Hitos de la pandemia: cómo fue la gestión de la crisis sanitaria en la Argentina

A lo largo de un año, el país pasó por una cuarentena, una docena de prórrogas, medidas preventivas adoptadas por la sociedad, tratamientos exitosos y otros no tanto, hasta el desembarco de las vacunas

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Cuarentena Obligatoria al principio de la pandemia en Argentina (Foto: Franco Fafasuli)
Cuarentena Obligatoria al principio de la pandemia en Argentina (Foto: Franco Fafasuli)

Con la detección positiva del primer paciente argentino, hace un año, el 3 de marzo de 2020 oficialmente comenzó a circular en nuestro país el SARS-CoV-2, el nuevo coronavirus que había surgido en diciembre de 2019 en China, más precisamente en el mercado de Wuhan, donde se comercializaban animales muertos y vivos para comer.

Se trataba del empresario Claudio Ariel Pazzi, que en ese entonces era conocido como “el caso cero de coronavirus en el país”, que dos días antes había arribado al aeropuerto internacional de Ezeiza proveniente de Barcelona, donde participó de ferias internacionales por la labor que realiza.

El coronavirus llegó más tarde a la Argentina, pero igualmente golpeó en forma extrema (Shutterstock)
El coronavirus llegó más tarde a la Argentina, pero igualmente golpeó en forma extrema (Shutterstock)

Ocho días más tarde, la Organización Mundial de la Salud (OMS), declaró a la enfermedad que producía el virus, llamada COVID-19, como pandemia, mientras ya gran parte de Asia y sobre todo Europa vivían días críticos con decenas de miles de infectados, centenas de muertos y sobre todo, el comienzo del colapso de varios sistemas sanitarios de países calificados como del “primer mundo”. La OMS recibió una oleada de críticas por no activar antes los mecanismos sanitarios que permiten alertar a los países de todo el mundo del peligro de una epidemia que había traspasado muchas fronteras varias semanas antes.

En Argentina, el entonces ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, afirmaba días atrás que el virus surgido en China difícilmente ingresaría al país por la lejanía del mismo. Pero el virus no es detectable en los aeropuertos como lo son las armas de fuego o los cuchillos con punta. Y así fue como el SARS-CoV-2 ingresó al país y la Argentina a una semana de arribado el virus, contabilizaba más de 100 infecciones.

Por eso, y antes de que sucediera el colapso de hospitales que se observaba en Italia, España, Francia y Reino Unido, entre otros países, el presidente Alberto Fernández decretó el 19 de marzo el inicio de una cuarentena dura a partir del día siguiente, en la que no se permitía transitar, ni abrir comercios a menos que fueran los calificados como esenciales, entre otras medidas. Fue la recordada etapa del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO), que fue prolongado más de una docena de prórrogas estipuladas cada 2 o 3 semanas.

En marzo de 2020 las calles del centro de Buenos Aires lucían vacías (Maximiliano Luna)
En marzo de 2020 las calles del centro de Buenos Aires lucían vacías (Maximiliano Luna)

“Sabemos que todos los casos que hemos tenido de coronavirus son importados y tenemos que tratar que tarde lo más posible en transformarse en un virus autóctono. Seguramente eso en algún momento va a ocurrir, pero ganar tiempo es muy importante. Ganando tiempo podemos administrar la cuestión sanitaria”, afirmó el presidente Fernández en la conferencia de prensa realizada en la Quinta Presidencial de Olivos, en la que puso en conocimiento la suspensión de clases, cierre de fronteras por 15 días, cierre de cines y teatros y cierre de shoppings, entre otras medidas.

Este aislamiento dispuesto por el Gobierno Nacional fue calificado como “la cuarentena más larga del mundopor su extensa prolongación continua. El fin en sí mismo, fue bajar la circulación de los contagios entre personas hasta tanto hubiese una vacuna o un tratamiento eficaz para los casos más graves. Durante la misma, el gobierno nacional implementó distintas estrategias para prepararse ante la llegada del virus y sobre todo, frente al crecimiento de la tan temida curva de contagios para evitar un pico que haga colapsar el sistema sanitario nacional.

