El Valencia tomó medidas expeditas contra el coronavirus; luego recibió un montón de críticas

Por Tariq Panja

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Valencia celebra un gol contra el Real Betis el 29 de febrero pasado. Por entonces, su presidente había impuesto medidas de distanciamiento por las que fue criticado (Kai Foersterling/EPA via Shutterstock)
Valencia celebra un gol contra el Real Betis el 29 de febrero pasado. Por entonces, su presidente había impuesto medidas de distanciamiento por las que fue criticado (Kai Foersterling/EPA via Shutterstock)

LONDRES — Anil Murthy ya había enfrentado una lluvia de críticas. Sin embargo, como exdiplomático de Singapur, Murthy, el presidente del Valencia, uno de los principales equipos de fútbol de España, estaba listo para la mayoría de los comentarios con los que se encontraría por haber restringido el contacto con los jugadores del club.

No obstante, el 29 de febrero, las quejas se volvieron más personales. Su hijo de 13 años, Aditya, estaba furioso porque su padre no le iba a permitir asistir al partido de La Liga a celebrarse esa noche en contra del Real Betis. El encuentro iba a llevarse a cabo en el Mestalla, el estadio del que se enamoró Aditya después de que Peter Lim, el empresario singapurense que posee el club, le entregó las riendas del Valencia a su padre.

Para ese entonces, el Valencia estaba empezando a recibir críticas de los medios locales y algunos equipos rivales que consideraban que el equipo exageraba frente a la amenaza de una enfermedad misteriosa que se había propagado hacia Europa desde Asia. Ningún otro equipo de España se había atrevido a imponer medidas tan duras.

Murthy, quien había hablado con amigos y familiares en Asia, sabía que el brote del coronavirus era grave y estaba en camino, sin importar qué opiniones hubiera en España en ese momento.

Murthy impuso medidas estrictas: el primer equipo del club estaría aislado. No habría contacto con los aficionados. Se iban a prohibir todas las entrevistas, incluso las consideradas obligatorias conforme el contrato con las cadenas de televisión en el fútbol español. Los empleados que no tuvieran una razón para estar en el estadio no podían asistir. La prohibición también se extendió a los familiares. Incluso a los más fieles como Aditya.

“No entendía lo que le decía”, comentó Murthy, para describir la discusión que tuvo con su hijo, cuyos argumentos son ahora mucho más claros. España tiene la segunda mayor cantidad de casos de coronavirus, después de Estados Unidos.

“‘No, ¿por qué? Vamos y nos sentamos aparte de los demás. Nos sentamos en otro lado. No hay problema”, fueron las palabras que Murthy recordó de su hijo. “Le respondí: ‘No, tomemos todas las precauciones’”.

El mismo Murthy tampoco quería asistir al partido de esa noche. Sin embargo, como las autoridades españolas aún no prohibían las reuniones masivas y la liga seguía respetando su calendario, Murthy sintió que no le quedaba de otra más que ir.

Antes de convertirse en el presidente del Valencia, Anil Murthy fue funcionario del gobierno de Singapur (Will Oliver/EPA, via Shutterstock)
Antes de convertirse en el presidente del Valencia, Anil Murthy fue funcionario del gobierno de Singapur (Will Oliver/EPA, via Shutterstock)

“No me puedo esconder”, opinó Murthy en una entrevista telefónica. “Para mí, tener 30 o 40.000 personas en el estadio cuando la infección está al alza es una bomba de tiempo, ¿sabes? Pero un club solo tiene cierto grado de injerencia”.

Murthy llegó un minuto después de que arrancara el encuentro, para sorpresa de la gente en el palco de los directivos. “Pensaban que no iba a ir”, mencionó. Murthy le explicó a Ángel Haro, el presidente del Betis, que no se iba a llevar a cabo la comida tradicional entre los directivos. Tampoco se celebrarían otras tradiciones típicas de los partidos de La Liga, entre ellas los niños que acompañan a las dos escuadras al campo. Haro no estaba convencido del todo, pero no se quejó.

