“En mi casa no entra un gato”: primeras experiencias, anécdotas y libros que rodean las aventuras de un “gatuno primerizo”

En diálogo con Infobae Cultura, el periodista y filólogo español Pedro Zuazua Gil reveló cómo fueron los primeros años con su gata Mía, quien lo inspiró a escribir un blog, primero, y más tarde un libro que navega por sus temores, aprendizajes y lecturas

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Pedro Zuazua Gil presenta "En mi casa no entra un gato" - #Cultura

Ya lo dijo Charles Dickens: “¿Qué mayor regalo que el amor de un gato?”. Y esa cita es la que hoy comprende Pedro Zuazua Gil, quien tras 4 años de convivencia felina, no concibe su vida sin la compañía de Mía y Atún, sus gatos; y entre sorprendido y orgulloso de sí se reconoce parte de la “logia felina” aunque con preocupación enumera a las grandes mentes que convivieron con los herederos de la diosa Bastet. “Hemingway, Capote, Burroughs... eran toda gente complicada, ¿no?”

Días atrás, Zuazua habló con Infobae vía Zoom y, como buen gatuno, antes de comenzar a responder las preguntas mostró qué hacían Mía y Atún (descansaban de hacer nada, claro) y preguntó: ¿Tenés gato? Mi “¡Sí! Vivo con Lucero, una gata de 17 años y 9 meses” fue suficiente para que sonriera y sintiera esa camaradería que solo se logra entre quienes van a intercambiar anécdotas de sus felinos.

Comenzó con las suyas: “Hace 4 años, una pequeña gata blanca y marrón clarito llegó a en mi vida. No diría que por error sino casi por obligación de mis amigos porque yo no quería tener un gato. De hecho, la frase que siempre repetía era: ¡En mi casa no entra un gato!... Y después de mucha insistencia, la pequeña Mía, un ser minúsculo, adorable por fuera con mucha maldad por dentro, como todos los gatos, se coló en mi pequeño departamento del centro de Madrid y trastocó mi vida por completo”, reconoce el hombre nacido en Oviedo en 1981 sobre el inicio de ese camino sin retorno.

Aquella la primera noche como “padre primerizo”, tal se reconoce por esos días, no fue tal como la imaginaba horas antes de que Mía entrara a su piso madrileño: “Yo pensaba que iba a dormir como yo, de 12 a 8 de la mañana, que desayunaríamos a la vez y a la vuelta de trabajar me estaría esperando en casa para contarnos cómo nos había ido en el día y a dormir... Pero la primera noche fue un torbellino, no dejó de moverse. ¡Me desesperó bastante! De hecho llamé a la amiga que me la había traído para decirle: ‘¡Ven por la gata porque este animal no va a ser feliz conmigo y yo no voy a ser feliz con este animal! y que sería mejor que cada uno viva por su cuenta... Cuatro años después estoy enamorado de Mía y además tengo otro gato, el pequeño Atún”.

“Dos personas, al conocerse, se relajan totalmente cuando descubren que ambas tienen gatos. Y se zambullen en las anécdotas”, la cita de Charlotte Gray que abre un capítulo de “En mi casa no entra un gato”. (Duomo Ediciones, 2018)
Mía Zuazua al lado de los libros que cuentan sobre su vida y que fue escrito por el periodista que la adoptó hace 4 años. (@enmicasanoentraungato)
Mía Zuazua al lado de los libros que cuentan sobre su vida y que fue escrito por el periodista que la adoptó hace 4 años. (@enmicasanoentraungato)

Mía Zuazua, la musa inspiradora de Pedro Zuazua Gil y protagonista de “En mi casa no entra un gato”

El 19 de junio de 2016 con dos meses recién cumplidos, la pequeña felina entró en la vida de Pedro que, hasta ese momento, tenía la vida de cualquier treintañero normal (sin gatos). Había estudiado Filología —”una profesión aún más extraña que la de periodista”, definirá durante la entrevista virtual—, tenía un Máster en Periodismo y había iniciado su carrera en La Nueva España y por esos días ya escribía en El País (donde para su suerte se encontró otros gatunos con los que luego hablaría en complicidad sobre las andanzas de sus felinos).

“Los primeros días junto a Mía fueron aprender cómo era vivir con un gato, con la realidad de que la casa dejaba de ser mía para ser suya... Fue ver cómo se hacía del control de mi casa y de mi corazón”, asegura sobre aquellas vivencias que, como buen periodista, comenzó a relatar y luego a plasmar en letras.