La cuarentena dura abarcó inicialmente todo el territorio del país durante 46 días y luego cambió para establecer medidas de distanciamiento social en casi todo el país, con excepción de algunas áreas urbanas que registraban alto nivel de contagios, como el caso del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), donde viven 15 millones de personas. La cuarentena y demás decisiones sanitarias fueron tomadas en forma coordinada por el gobierno nacional, con los gobiernos de las provincias y la Ciudad de Buenos Aires y los municipios. Las conferencias de prensa donde se anunciaban las prórrogas del ASPO eran encabezadas por el presidente Alberto Fernández, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof y el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez, Larreta.

Alberto Fernández anuncia la nueva fase del aislamiento social (Presidencia)
Alberto Fernández anuncia la nueva fase del aislamiento social (Presidencia)

Después de los primeros cien días de cuarentena, la transmisión del virus dejó de ser un problema casi exclusivo del AMBA y comenzó a explotar en varias ciudades del país. En julio, el Presidente afirmó que “El problema ya no es en el AMBA, el problema se ha diseminado por todo el país y por eso hay que potenciar todos los cuidados”.

Fases del aislamiento

Con el correr de los meses, el Ministerio de Salud estableció la planificación de las medidas de cuarentena y distanciamiento establecidas en la Argentina graduadas en cinco fases, dependiendo de la velocidad de contagio en cada lugar.

Según la cartera sanitaria nacional, cada fase tiene como objetivo reducir la cantidad de personas en circulación: la fase 1, que es la más estricta, persigue disminuir la movilidad social en un 90%, mientras que la fase 5, la más flexible, contempla un movilidad reducida pero siempre en un 75% o más de la movilidad existente en tiempos sin pandemia. Las fases 1 a 3 son fases de cuarentena (aislamiento), mientras que las fases 4 y 5 son fases de distanciamiento (sin cuarentena).

infobae

Mientras tanto, distintos epidemiólgos y asesores del gobierno, pronosticaban el pico de la pandemia en nuestro país para abril, luego mayo, después junio o julio, también agosto y por qué no septiembre. Pero los meses avanzaban en el calendario y los infectados en Argentina eran cada vez más. A fin de mayo había 795 casos positivos por día. A fin de junio, 2800; a fin de julio, 6300, a fin de agosto, 11.700; a fin de septiembre, 14.300.

Al final se supo que el pico de infecciones en Argentina ocurrió el 21 de octubre del 2020 con 18.326 casos. En diciembre se contabilizaban 6000 casos diarios, aproximadamente y luego volvió a subir a un pico de 15.666 casos el 1 de enero, producto de las fiestas de fin de año y las movilizaciones ocurridas en diciembre, con el velorio de Diego Maradona, incluido.

Hasta ayer, Argentina contabilizaba 2.112.023 infectados (puesto 12 en el ranking de países, según la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos), 52.077 muertos, 1.911.338 recuperados, 148.608 activos y 3500 pacientes internados en terapia intensiva.

"Quedate en casa", rezaba un cartel electrónico frente al obelisco porteño REUTERS/Matias Baglietto
"Quedate en casa", rezaba un cartel electrónico frente al obelisco porteño REUTERS/Matias Baglietto

Medidas preventivas adoptadas

Durante un año, la pandemia promovió varias medidas de prevención clave para enfrentar a este virus respiratorio como lo son el uso de tapabocas o barbijo, la distancia social de 1,5 o 2 metros, la ventilación de los espacios cerrados y la higienización permanente de manos. Todas estas medidas sirvieron para la prevención de contagios, mientras avanzaban las investigaciones para obtener una vacuna eficaz que lo prevenga y los tratamientos experimentales con antiinflamatorios, drogas ya probadas en otras enfermedades, el uso de plasma convaleciente y hasta la aprobación del suero equino hiperinmune.

“El distanciamiento es vital para ayudar a la contención y es una obligación cívica que habla de solidaridad y de pensar en el principal objetivo, que es evitar la muerte de las personas mayores y demás grupos de riesgo”, explicó a Infobae el médico infectólogo Tomás Orduna (MN 61528), jefe de Medicina Tropical y Medicina del viajero del Hospital Muñiz sobre una de las medidas clave que todavía está en vigencia.

