensayo destaca cómo las antiguas mayorías hegemónicas, al adoptar una postura de victimización, buscan mantener sus privilegios mientras evitan asumir las transformaciones necesarias. Este fenómeno, que Gómez Villar describe como un “nuevo señoritismo agraviado”, se manifiesta en figuras públicas que trivializan conceptos como la libertad, exacerbando la polarización y desinhibiendo actitudes negacionistas frente a los desafíos globales.

Crítica a la cultura de la cancelación
En su análisis de la cultura de la cancelación, Gómez Villar señala que esta práctica, aunque pretende ser una herramienta de justicia social, a menudo cae en un movimiento moralizante que despolitiza los conflictos. Según el autor, la cancelación se basa en una lógica conservadora que prioriza el castigo sobre la transformación, perpetuando un ciclo de dolor y agravio sin ofrecer soluciones a largo plazo.
El autor retoma las ideas de la filósofa Wendy Brown, quien ya había advertido sobre los riesgos de una comprensión liberal y no sistémica del poder. Gómez Villar argumenta que la cancelación, al centrarse en el pasado y en la repetición de agravios, limita la posibilidad de imaginar un futuro diferente. En lugar de abrir un espacio para la crítica radical, esta práctica refuerza las dinámicas de exclusión y polarización.
Más allá de las certezas ontológicas
A pesar de las dificultades que plantea el panorama actual, Gómez Villar propone una estrategia hegemónica orientada a desbloquear las dinámicas colectivas y superar las falsas dicotomías entre viejas y nuevas ofensas. El autor aboga por una politización que priorice la emancipación de las clases subalternas, evitando tanto la idealización del dolor como las respuestas punitivistas.
El ensayo destaca la importancia de reconstruir las posiciones ideológicas de los adversarios sin recurrir al juicio de intenciones o al trazo grueso. Según el autor, esta práctica permite comprender las raíces de los conflictos y formular respuestas que no solo sean humanamente comprensibles, sino que también ofrezcan soluciones a los problemas heredados.
La mayoría de los medios que han analizado el libro subrayan que Transformar no es cancelar es una obra de gran relevancia política, que invita a problematizar las consecuencias de la cultura de la cancelación y a habilitar nuevos espacios para la crítica. Gómez Villar plantea que, para superar las trampas de la polarización, es necesario adoptar una perspectiva teórica que permita pensar más allá de las certezas ontológicas y los binarismos rígidos.
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