Trump y Boris Johnson: ¿dos gotas de agua populistas? En realidad no

Por Mark Landler

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Boris Johnson y Donald Trump.
Boris Johnson y Donald Trump.

LONDRES — Ambos están enfrentando la prueba política de su vida. Ambos han reaccionado con actitud desafiante, bravuconería y llamamientos descarados al populismo. Y ambos están dejándose llevar por su instinto.

Nunca antes el destino del presidente Donald Trump y del primer ministro Boris Johnson del Reino Unido han estado en apariencia tan sincronizados: se trata de un psicodrama transatlántico en el que actúan dos dirigentes extravagantes y polarizadores, que se desenvuelve en una erupción paralela de acusaciones, de maniobras políticas y de incesante caos.

No obstante, pese a todas sus similitudes superficiales, Trump y Johnson están cortados por una tijera definitivamente distinta: uno es amante de los clásicos griegos y fue educado en Eton y Oxford; el otro es un promotor de bienes raíces de los condados fuera de Nueva York a quien le gusta la telerrealidad y que ha pasado toda una vida tratando de insertarse, en vano, en la sociedad de Manhattan.

Sin embargo, mientras enfrentan los retos más grandes de su trayectoria, ambos están recurriendo a tácticas de tierra arrasada que ponen bajo una gran tensión a las dos grandes democracias anglosajonas del mundo.

Sin duda, el estilo de buscapleitos se le da más a Trump. Sus amigos y antiguos colaboradores dicen que a él le va bien cuando hay conflicto, que es una figura insurgente que funciona mejor cuando intercambia golpes con algún oponente. Johnson, pese a todas sus bravuconerías, ha tendido a alejarse del conflicto. Su trayectoria política ha sido menos una insurgencia que un incesante ascenso por las jerarquías del sistema.

Donald Trump y Boris Johnson en Biarritz, France, en el G7. REUTERS/Dylan Martinez/Pool
Donald Trump y Boris Johnson en Biarritz, France, en el G7. REUTERS/Dylan Martinez/Pool

“Es como una especie de hijo de Trump”, señaló Sonia Purnell, quien trabajó con Johnson y escribió su biografía “Just Boris”. “De alguna manera, es más impactante porque está aquí”, añadió, haciendo alusión a la reputación de los británicos de ser “corteses, a veces raros, pero pragmáticos y racionales”.

Según Purnell, en lo que se parecen Johnson y Trump es en la forma de sentirse agraviados cuando las cosas están en su contra. Desde que el Tribunal Supremo del Reino Unido dictaminó que Johnson había suspendido al Parlamento de manera ilegal, y la Cámara de Representantes inició un proceso formal de juicio político, o impeachment, para Trump, ambos han despotricado contra una conocida serie de villanos.

Johnson, obligado a presentarse ante una Cámara de los Comunes reagrupada apresuradamente, vociferó que la oposición y los tribunales habían conspirado para frustrar la voluntad del pueblo británico de salir de la Unión Europea. “¡Vamos!”, gritó, desafiando a sus detractores a votar en favor de una moción de censura contra su gobierno.

Trump acusó a los demócratas de llevar a cabo una “cacería de brujas”. Negó haber presionado al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, para que investigara al ex vicepresidente Joe Biden a cambio de la ayuda estadounidense. “Es una broma”, afirmó. “¿Juicio político por eso?”.

Para estos dos hombres, las bravatas ocultaban un futuro incierto.

Johnson ha perdido un voto tras otro en el Parlamento desde que asumió el cargo, incluyendo uno destinado a obligarlo a solicitarle a Bruselas que postergara la salida del Reino Unido de la Unión Europea para después del 31 de octubre, a lo cual respondió que prefería morir “en un foso” antes de hacerlo. Sus opositores lo han acusado de engañar a la reina Isabel II al pedirle que suspendiera al Parlamento y han solicitado su renuncia.

Trump señaló que creía que había superado el impeachment cuando el fiscal especial, Robert Mueller, emitió su informe acerca de los vínculos de la campaña de Trump con Rusia. Ahora enfrenta la posibilidad genuina de ser el tercer presidente en ser llevado a juicio político, después de Andrew Johnson y Bill Clinton.