Después de varias idas y venidas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) aceptó el jueves 9 de julio que el COVID-19 podría contagiarse por el aire en algunas circunstancias. Así, el organismo internacional actualizó por primera vez desde el 29 de marzo el documento en el que detalla los modos de transmisión del virus para incluir los llamados aerosoles, esas pequeñas partículas que pueden mantener en suspensión unos minutos con carga vírica e infectar a quien la inhale. El anuncio fue en respuesta a un grupo de 239 científicos internacionales que urgió a la OMS y la comunidad médica internacional a “reconocer la posible transmisión aérea del COVID-19”, en un artículo publicado en la revista Clinical Infectious Diseases de Oxford.

Eficacia del uso de mascarillas
Eficacia del uso de mascarillas

“Venimos sosteniendo desde hace varios meses sobre la importancia del uso de máscaras oronasales en la comunidad, tipo caseros (no indicando barbijos médicos N95 por sus escases en ese momento) y protectores faciales de plástico (que previenen también el contagio por vía ocular /conjuntiva). Y recomendando además su uso en combinación en situaciones de alto riesgo. Increíblemente, el mundo occidental (incluye nuestro país) perdió mucho tiempo en reconocerlo y hacerlo obligatorio”, explicó a Infobae el doctor Martín Lombardero, sobre la otra medida preventiva de cuidado que es el uso de barbijo o tapaboca. Y citó un estudio científico publicado en Nature que respalda su comentario.

El uso general de barbijos y máscaras en la comunidad disminuye la circulación viral y con ellos la carga viral. El grafico muestra las probabilidades de contagio que un paciente COVID 19 + puede generar en corta distancia con y sin barbijo. Destaca la alta infectividad de un paciente COVID 19 + sin barbijo… aun utilizando barbijo su contacto cercano. Y destaca la importantísima disminución del riesgo de contagio cuando el paciente infectado lo usa”, remarcó el especialista.

Y agregó: “Esto vuelve a confirmar la importancia de la obligación de uso en la comunidad, dado que no sabemos quién es presintomático, leventemente sintomático o portador asintomático. Y más aún si es sintomático (y está aislado en su casa con familia). En este último caso, le agregaría un papel “filtro de rollo de cocina” dentro de su barbijo para disminuir aún más la propagación en su entorno”.

Toda la sociedad debió aprender a utilizar siempre barbijos en espacios públicos - LEV VLASOV / ZUMA PRESS / CONTACTOPHOTO
Toda la sociedad debió aprender a utilizar siempre barbijos en espacios públicos - LEV VLASOV / ZUMA PRESS / CONTACTOPHOTO

¿Y usar una doble mascarilla? No todo el mundo necesita dos mascarillas. Sin embargo, para la gente que usa protecciones delgadas o endebles, “si combinas varias capas, comienzas a tener una eficiencia bastante alta” para bloquear la salida de los virus y su entrada a las vías respiratorias, comentó Linsey Marr, experta en transmisión de virus del Instituto Politécnico y Universidad Estatal de Virginia (EE.UU). Claro está que hay una desventaja: en cierto punto, “corremos el riesgo de que la respiración se dificulte demasiado”, agregó la especialista. Aunque hay bastante espacio para respirar antes de que el uso de la mascarilla se acerque a ese extremo.

Respecto a medida de lavarse las manos con frecuencia, este hábito saludable se intensificó durante la pandemia por COVID-19. “Las manos humanas poseen millones de microbios provenientes de un sin número de fuentes como las heces, carnes, verduras, superficies, entre otros. Estos microbios llegan a nuestros ojos, nariz y boca cuando tocamos nuestro rostro e incluso se traspasan a través de superficies, propiciando el contagio con otras personas. Por lo tanto, eliminar los microbios mediante el lavado de manos ayuda a prevenir enfermedades como la diarrea y las infecciones respiratorias y podría incluso ayudar a prevenir infecciones en la piel y los ojos”, explicó Gerardo Laube, profesor titular de microbiología y de infectología de la Facultad de Medicina Fundación Barceló.

Según un estudio de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), higienizarse las manos con agua y jabón reduce 50% las diarreas infantiles y 25% las infecciones respiratorias. Datos como estos cobran mayor relevancia en un año como el 2020, donde la pandemia provocada por el virus COVID-19, sigue creciendo, y una de las formas más destacadas de prevención, es la higiene de manos.

