
La historia de Marcela Pedraza, la fisioterapeuta que, a sus 60 años, decidió incursionar en la creación de contenido y, en medio de la pandemia por covid-19, superó el millón de suscriptores, inició en la niñez con los juegos que la obligaron a pasar gran parte del tiempo en sesiones de fisioterapia.
Según dijo en una entrevista concedida a Rafael Abuchaibe, de la BBC Mundo, nació “‘mico’ porque desde que tenía 5 años vivía trepada en un árbol, me colgaba de un lazo, de una rodilla, en el pasamanos... y mi mamá sufría (...) Tuve como 16 fracturas: me rompía la mano, la clavícula, los pies… Vivía enyesada, y apenas me quitaban el yeso, me hacían fisioterapia y, cuando me curaba, me caía de los patines y me rompía otra cosa. Toda la vida tuve mucho contacto con la fisioterapia y con la rehabilitación”.
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Al obtener su título de bachiller, surgió la duda sobre qué estudiar y su hermana le recordó las horas que pasó en terapia y entonces, pensó:
“‘¡Eso es lo que quiero hacer con mi vida!’ Pero no la terapia tradicional donde te preguntan si te duele el codo, te ponen un paquete caliente y te hacen mover el brazo 20 veces antes de agendarte otra cita para la siguiente semana“.

Antes de pisar un salón universitario por primera vez, Pedraza ser propuso un objetivo que, aun hoy, define su trabajo: “A cada persona que toco trato de cambiarle su vida para bien”.
Durante años, trabajó en un consultorio atendiendo a sus pacientes, pero, al llegar a los 60 años, sintió que debía compartir su trabajo para mantener vivos sus conocimientos, incluso, después de jubilarse: “Me dije: bueno, voy a cumplir 60 años, en algún punto, o me retiro o me muero, y lo que he estudiado se lo tengo que dejar de alguna manera al mundo”.
Según explicó a la BBC, “aunque el cuerpo humano no cambia anatómicamente, cambian sus costumbres. Hoy en día estamos mucho más sedentarios, haciendo todo –hasta el mercado– de manera digital, cuando el cuerpo humano está hecho para moverse”.
Con la pandemia, al igual que todos, se vio obligada a encerrarse, pero, era ese el impulso que necesitaba para dedicarse a las redes, con la ayuda de su hijo, el fundador de Bogotá eats, Alejandro Escallón:
“En la pandemia, todo el mundo encerrado en casa, trabajando en un computador, en la silla que tuviera en su casa. Nadie tenía la silla ‘ideal’ de oficina. Mucha gente usaba la del comedor, que está bien para una o dos horas, pero no para 8, 9 o 10”.

Con los dolores por las malas posiciones de las personas que empezaron a trabajar en remoto y el deseo por ejercitarse, aun sin salir de casa, la cuenta de Pilates Marcela Pedraza comenzó a ganar seguidores y superó el millón en tiempo récord:
“El proyecto se me reventó en la cara porque pasé de 18.000 seguidores y 100 o 200 mensajes al día, a tener 1,9 millones de seguidores. Y yo seguía trabajando como una hormiga, de 5 de la mañana a 12 de la noche, grabando, editando, publicando, contestando”.
Sin embargo, su nuevo trabajo como influencer que, a diferencia de la fisioterapia era de tiempo completo, comenzó a pasarle factura. En conversaciones con BBC Mundo recordó:
“Empecé a despertarme a mitad de la noche, sin ruido, sin nada. Dormía cinco horas, me despertaba a las 3 a.m., y aunque no tenía preocupaciones concretas, no podía volver a conciliar el sueño. A las 5:30 sonaba la alarma y, aunque estaba rendida, me levantaba igual. Durante el día no sientes el cansancio, sigues y sigues, y te saltas el almuerzo…”.

A pesar de conocer el cuerpo como pocos, supo que necesitaba cambiar la manera en la que trabajaba, cuando ya era demasiado tarde: “Un día entré a un restaurante, muerta de hambre, y no podía pasar la comida; tenía disfagia. Masticaba y no me bajaba. Eso es un síntoma claro de burnout. No te das cuenta de que te estás quemando hasta que ya te quemaste”.
Su hijo, que acumula millones de me gustas y, con su trabajo en redes, ha despegado iniciativas como el burgerville y los restaurantes con el sello b.eats, entendió por lo que estaba pasando y la ayudó, empezando por la idea de agrandar su equipo.
El proyecto de Pedraza pasó de tener tres personas a 14 y, con el burnout aprendió una lección que incorporó en los cursos que oferta desde 49 dólares, en redes: “La gente joven a veces está enfocada en ganar dinero y ser famoso. Acumulan plata y, cuando se enferman, esa plata no les compra la salud”, pero si entender las señales de su cuerpo.
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