
Los testimonios de víctimas de las extintas guerrilla de las Farc ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) por casos de secuestros fueron desgarradores. Las víctimas declararon ante el tribunal de paz tratos inhumanos e, incluso, que la vida de los animales era mucho mejor a los años de cautiverio que tuvieron que afrontar en la selva.
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Una de las víctimas que habló en la audiencia fue William Pérez Medina, quien estuvo secuestrado durante 10 años y 4 meses en la selva colombiana. Pérez, secuestrado por las Farc en marzo de 1998 y liberado en el 2008, durante la Operación Jaque, comentó los traumáticos momentos que vivió, enfatizando que después de tantos años aún continúan doliendo.
Una de las revelaciones que indicó Pérez a la JEP fue la tortura que implicaba estar encadenado todo el día, enfatizando en el peso de la cadena y en la condición de vida de los animales de la guerrilla, la cual era en la mayoría de los casos mejor a la de las personas en cautiverio.
“Para mí, lo más trágico de todo fue el uso de las cadenas. Una cadena que pesaba 15 kilos, que medía metro y medio, y que del otro lado estaba un compañero encadenado también. Fuimos deshumanizados completamente, nos sentíamos peor que animales (...) en muchas ocasiones decíamos que los marranos que tenían en las marraneras tenían mejor vida que nosotros, porque estaban sueltos”.
El secuestrado que duró más de una década en la espesa selva colombiana a manos de la extinta milicia terrorista, le indicó a la Jurisdicción Especial para la Paz unas de las constantes maneras de tortura psicológica que usaban los guerrilleros con los secuestrados.
“Sin embargo, no olvido la cadena, no olvido el encierro, no olvido que en cada cambio de turno les decían a los guerrilleros: ‘En caso de un rescate, usted mata a fulano, usted mata a zutano, usted mata al otro’. Todas las noches, cada vez que había una entrega de turnos, nosotros estábamos ahí, escuchando quién nos iba a matar”.
Otro de los comentarios que relataron la crueldad de los guerrilleros fue el testimonio del sargento en retiro de la Policía Nacional, Armando Valero Cortés, secuestrado por las Farc en 1999. El exuniformado indicó que no sería capaz de perdonar a los responsables de tantos años de tortura que debió sufrir hasta recuperar la libertad.
“Fueron tres años que estuvimos en cautiverio. Fueron años duros con amenazas de matarnos si uno intentaba volarse. Se aguantó hambre, caminatas extensas de ocho días (…) Eso no fue fácil. Yo digo que las Farc pidan perdón; pero, en el caso mío, yo no los perdono. Que los perdone Dios, que quede en las manos de Dios todo lo que han hecho”.

Un secuestro puede dejar en la persona liberada una serie de implicaciones profundas y variadas, tanto psicológicas como físicas, las cuales pueden incluir:
- Trauma psicológico: El impacto emocional de un secuestro puede resultar en trastorno de estrés postraumático (TEPT), depresión, ansiedad, y fobias específicas, especialmente relacionadas con la experiencia vivida.
- Dificultades de adaptación social: La reintegración a la sociedad puede ser desafiante. La persona puede experimentar desconfianza hacia los demás, dificultades en la interacción social y en retomar sus relaciones familiares y de amistad.
- Problemas de salud física: Dependiendo de las condiciones del cautiverio, pueden surgir problemas de salud como desnutrición, lesiones físicas, enfermedades no tratadas durante el secuestro, entre otros.
- Alteraciones del sueño: Pesadillas, insomnio y otros trastornos del sueño son comunes en personas que han sido secuestradas, como reflejo del stress y el trauma vividos.
- Cambios en la percepción de seguridad y libertad: La experiencia del secuestro puede alterar de manera significativa la percepción que tiene el individuo de su seguridad personal, llevando a cambios en sus hábitos y en su manera de relacionarse con su entorno.
- Impacto económico: Además del posible daño físico y emocional, los secuestros también pueden tener un impacto económico significativo, debido a los costos asociados con el rescate, tratamientos médicos y terapia psicológica.
- Culpa y vergüenza: Es posible que la víctima experimente sentimientos de culpa o vergüenza, infundados por la idea de haber podido hacer algo para evitar el secuestro o por cómo se desarrollaron los eventos durante el cautiverio.
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