En abril, una ambulancia del SAME recoge un paciente con COVID-19 positivo. REUTERS/Agustin Marcarian
En abril, una ambulancia del SAME recoge un paciente con COVID-19 positivo. REUTERS/Agustin Marcarian

El infectólogo Lautaro De Vedia afirmó a Infobae que el “con este aniversario de la llegada del virus al país, podemos decir que fue un año tremendo, insólito, único. Nunca viví algo similar en 35 años de médico. El seguimiento el HIV fue algo muy duro o la gripe A. Pero nada se compara al nuevo coronavirus”. “El COVID-19 tuvo un impacto tremendo en la sociedad. Nos cambió muchísimo. Y todos tuvimos cerca alguna muerte o situación complicada. Como infectólogo también fue un año de crecimiento y aprendizaje extraordinario. Y hasta la llegada de las vacunas puedo decir que se trató de un año de muchos temores, miedo e incertidumbre”.

“Si bien uno habla con el diario del lunes, la cuarentena en el país fue muy buena en el inicio. Eso nos permitió no tener que lamentar el colapso del sistema sanitario. Hubo momentos de pocas camas, pero nadie se murió sin que lo atendieran en un pasillo. En ese sentido el país trabajó bien. Después podemos discutir la extensión de la misma. Tal vez habría que haberla levantando antes, por el deterioro que sufrieron las actividades económicas y la educación”, agregó el experto, ex presidente de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI).

“Si bien nuestro país tuvo un saldo de infecciones y muertes alto, los tuvo repartidos en el tiempo. No es lo mismo a lo que sucedió en Europa, donde colapsó el sistema sanitario. Y respecto a los tratamientos, todo fue aprendizaje. Casi ninguno se confirmó. Hemos aprendido mucho a manejar a los pacientes en la UTI (Unidades de Terapia Intensiva) y los respiradores artificiales. Hasta que llegó la esperanza de las vacunas para poner fin a la pandemia. Todas son buenas, seguras y eficaces. Hay que vacunar a la mayor cantidad de gente posible en el menor tiempo que se pueda. Cuanto más rápido se vacunen los más vulnerables, menos muertos vamos a sufrir”, concluyó De Vedia.

La ciencia argentina avanzó para enfrentar al virus - EFE/Carlota Ciudad/Archivo
La ciencia argentina avanzó para enfrentar al virus - EFE/Carlota Ciudad/Archivo

Avance de la ciencia en Argentina

Respecto a cómo la ciencia argentina respondió a la pandemia por COVID-19, Gabriel Rabinovich, investigador en el Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME, CONICET) y uno de los científicos más destacados de Argentina y Jorge Geffner, investigador del Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y SIDA (INBIRS, CONICET) y profesor de la Facultad de Medicina de la UBA, escribieron un artículo en la prestigiosa revista Nature Inmunology publicado la semana última en donde hicieron un repaso de los avances científicos argentinos en el último año.

Rabinovich y Geffner destacaron los desarrollos tanto de kits serológicos como de diagnóstico molecular (basados en la amplificación isotérmica de la muestra de ARN), la elaboración de protocolos para la colección y el uso de plasma de pacientes recuperados, así como la realización de distintos estudios a doble ciego de este tipo de tratamientos, el desarrollo de un agente terapéutico basado en fragmentos de anticuerpos policlonales equinos, los avances en el desarrollo de una vacuna y la secuenciación (en el marco del proyecto PAIS) del genoma de 450 variantes del SARS-CoV-2 que circulan en la Argentina.

Otros de los logros mencionados son la elaboración de protocolos para hacer análisis de PCR con transcripción reversa sin necesidad de extraer ARN viral, la fabricación de respiradores para salas de terapia intensiva, la importante participación de la Fundación Infant en los ensayos de fase 3 de la vacuna Pfizer–BioNTech y la creación de un biobanco para la recolección y conservación de leucocitos de sangre periférica de más de mil pacientes con COVID-19, para el análisis de los aspectos virológicos e inmunológicos de la infección por SARS-CoV-2 a nivel nacional.

