
La época de oro de Maserati coincidió con un Juan Manuel Fangio descollante. Aquellos años de fines de los 50 fueron la bisagra entre el piloto que transitaba sus últimos kilómetros de máxima velocidad y el mito que ya empezaba a gestarse. Y forjaron, además, una relación de identificación mutua y especial entre el quíntuple y la marca italiana.
Mercedes-Benz y Ferrari, a partir de la gloria conseguida a bordo de sus autos, por supuesto también están teñidas con la impronta de Fangio. Y viceversa. Pero la relación entre Maserati y el Quíntuple tiene un aura especial.
Tal vez por lo irrepetible de aquella hazaña en Nürburgring, cuando el piloto de Balcarce sobre su Maserati 250F consumó un triunfo extraordinario en lo que hasta hoy es posiblemente la carrera más espectacular de la Fórmula 1. Aquel 4 de agosto de 1957, en el GP de Alemania Fangio llevaba 30 segundos de ventaja sobre las Ferrari de Hawthorn y Collins, pero perdió esa diferencia en su detención en boxes, y luego también siguió cediendo terreno hasta quedar 51 segundos detrás de la punta. En las nueve vueltas que le quedaban de carrera, el argentino bajó el tiempo de la pole position que él mismo había marcado, superó a las Ferrari una vuelta antes del final, y se alzó con el quinto título de su historia.

Nunca nadie elevó tan alto a Maserati como Fangio. A pesar de la gloria total, la marca italiana dirimía su futuro ante la poca rentabilidad que conseguía del mundo de las carreras. Por entonces se analizaba su venta a una empresa solvente, o empezar a fabricar autos en serie, un terreno desconocido para Maserati, que hasta allí sólo había producido autos en pequeñas cantidades, apenas dos o tres unidades al mes.

Ganó la apuesta por la producción, con el desafío de hacerles frente a modelos como la Ferrari 250 GT o el Aston Martin DB4. En la marca del Tridente se apoyaron en la experiencia acumulada en años de competencias y pusieron manos a la obra sobre el motor de seis cilindros del modelo de carreras 350S. El resultado, un motor de 3.5 litros y 220 caballos de potencia que debía equipar a un modelo que pudiera combinar la estirpe deportiva de Maserati con el máximo lujo y comodidad. Así nació la cupé 3500 GT, que aunque superaba los 220 km/h de máxima no podía hacerle frente al V12 de la Ferrari, pero sí ponía al nuevo producto del Tridente un escalón por encima en distinción y confort.

Al primer prototipo del 3500 GT se lo conoció como la “Dama Blanca”. Incluso el Sha de Persia se quedó impresionado y pidió un modelo aún más exclusivo. El ingeniero Giulio Alfieri le puso un motor 8 cilindros y con sus acabados en oro y en madera, en aquel tiempo se convirtió en el vehículo más lujoso y exclusivo del mundo.
Según el testimonio de Ermanno Cozza, memoria histórica de Maserati, Fangio también habría puesto sus profundos conocimientos de mecánica, y toda su experiencia y sensibilidad al volante para probar, extraoficialmente, las fortalezas y debilidades del 3500 GT. Aquella descomunal cupé volvió a poner a Fangio a bordo de una Maserati, ya que el Quíntuple tenía al 3500 GT de 1961 como auto para moverse por Italia cada vez que viajaba al viejo continente. Aquel modelo se produjo hasta 1964, pero el 61 fue el año del éxito en ventas: llegaron a vender 500 unidades.

A pesar de la excelente relación entre la fábrica de Módena y el piloto de Balcarce, el modelo usado por el Chueco tuvo sus desventuras y con el correr de los años entró en estado de total abandono. Por estos días espera ser subastado en Italia con una base de 475.000 euros.

Según detallan documentos de la casa de subastas Padova Findarte, en 1966 el 3500 GT fue enviado a Maserati, pero recién en 1969, a través de un intermediario, Fangio se disculpó por haberlo dejado en la fábrica y expresó su intención de recuperarlo. Pasaron luego otros 10 años y el auto permaneció en Maserati hasta que en julio de 1979, el campeón argentino, mediante una carta, autorizó a dos amigos a recoger el Maserati 3500 GT, restaurarlo y registrarlo para que pueda usarse. La propiedad sería compartida con ambos. Maserati inicialmente no aceptó la solicitud, se presume por la gerencia de otro argentino, Alejandro De Tomaso, siempre atento al valor de una máquina conducida por Fangio.

Dos años más tarde finalmente la marca del Tridente accedió a entregar la cupé a uno de los amigos de Fangio (el otro había fallecido) quien lo tiene hasta el día de hoy. Según la firma de subastas, el 3500 GT se encuentra actualmente en las mismas condiciones en que se recuperó: casi completo, incluso dispone de muchas piezas de repuesto nuevas y originales aún en su embalaje, pero necesita una restauración total.
El óxido le ganó al lujo, pero aun así la estirpe del 3500 GT permanece intacta. Como la tradición de Maserati. Y la gloria de Fangio.
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