El gobierno minoritario de Japón enfrenta una nueva prueba en las urnas el domingo, con una votación para la Cámara Alta que podría debilitar aún más su posición y afectar la confianza de los inversores en la cuarta economía más grande del mundo, según Reuters. La coalición gobernante compuesta por el Partido Liberal Democrático (PLD), liderado por el primer ministro Shigeru Ishiba, y su socio Komeito, debe obtener al menos 50 de los 125 escaños en juego para mantener la mayoría.
Las proyecciones indican que el PLD y Komeito perderán su control, reflejando el revés que sufrieron en las anteriores elecciones de la Cámara Baja. Aunque la votación no implica directamente la caída del gabinete, el resultado podría dejar a Ishiba dependiente de acuerdos con partidos de la oposición, que abogan por políticas de estímulo fiscal. Según David Boling, director de temas japoneses y asiáticos de la consultora Eurasia Group, un resultado desfavorable podría incluso forzar la renuncia de Ishiba, lo que añadiría incertidumbre a las conversaciones con Estados Unidos sobre tarifas comerciales, particularmente relevantes antes del plazo del 1 de agosto para negociar la suspensión de aranceles estadounidenses a productos japoneses.
Joseph Kraft, analista de la consultora Rorschach Advisory, considera poco probable que el PLD sustituya a Ishiba en un momento clave de las negociaciones, especialmente mientras se mantienen conversaciones con el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, quien visita Japón para la Expo Mundial de Osaka.
Entre las preocupaciones de los inversores destaca la posibilidad de que Ishiba, ante una potencial debilidad parlamentaria, opte por ampliar la coalición o establecer acuerdos informales con partidos de la oposición para mantener la funcionalidad del gobierno. La incertidumbre sobre eventuales concesiones fiscales para apaciguar el descontento social podría intensificar el nerviosismo sobre la capacidad de Japón para gestionar su deuda, la mayor del mundo, y obstaculizar el objetivo del Banco de Japón de normalizar la política monetaria.
El PLD también enfrenta la amenaza del avance de Sanseito, un partido de extrema derecha que podría conseguir entre 10 y 15 escaños, emergiendo como fuerza inesperada dentro del panorama político japonés. Fundada hace cinco años con mensajes en YouTube y teorías conspirativas, la agrupación ha capitalizado el descontento ciudadano y plantea un reto adicional para el equilibrio interno del partido gobernante.

El aumento del precio del arroz, que se ha duplicado en el último año, ha sido un factor central en la insatisfacción de los votantes y ha impulsado a los partidos opositores a prometer recortes fiscales y aumentos del gasto social. Analistas como Tsuneo Watanabe, investigador principal en la Fundación Sasakawa de Tokio, advierten que el PLD se encuentra ante un “difícil acto de equilibrio”: alejarse del centroderecha para atraer al electorado de Sanseito podría erosionar el apoyo centrista, debilitando aún más a la coalición.
La votación de este domingo representa una encrucijada para la política y la economía japonesa, en medio de la presión internacional por las negociaciones comerciales y la delicada situación doméstica.
(Con información de Reuters)
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