Emprendedores argentinos fabrican con impresoras 3D un insumo fundamental para respiradores
Emprendedores argentinos fabrican con impresoras 3D un insumo fundamental para respiradores

La Unidad de Coronavirus ha brindado apoyo a más de 100 iniciativas de investigación básica y traslacional. Estos proyectos están dirigidos a objetivos críticos, incluida la creación de nuevos kits de diagnóstico, enfoques terapéuticos y plataformas epidemiológicas. Dadas las continuas dificultades para adquirir reactivos de diagnóstico en el mercado internacional, varios grupos de investigación emprendieron la importante tarea de fabricar reactivos y generar kits dentro de Argentina. Los esfuerzos científicos en Argentina incluyen contribuciones pioneras a la terapia y la prevención. Al comienzo de la pandemia, un grupo de 90 científicos y médicos argentinos se unieron para crear CPC-19 (Plasma Convaleciente COVID-19) para educar a las instituciones de salud y a la sociedad en su conjunto sobre las pautas para la recolección y el uso de plasma convaleciente. Los resultados de un ensayo aleatorizado, doble ciego y controlado con placebo (ECA) en Argentina que utilizó plasma de convalecencia que contenía títulos altos de anticuerpos anti-SARS-CoV-2 revelaron que esta modalidad de tratamiento redujo los síntomas graves de COVID-19 a la mitad cuando se administró a pacientes ancianos dentro de las primeras 72 h de la enfermedad. Por el contrario, los resultados de un segundo estudio no revelaron diferencias en el estado clínico o la mortalidad general entre los pacientes tratados con plasma convaleciente frente a placebo a los 5-10 días después del inicio de los síntomas”, precisaron ambos en el paper publicado.

Y agregaron: “Científicos de toda Argentina han ofrecido sus servicios en la batalla contra esta pandemia, incluidos aquellos con experiencia en ciencia de datos y disciplinas asociadas como la física y las matemáticas. En la misma línea, el grupo de tecnología médica, TECME, en colaboración con VENG, grupo argentino enfocado en desarrollos tecnológicos y servicios, ha duplicado la capacidad nacional para generar respiradores para uso clínico.

Al preguntar cómo sigue la lucha contra la pandemia en el país y en el mundo, Geffner destacó que las medidas de cuidado como el lavado de manos, el uso de barbijo y el distanciamiento social son muy importantes de mantener, más allá de la aplicación de las vacunas. Y respecto a ese tema, destacó que hay que inmunizar a los mayores de 60, que es donde se concentra la morbilidad severa y mortalidad. “Si hacemos eso, la segunda ola la vamos a padecer mucho menos, con muchas menos muertes. Es una buena noticia la llegada de millones de vacunas en los últimos días. Hay que avanzar urgente en este proceso de vacunación”, puntualizó.

Operarios descargan el 24 de diciembre de 2020 los primeros contenedores de la vacuna rusa Sputnik V contra la covid-19, en el Aeropuerto de Ezeiza en Buenos Aires (Argentina). EFE/Juan Ignacio Roncoroni/Archivo
Operarios descargan el 24 de diciembre de 2020 los primeros contenedores de la vacuna rusa Sputnik V contra la covid-19, en el Aeropuerto de Ezeiza en Buenos Aires (Argentina). EFE/Juan Ignacio Roncoroni/Archivo

Con la llegada del lunes de un nuevo vuelo procedente de Moscú con 732.500 dosis de la vacuna Sputnik V, el país ya recibió más de 4 millones de dosis de parte de los laboratorios con los que hizo acuerdos en las 3 vacunas aprobadas. Y según el Monitor Público de Vacunación, ya fueron vacunadas más de un millón de personas.

Por su parte, Rabinovich observó el futuro con el virus de por medio al explicar: “Lo próximo que se viene es convivir con el virus y generar de nuevas terapias y formas de monitoreo epidemiológico para derrotarlo. Es un virus nuevo y estamos aprendiendo a conocer los mecanismos inmunólogos que gatilla y cómo el virus genera la inflamación. No toda la respuesta inmunológica que genera sirve, ya que parte de la respuesta de nuestro organismo daña el propio tejido y células. El esfuerzo ahora está puesto en encontrar antivirales y antiinflamatorios para evitar que el COVID llegue a la etapa de severidad y que los pacientes no deban ingresar a una sala de terapia intensiva. Más allá de todo lo malo que trajo la pandemia, nos brindó un gran desafío”.

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