No se puede decir lo mismo de los medios informativos, los cuales lanzaron una ola de titulares negativos en contra de Murthy hasta poco antes de que la liga suspendiera todas las actividades.

Murthy, quien pasó casi dieciséis años trabajando con el gobierno de Singapur, estaba atento a lo que ocurría en aquel país mientras el dueño del equipo, Lim, le enviaba actualizaciones diarias.

“Él me decía: ‘Lo mejor es que ahora tomes las medidas que puedas porque se dirige hacia allá’”, recordó Murthy que Lim le dijo en una llamada telefónica.

“Había alertas en toda Asia, el mundo está tan conectado, hay viajes para todas partes, ¿cómo no sería posible que esto también nos golpee?”.

El personal del club puso manos a la obra y se preparó para el brote, en parte al adquirir ropa y equipo protectores. “Si quieres comprar una mascarilla hoy, es imposible”, comentó Murthy. La mayor parte del equipo se ha donado al sistema de salud local que se esfuerza por lidiar con los casos de coronavirus, mencionó Murthy.

La esposa de Murthy y sus tres hijos están de vuelta en Singapur. Llegaron poco tiempo antes de que el país impusiera estrictos controles fronterizos. Murthy se quedó en Valencia, una ciudad que se ha vuelto el epicentro de la relación entre el fútbol y el coronavirus: el Valencia no solo fue el primer equipo de España en imponer medidas de distanciamiento social, sino que el 19 de febrero también ingresó al campo para un juego de la Liga de Campeones en Milán contra el Atalanta, partido que desde entonces ha sido descrito como una “bomba biológica”. Algunos expertos en medicina sitúan el juego en el centro del primer brote de importancia de COVID-19 en Europa: la región de Lombardía, Italia.

“No cabe duda de que fue una bomba biológica, pero todo eso se ve en retrospectiva”, comentó Murthy. Desde entonces, el 35 por ciento del primer equipo del Valencia ha dado positivo por coronavirus.

El 10 de marzo pasado, Valencia tuvo que jugar contra Atalanta en un estadio sin público, mientras crecía el número de casos de coronavirus en el mundo. UEFA Pool/Handout via REUTERS
El 10 de marzo pasado, Valencia tuvo que jugar contra Atalanta en un estadio sin público, mientras crecía el número de casos de coronavirus en el mundo. UEFA Pool/Handout via REUTERS

El Valencia está intentando mitigar las complicaciones de la cuarentena, al recortar costos donde puede. Sin embargo, como los equipos en la mayoría de las ligas más importantes de Europa, aún debe encontrar la manera de reducir su costo más alto: los salarios de los futbolistas.

En España —como en Inglaterra e Italia—, La Liga no llegó a un acuerdo con el sindicato de jugadores para una reducción general a los salarios. Ahora, Murthy está negociando directamente con su plantilla, en conversaciones que han encabezado los cinco capitanes del equipo. No ha sido sencillo.

El club ha abierto sus libros contables para mostrarles los riesgos a los futbolistas y para persuadirlos de que no están “intentando venderles una tontería con el fin de recortar salarios y sacar ventaja del momento”, comentó Murthy. “A final de cuentas, la situación no debe enfrentar al club con los jugadores ni viceversa”.

Mientras siguen las conversaciones, los futbolistas continúan en casa: lejos de sus compañeros de equipo, lejos del campo de entrenamiento y lejos del trabajo.

Las sesiones de entrenamiento en las instalaciones de prácticas del equipo han sido remplazadas con una hora de ejercicio a cargo del preparador físico del Valencia por medio de videoconferencias. Un nutricionista prepara las comidas y se las envían a todos los jugadores que están en la nómina del club, incluida su academia de juveniles. También hay un psicólogo a la mano.

El protocolo para trabajar desde casa se desarrolló mucho tiempo antes del paro, más o menos cuando se estaba ridiculizando a Murthy por su cautela.

Ahora, el destino del Valencia ya no está en sus manos.

“Al final, el gobierno español debe dar el visto bueno”, señaló Murthy. “Esa es otra gran incertidumbre”.

(c) The New York Times 2020