Sin embargo, en vez de llegar a algún acuerdo, ambos se han obstinado, contando, aparentemente, con que una respuesta implacable impulsará a sus bases políticas y les permitirá librar la turbulencia actual. En este proceso, han empleado palabras que han impactado hasta a los más avezados en el toma y daca de la política.

El miércoles, Johnson mencionó que el Reino Unido debe seguir luchando por el brexit para honrar la memoria de Jo Cox, un miembro del Parlamento que era rotundamente pro europeo y que fue asesinado por un magnicida de derecha una semana antes del referendo de 2016 para el brexit. La propia hermana de Johnson, Rachel, criticó lo que dijo.

Desde la izquierda, el primer ministro Boris Johnson de Gran Bretaña se reúne con el presidente Donald Trump durante la Asamblea General de las Naciones Unidas en la sede de la ONU en Nueva York el martes 24 de septiembre de 2019.  (Doug Mills/The New York Times)
Desde la izquierda, el primer ministro Boris Johnson de Gran Bretaña se reúne con el presidente Donald Trump durante la Asamblea General de las Naciones Unidas en la sede de la ONU en Nueva York el martes 24 de septiembre de 2019. (Doug Mills/The New York Times)

“Fue de muy mal gusto mencionar la memoria de un miembro del Parlamento asesinado por alguien que decía ‘Primero el Reino Unido’”, le comentó a Sky News.

Trump les dijo a los diplomáticos estadounidenses que quería atrapar a los funcionarios que hicieron la denuncia de su llamada con el presidente ucraniano. Cualquiera que lo haya hecho es “casi un espía”, señaló, añadiendo que “Ya saben lo que hacíamos antes cuando éramos listos al tratar con los espías y las traiciones, ¿verdad?”.

Trump mencionó que el proceso de impeachment era una conspiración de los medios informativos y de los demócratas, quienes, según él, nunca aceptaron su victoria sobre Hillary Clinton en 2016 y estaban decididos a deslegitimizar su presidencia.

Ambos dirigentes están formulando sus batallas como cruzadas populistas —el pueblo contra la élite— y tienen motivos para hacerlo. Johnson sigue siendo una figura relativamente popular en el Reino Unido; el Partido Conservador se ha mantenido con su liderazgo en las encuestas.

“Lo estamos disfrutando”, captaron diciendo en la presentación de un libro a Dominic Cummings, alto asesor de Johnson y cerebro de su estrategia para salir de la Unión Europea.

En Washington, a los demócratas les ha preocupado durante mucho tiempo que llevar a juicio político a Trump solo sirva para movilizar a sus partidarios en la campaña de 2020, en especial debido a que parece poco probable que el Senado controlado por los republicanos lo retire del cargo.

Sin embargo, la gente que los conoce dice que ninguno de los dos quería estar en esta situación. Según estas personas, se toparon con ella como resultado de su estilo poco ortodoxo, su desprecio por las normas aceptadas y su falta de una segunda opción.

“Ambos son hombres histriónicos; los dos son actores”, comentó Steve Bannon, antiguo estratega principal de Trump quien ha defendido el brexit con entusiasmo. “El problema es que eso hace que te elijan, pero no te ayuda a gobernar”.

Bannon predijo que, debido a que Johnson es una figura más respetuosa del sistema que Trump, no llegaría a plantear una estrategia que pusiera en peligro el futuro del Partido Conservador. Otras personas afirman que se le dificultaría prolongar su reciente indignación debido a su deseo de agradar.

“Estaba actuando contra su propia naturaleza”, afirmó Andrew Gimson, otro de los biógrafos de Johnson. “Boris desea que lo quieran, incluso si este aspecto de su carácter no estaba a la vista en la Cámara de los Comunes”.

David Cameron, el ex primer ministro, quien trabajó de cerca con Johnson antes de distanciarse de él por el brexit, sostuvo que era errónea la percepción popular de Trump y Johnson como aliados naturales.

“Aunque estoy seguro de que está haciendo todo lo posible para llevarse bien con el presidente Trump”, comentó Cameron, “no están de acuerdo acerca del cambio climático. No están de acuerdo sobre el libre comercio. Vamos, es un reto”.

*Copyright: c. 2019 The New York Times Company