Primero fueron posteos en el blog “Animales y Cia” (El País). Más tarde esas aventuras dieron vida al libro que superó todas sus expectativas. “Nunca imaginé que escribiría un libro sobre gatos”, admite y se muestra orgulloso del resultado: “Narro un poco la experiencia de un padre primerizo, de un felino, pero primerizo en cualquier ámbito de la vida porque para mí descubrir lo que era tener un gato fue enterarme de lo que son los veterinarios, los areneros, los tipos de comida, hasta qué punto te pueden rascar cualquiera sofá, cuántos peligros hay encima de una mesa y que desconoces hasta que un gato te los muestra... Y un descubrimiento muy importante: ¡saber hasta cuánto se puede llegar a querer a un animal! A Mía ya la quería muchísimo, pero ahora tengo dos y los quiero con locura. ¡No entendería mi vida sin ellos!”, admite.

“No puedes nunca ser dueño de un gato; en el mejor de los casos te permite ser su acompañante”. Harry Swanson
Mía antes de llegar a la casa de Pedro. (@enmicasanoentraungato)
Mía antes de llegar a la casa de Pedro. (@enmicasanoentraungato)

La decisión de tener a esa compañera de piso no fue bien tomada por su madre, “una señora de capital de provincia española, muy clásica, muy conservadora”, la describe: “Hay cierta teoría que acompaña la adopción de gatos y es que las personas que convivimos con los gatos somos personas dadas a la soledad y a la soltería... Cuando le dije a mi madre que había adoptado una gata la primera cosa que me dijo es: ¿No te vas a casar nunca, entonces?”.

De alguna manera, Zuazua comprende la teoría de su madre: “He ido leyendo más y he visto que, efectivamente, está muy asociada la idea del gato o gata con la soltería o la soledad, de hecho muchos de los escritores más atormentados han tenido gatos... Me preocupaba que todos los autores que habían tenido gatos eran gente que está un poco derivada de la cabeza: Hemingway, Capote, Burroughs... toda gente complicada, ¿no?”, dice y ríe con complicidad sobre lo que descubría a medida que se adentraba en el mundo felino.

“Se ha escrito mucho de los gatos porque los gatos son muy literarios, muy enigmáticos, muy elegantes, muy nocturnos, son personajes muy peculiares, muy egoístas, tienen un punto muy humano. Yo creo que nos gustan tanto porque son felinamente humanos, son muy egoístones... ¡Van muy a lo suyo!”, reconoce dejando escapar la resignación de saberse el compañero de piso aceptado por la gata que, al llegar, en pocos minutos se apoderó de su departamento.

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“Lo crean o no, existe un montón de literatura sobre gatos. Los gastos de mi tarjeta dan fe de ello [...] Pocos animales dan tanto juego a la hora de escribir sobre ellos. Los gatos son elegantes, misteriosos, independientes, interesados, ariscos y adorables al mismo tiempo, simpáticos, ocurrentes y, sobre todo, les gusta ser protagonistas. Y además quedan bien. Si tienes un gato, serás mejor escritor que si no lo tienes. [...] La imagen de los gatos se ha visto afectada por los autores con los que han compartido su vida, curiosamente, algunos de los más raritos e intensos. ¿Casualidad? No lo creo. ¿Bukowski? Gato. ¿Burroughs? Gato. ¿Cortázar? Gato. ¿Hemingway? Gato. Es decir, algunos de los exponentes de escritores malditos o de literatos que hay que leer varias veces para entender lo que quieren decir tenían gatos. Eso explica muchas cosas”. “Los gatos y la literatura”, En mi casa o entra un gato (Duomo Ediciones, Barcelona, 2018).

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El departamento de Pedro Zuazua se convirtió en un hogar con la llegada de Mía. "Los gatos hacen hogar", asegura.(@enmicasanoentraungato)
El departamento de Pedro Zuazua se convirtió en un hogar con la llegada de Mía. "Los gatos hacen hogar", asegura.(@enmicasanoentraungato)

Sin salir de la incógnita que rodea a los felinos, tan bien captada por grandes autores —muchos de los cuales son citados en el libro para acompañar su recorrido en ese atractivo mundo—, intuye que es la esencia que jamás perdieron la que atrapó los corazones de aquellas grandes mentes rendidas a la potestad felina.

“Salvo que tengas un gato-perro (como su gato Atún) nunca sabes cuándo un gato te va a dar amor. Creo que una de las patas que ha enganchado a tantos escritores es ese punto enigmático que tienen los gatos: no sabes qué están pensando y lo que les está pasando por esas cabezas, que seguramente estén maquinando maldades las 24 horas del día, pero maldades que llevan a cabo con tanta elegancia que son muy literarias las maldades que hacen y además muy divertidas”.

