Profesor Carlos Manrique sobre el caso Miguel Uribe: “Las palabras golpean de la misma forma que las balas”

El profesor de la Universidad Externado habló sobre la influencia del lenguaje político en la violencia, a propósito del magnicidio del senador Miguel Uribe Turbay

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Tributo a Miguel Uribe Turbay
Tributo a Miguel Uribe Turbay en el Congreso de Colombia | REUTERS/Luisa Gonzalez

En diálogo con el programa W Sin Carreta de W Radio, Carlos Manrique, doctor en historia y profesor de la Universidad Externado de Colombia, analizó el contexto histórico y social de los magnicidios en el país, a propósito del asesinato del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay.

El académico sostuvo que este tipo de hechos no son recientes y que sus raíces se remontan a siglos atrás, reflejando la dificultad para gestionar el conflicto interno de manera pacífica.

El atentado en Fontibón contra
El atentado en Fontibón contra Miguel Uribe Turbay muestra los límites de los programas sociales para prevenir la violencia juvenil - crédito redes sociales

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Según explicó, la persistencia de este fenómeno está ligada a la forma en que se concibe al contradictor político.

“Tratamos al otro como enemigo y no como adversarios. Finalmente, las palabras golpean de la misma forma que las balas”, afirmó. Para Manrique, esta visión contribuye a perpetuar una estructura política violenta que se mantiene a lo largo del tiempo y que ha dejado huella en la vida cotidiana de la población. “Somos violentos hasta en nuestra cotidianidad”, añadió al medio de comunicación.

El historiador señaló que, más allá de los episodios puntuales, el problema se enmarca en un patrón cultural y político donde el lenguaje agresivo y la confrontación constante terminan siendo parte del debate público.

En su concepto, estos discursos no solo tensionan el clima político, sino que también pueden escalar hasta convertirse en actos de violencia física.

Durante la entrevista, Manrique fue consultado sobre el contraste entre los avances tecnológicos y la persistencia de la violencia. En su respuesta, advirtió que no es posible equiparar el progreso en materia de tecnología con los cambios en el comportamiento humano.

“La tecnología puede avanzar de un modelo a otro, diferente a los humanos que deben aprender”, indicó, subrayando que el desarrollo de nuevas herramientas no garantiza por sí mismo una transformación en las formas de relacionarse o de resolver los conflictos.

crédito archivo Colprensa
crédito archivo Colprensa

En cuanto al panorama político que se avecina, con las elecciones previstas para 2026, el profesor del Externado expresó que no se ha evidenciado un descenso significativo en el tono del discurso público.

A su juicio, resulta fundamental que el lenguaje que se emplea en la arena política cumpla una función pedagógica y contribuya a redefinir la manera en que se concibe al oponente.

- @SenadoGovCo/X
- @SenadoGovCo/X

“El discurso no se ha desescalado”, reconoció, aunque recalcó que es posible trabajar para que las diferencias ideológicas se tramiten desde el respeto y sin recurrir a expresiones que legitimen la violencia. En ese sentido, insistió en que la educación desde la palabra es clave para fomentar un cambio de enfoque.

Para Manrique, comprender al “otro” como adversario y no como enemigo es un paso necesario para modificar la dinámica del debate nacional. En sus palabras, la política debe orientarse hacia proyectos que incluyan y respeten la diversidad de opiniones, sin que ello implique tolerar agresiones. “La palabra debe estar cargada de proyectos políticos, pero no hay cabida para la violencia”, concluyó en W Radio.

El análisis del académico se produce en un contexto de alta sensibilidad social y política, marcado por el reciente magnicidio de Uribe Turbay, que ha generado múltiples reacciones y llamados a replantear el lenguaje en la esfera pública.

El edil estuvo en todo
El edil estuvo en todo momento junto a Uribe durante su acto en la localidad de Fontibón - crédito @victormosqueras/IG

Para expertos como Manrique, abordar el problema desde la raíz implica revisar no solo las prácticas violentas, sino también el modo en que se construye y transmite el discurso político en Colombia.

Este enfoque, según el historiador, requiere de un compromiso sostenido por parte de líderes, instituciones y ciudadanía, de manera que las diferencias puedan canalizarse por vías democráticas y pacíficas.

En su intervención, dejó claro que el cambio no depende exclusivamente de reformas legales o de la implementación de nuevas tecnologías, sino de un trabajo cultural y pedagógico que transforme la manera en que se entiende y se practica la política en el país.