El impacto de Carlo Acutis, el primer santo milenial, trasciende fronteras y generaciones.
Su vida, marcada por una fe inquebrantable y el uso innovador de la tecnología para difundir el mensaje católico, ha dejado una huella profunda, especialmente en Colombia.
“Estar siempre unido a Jesús, ese es mi proyecto de vida”, afirmaba Carlo Acutis, que falleció a los 15 años de edad en 2006, pero cuyo legado continúa inspirando a jóvenes, parroquias y comunidades digitales.
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Nacido el 3 de mayo de 1991 en Londres, Carlo Acutis manifestó desde la infancia una devoción singular.
A los 7 años recibió la primera comunión y, a los 12, el sacramento de la confirmación. Su compromiso con la fe lo llevó, entre los 12 y 15 años, a investigar los milagros eucarísticos reportados por obispos de todo el mundo y avalados por la Iglesia católica.

Con la información recopilada, decidió crear un sitio web que reunía apariciones marianas, ángeles y demonios, el más allá y, sobre todo, “los milagros eucarísticos en el mundo”.
En este compendio digital, compuesto por 163 paneles informativos, Acutis ofreció un recorrido visual y narrativo sobre los sucesos milagrosos reportados a lo largo de los siglos y avalados por la Iglesia católica. Una de las historias que más llamó su atención fue la del milagro de Tumaco, ocurrido el 31 de enero de 1906 en un remoto puerto colombiano.
Según relata el testimonio incluido por Acutis: “De pronto una ola enorme cubrió el puerto, entró en el mercado llevándose todo, las embarcaciones que estaban en tierra fueron lanzadas a gran distancia causando innumerables desgracias. La isla de Tumaco milagrosamente sobrevivió de la catástrofe gracias a la fe de sus habitantes y a la bendición que impartió el padre Gerardo Larrondo con el santísimo sacramento”.
Carlo Acutis habría contactado directamente a los habitantes de Tumaco para conocer de primera mano los detalles de la experiencia, buscando reflejar fielmente la vivencia en su plataforma digital. Haber incorporado este testimonio evidencia la relevancia que otorgaba a las historias de fe no solo de Europa, sino también de Latinoamérica.
La vida de Acutis, abruptamente truncada a los quince años en 2006 a causa de una leucemia fulminante. No obstante, antes de morir, había prometido a sus padres que, al cumplir la mayoría de edad, planeaba visitar en persona Tumaco y sus playas, motivado por la gratitud y admiración hacia la comunidad que había resistido la catástrofe de principios del siglo XX a través de la fe.
Sobre el milagro en Tumaco
La historia del Milagro Eucarístico de Tumaco ha marcado profundamente la identidad de este municipio colombiano, donde la fe y la memoria colectiva se entrelazan en torno a un suceso que, según los testimonios, desafió las leyes de la naturaleza.
El 31 de enero de 1906, un terremoto de magnitud 8.8 sacudió la pequeña isla del Pacífico, generando un tsunami que amenazó con arrasar la localidad. En medio del pánico, los habitantes acudieron a la iglesia y suplicaron al padre Gerardo Larrondo y al padre Julián que intercedieran por ellos.

“El padre Gerardo, en medio de su angustia, consumió todas las hostias consagradas de la píxide y conservó sólo la Hostia Magna”, relatan los documentos recogidos por Carlo Acutis.
La comunidad, guiada por los sacerdotes, se dirigió hasta la orilla de la playa, donde el peligro era inminente. En ese momento decisivo, el padre Larrondo alzó la hostia consagrada y, al trazar el signo de la cruz, “la ola se detuvo y comenzó a retroceder”. Este hecho, considerado milagroso por los pobladores, permitió que “la isla de Tumaco, milagrosamente, sobrevivió de la catástrofe gracias a la fe de sus habitantes y a la bendición que impartió el padre Larrondo con el Santísimo Sacramento”.
La memoria del milagro también se materializa en la Playa de El Bajito, donde una escultura monumental representa al padre Gerardo Larrondo sosteniendo la Hostia Magna frente a la ola. “La escultura, elaborada por el maestro Edwin Fernando Ramos, busca inmortalizar el momento en que la fe detuvo la catástrofe”.
Esta obra, impulsada por la Iglesia y la comunidad, se ha convertido en un símbolo de esperanza y transformación para Tumaco. Una réplica del monumento fue entregada al Papa Francisco, consolidando su reconocimiento a nivel internacional.Cada 31 de enero, la comunidad de Tumaco realiza procesiones y actos de adoración en honor al milagro. “Más allá de su significado religioso, el Milagro Eucarístico de Tumaco representa un símbolo de identidad, fe y memoria colectiva para el municipio”. Líderes religiosos y autoridades locales promueven que esta historia inspire un cambio positivo para la región.
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