
La disminución del consumo de alcohol entre los jóvenes de la Generación Z -nacidos entre 1995 y 2009-refleja una transformación profunda en sus valores y estilos de vida, orientada hacia el bienestar y una nueva forma de socialización. Madison Schmidt, de la New York University, sitúa este fenómeno dentro de una tendencia más amplia de conciencia sobre la salud que atraviesa a toda la generación.
“Estamos en medio de una fiebre por la salud, una tormenta que arrastra a diferentes tipos de personas hacia una preocupación común por su bienestar. El alcohol se ha convertido, para algunos de esos individuos, en un motivo de especial inquietud”, afirma Schmidt en una columna de opinión en The Wall Street Journal. La autora señala que el descenso del consumo de alcohol es un síntoma de un movimiento de bienestar más amplio, impulsado por la Generación Z.

El análisis de Schmidt destaca que la reducción en la ingesta de bebidas alcohólicas forma parte de un cambio cultural más extenso. La autora afirmó que “el porcentaje de estadounidenses que ha cumplido con las pautas de ejercicio de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades aumentó del 18% en 2008 al 24% en 2018”. Además, citó un informe de McKinsey que estima que “la industria del bienestar—productos dedicados al sueño, el fitness y la atención plena—vale 2 billones de dólares (USD 2 billones), tras crecer aproximadamente un 33% desde 2021”.
Para Schmidt, la Generación Z lidera este auge, aunque advirtió que “no todos los elementos de esa industria, ni de la fiebre general por la salud, cuentan con respaldo científico. Impulsada por los consumidores de la Generación Z, avanza de todos modos”.
Nueva socialización, soledad y tecnología
La columna de The Wall Street Journal también recogió la perspectiva de quienes identifican la soledad como un factor determinante en la caída del consumo de alcohol. Isaac Hinkle, de Cedarville University, explicó: “La respuesta al no consumo de alcohol de la Generación Z es obvia, si consideramos el alcohol como lo que debería ser: un catalizador para la camaradería. Lamentablemente, la camaradería es precisamente lo que falta entre las personas de esta generación”.

Hinkle considera que la ausencia de amistades presenciales, agravada por el auge de las redes sociales y los videojuegos, ha reducido la necesidad de encuentros donde el alcohol era protagonista. El análisis del periódico afirma que “incluso las conexiones instantáneas que ofrecen los mensajes debilitan la necesidad de ver a la gente en persona, lo que resulta en menos reuniones y menos necesidad de algo como el alcohol para catalizar esos encuentros”.

Nuevos hábitos de consumo y cultura del bienestar
La preferencia por alternativas más saludables también se refleja en los hábitos cotidianos. Jamie Parsons, de Hillsdale College, relató: “Cuando cumplí 21 años, en vez de ir al bar, opté por una noche de chicas en casa y una tarta helada de mantequilla de maní de Ben & Jerry’s. Había algo en abrazar a mi niña interior que me resultaba más atractivo que un gin tonic de 10 dólares (USD 10) en un bar del centro frecuentado por hombres solteros de mediana edad”.
Parsons evidenció que “un número creciente de adultos de la Generación Z ha adoptado un estilo de vida limpio que enfatiza la alimentación saludable, lo que no deja espacio para el alcohol”. También describió una “cultura del gimnasio entre los jóvenes, en la que se enfatizan los físicos estéticamente agradables y los influencers publican videos de entrenamiento muy vistos”.

No obstante, Schmidt aclaró que la relación de la Generación Z con el alcohol tiene mayor complejidad que la que sugieren los estereotipos. La autora citó un informe de 2025 que muestra que “el 73% de los jóvenes en edad legal bebió alcohol en los últimos seis meses, frente al 66% en 2023. En Estados Unidos, el salto es especialmente llamativo: del 46% al 70%”.
Este aumento, de acuerdo con Schmidt, coincide con la incorporación de la Generación Z al mercado laboral y el acceso a ingresos disponibles. Sin embargo, la moderación sigue presente: “el 65% de la Generación Z planea beber menos este año, y el 39% tiene la intención de adoptar un estilo de vida sin alcohol”.
La columna de The Wall Street Journal recalcó que las presiones económicas también influyen en estos hábitos. “Ante el aumento de los costos de la vivienda, la creciente deuda educativa y una tasa de desempleo del 8,3% entre los jóvenes de 20 a 24 años, muchos son consumidores cautelosos. Casi la mitad de la Generación Z está retrasando compras importantes, y vivir con los padres es común”.

Schmidt concluyó que “estas realidades fomentan un consumo más cuidadoso. Las vidas sociales digitales reducen aún más el papel tradicional del alcohol en la socialización. Juntas, estas tendencias revelan una generación que está remodelando silenciosamente la cultura del alcohol”.
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