Pedro, hoy experto en gatos, no sólo se nutrió de literatura para entender el mundo en el que se estaba metiendo sino que hizo un curso online para correr el velo a las incógnitas que necesitaba fueran develadas. Lo describe en el libro: “Quería convertirme en el mejor padre gatuno del mundo. (...) Durante la primera semana con un gato en tu vida mantienes intacta la inocencia de pensar que lograrás educarlos conforme a lo que tú deseas, ilusión que desaparecería tras el mensaje de saludo del curso: El objetivo principal es disfrutar más de nuestros gatos. Esto se consigue, básicamente, sabiendo cómo son y qué necesitan. (...) es decir iban a descifrar cómo han conseguido someter al mundo. Según el ADN, los gatos que en la actualidad dominan nuestras casas provienen del gato salvaje africano. [...] Los gatos, decía el curso, presentan una tendencia solitaria, pero también quieren interactuar de vez en cuando. Traducción: los gatos son unos caprichosos”, narra en el capítulo “Sí, hice un curso para educar a mi gata”.

Sin bajarlos nunca del podio, asume que los felinos “son seres sumamente inteligentes que se han hecho con el control de internet sin manejar ordenador”.

“Del gato me gusta su temperamento independiente, ingrato, que le impide sentir apego por alguien. La indiferencia con que pasa del salón al tejado”. François-René de Chateaubriand.
Para tratar de entender a Mía, Pedro Zuazua se nutrió de muchos libros sobre gatos. (@enmicasanoentraungato)
Para tratar de entender a Mía, Pedro Zuazua se nutrió de muchos libros sobre gatos. (@enmicasanoentraungato)

Sin dejar de sorprenderse ante cada descubrimiento deduce: “Ya los antiguos egipcios los veneraban, pero si ahora levantaran la cabeza y dijeran ‘Oye, ¿qué tal nos ha ido con los gatos?‘, miles de años después dirían ‘¡Hombre, pues nos ha ido bastante bien porque dominamos internet y los humanos siguen limpiando nuestros areneros mientras nosotros observamos como cogen la palita y recogen nuestras deposiciones mientras disfrutamos de ello'”.

“Si fuera posible cruzar a un hombre con un gato mejoraría el hombre, pero se deterioraría el gato”, Mark Twain.

El libro de Zuazua es un condimentado diario de vida de quien necesita exteriorizar todo lo que vive a fin de hallar socorro, pares que lo comprendan. Ello hace inevitable la risa frente a sus páginas, tan solo por imaginar al autor azorado frente a situaciones en las que se ve derrotado por un pequeño ser cuyo peso promedia el kilogramo.

Es prácticamente un diario del descubrimiento de la convivencia con un gato porque hay una cosa que digo en el libro, medio en broma, medio en serio: los dueños de los gatos tenemos esa logia gatuna, esa masonería felina. Tenemos como un pacto no escrito: solamente contamos las bondades de nuestros gatos y nunca contamos lo que hacen mal. Siempre contamos lo ricos que son, lo cariñosos que son, lo ágiles que son, lo buenos que son... A mi me habían contado todo eso. Cuando llegó Mía a casa era cariñosa cuando quería, era torpe porque lo tiraba todo, no me hacía caso… ¡A mí me han engañado! ¡Me han estafado! Me han vendido un animal que era un osito de peluche y me han traído un tigre!”, se queja entre risas.

Zuazua en la Feria de España firmando su primer libro en el que cuenta su vida al lado de su gata Mía. (@enmicasanoentraungato)
Zuazua en la Feria de España firmando su primer libro en el que cuenta su vida al lado de su gata Mía. (@enmicasanoentraungato)

En mi casa no entra un gato (editado en 2018 en España) es una aventura que supera sus expectativas: “Le está yendo fantásticamente bien en los países en los que ha salido. De momento está en España, México y Argentina. Mía tiene una cuenta en Instagram, que es el nombre del libro, (@enmicasanoentraungato) tiene 15.100 seguidores y una pandilla de amigos muy divertida y muy cariñosa”.

En ese mismo tono, sin dejar de sorprenderse del camino que lo trae hoy virtualmente a Buenos Aires admite: “A veces echo la vista atrás y digo: “¿Yo en qué momento me convertí, no voy a decir en un experto gatuno, pero sí en alguien que sabe tanto de gatos?”. Pero es verdad que la vida es así... No sé quién decía que ‘los dioses nos traen los inesperado’... Y esto es inesperado porque jamás pensé que tendría un gato, y ahora tengo dos. Y jamás pensé que organizaría mi vida a partir de poder organizar la vida de los gatos y hoy en día es organizar mis vacaciones en función de que los gatos estén bien y estén atendidos... ¡Me veo un poco friki a veces!”.

Ese ingreso al mundo felino le abrió las puertas del mundo animal al punto de reconocer que en estos años “he descubierto un amor por los animales que no tenía”, admite. “A mí antes un gato me daba miedo, me daba pavor y un perro ¡ni te cuento! y ahora mi relación con los animales ha cambiado bastante. Ahora mi relación con los animales es muy diferente, los veo de otra manera. Siempre que conozco un amigo que va a tener un gato o un perro les hago la pedagogía: Oye, en primer lugar, es una responsabilidad; en segundo lugar, lleva unos gastos y en tercer lugar, lo más importante: ¡no compres, adopta!”, finaliza.

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