
Siglos después de que los primeros ataúdes dorados llegaran a Europa, las momias del antiguo Egipto siguen cautivando la imaginación de la gente. Quizá nos sobrecoge la grandeza de sus rituales y tradiciones. Pero los nuevos descubrimientos siguen desafiando la percepción que los científicos tienen de estos ritos ancestrales.
Como egiptóloga biomédica, estudio las momias para aprender sobre la vida en las poblaciones antiguas. En los últimos 10 años he asistido a un gran cambio en nuestra comprensión de cómo, por qué y cuándo se crearon las momias. Esto se ha debido sobre todo a nuevos descubrimientos científicos. He aquí cinco de los más importantes que han cambiado lo que sabemos sobre este antiguo proceso.
1. La momificación es más antigua de lo que imaginaban los arqueólogos
Durante décadas, las momias más antiguas que se conocían procedían de la época del Reino Antiguo (2500-2100 a.C.), alrededor de la época en que los egipcios empezaron a utilizar más los ataúdes. Estas momias son raras, pero muestran signos de haber sido preparadas especialmente por embalsamadores. Se creía que las momias anteriores al Reino Antiguo se creaban de forma natural enterrando los cuerpos en tumbas excavadas en la arena seca y caliente. Los científicos pensaban que el embalsamamiento se desarrolló para mantener los cuerpos conservados dentro de los ataúdes.
Pero pruebas químicas publicadas en 2014 y 2018 demostraron que ya se utilizaban resinas y perfumes para ayudar a preservar la piel de los muertos hace más de 6.000 años, antes de que los ataúdes fueran comunes y mucho antes de la era del Reino Antiguo.
2. La “receta” variaba en todo Egipto
Recientes estudios científicos sobre las momias y las vasijas utilizadas en la momificación revelaron cómo los métodos diferían de un lugar a otro y no estaban estandarizados, como se pensaba.
Cada región tenía sus propios talleres de embalsamamiento, donde se elaboraban las momias siguiendo un ritual complicado y estrechamente vigilado. Este secretismo hizo que sobrevivieran muy pocos registros.

Los embalsamadores que vivían en zonas políticamente importantes, como Tebas (la actual Luxor), tenían acceso a los últimos materiales de momificación, como parte de una extensa red comercial. En zonas más remotas, como los oasis, los embalsamadores tenían que arreglárselas. La sal de natrón, utilizada para secar el cuerpo, era pesada y difícil de transportar. Las resinas y los perfumes podían ser caros, ya que se comerciaba con ellos a largas distancias a cambio de otros artículos de lujo.
En su lugar, los embalsamadores de estas zonas remotas desarrollaron técnicas creativas. Por ejemplo, utilizaban palos para dar más rigidez a los fardos de momias o para fijar partes del cuerpo que se caían durante la momificación. También crearon momias compuestas, formadas por las partes de varias personas.
No sabemos muy bien cómo surgió la experimentación con la momificación en las distintas zonas o épocas. Aunque probablemente hubo un elemento de ensayo y error.
3. Los relatos antiguos no siempre eran fiables
La información que tenemos sobre la momificación procede principalmente de dos antiguos escritores griegos, Heródoto y Diodoro Sículo. En ellos se describen los pasos de la momificación, como el uso de un gancho para extraer el cerebro a través de la nariz. También nos dicen que el corazón se dejaba en el cuerpo porque se creía que era importante para la vida después de la muerte.
Estudios científicos realizados con tomografía computarizada han demostrado que las normas de momificación eran menos rígidas de lo que creían Heródoto y Diodoro Sículo. Sólo una cuarta parte de las momias conocidas conservan el corazón. Y muchas momias conservan el cerebro. Si los embalsamadores extraían el cerebro, a veces utilizaban métodos diferentes para no dañar el rostro. Se han encontrado agujeros en la parte inferior del cráneo y por diferentes vías en la nariz.
4. Los egipcios reciclaban los ataúdes
En el antiguo Egipto, la madera para los ataúdes era escasa y cara. No todo el mundo podía permitirse un ataúd nuevo o envolturas de lino. En el Imperio Nuevo, un buen ataúd -aunque no lujoso- costaba unas cinco cabras o 250 hogazas de pan.
El reciclaje y la reutilización no son conceptos modernos. Para ahorrar dinero, los embalsamadores solían coger ataúdes de tumbas ya en uso. Los repintaban para incluir el nombre del nuevo propietario o utilizaban las piezas para fabricar un nuevo ataúd. Las tumbas solían ser asaltadas por ladrones en busca de objetos de valor. Esto facilitaba que otros buscaran en la tumba ataúdes y envoltorios para reutilizarlos.
La ropa de casa también se utilizaba a menudo para envolver a las momias una vez que dejaba de ser útil. Las técnicas modernas de investigación, como la datación por radiocarbono, demuestran que esta práctica estaba muy extendida. Los materiales de los ataúdes, las envolturas de lino y otros materiales a veces están datados varios cientos de años antes que la persona con la que fueron enterrados.

5. El turismo desordenó la historia
Ahora sabemos que las momias que se encuentran en museos fuera de Egipto no siempre están en los ataúdes en los que fueron descubiertas. A muchas momias se les atribuye una fecha histórica basándose en el estilo y la decoración de su ataúd. La forma, la decoración y los textos religiosos que llevaban cambiaron con el tiempo.
Pero en el siglo XIX y principios del XX, las momias se vendían a turistas, científicos o coleccionistas. Los vendedores colocaban momias bien envueltas en ataúdes de diferentes tumbas para animar a la gente a comprarlas. La falta de correspondencia sólo sale a la luz cuando una momia se estudia científicamente.
Ahora es ilegal sacar momias o cualquier otro artefacto antiguo de Egipto. Sin embargo, todavía quedan muchas momias en casas particulares, compradas hace más de un siglo y a veces olvidadas.
En lugar de una tradición inquebrantable, la momificación egipcia era variable. Los rituales funerarios de que disponía una persona demostraban lo importantes que eran ella y su familia. Ser momificado utilizando las técnicas y los materiales más modernos no sólo ayudaba a asegurar la posición de una persona en la otra vida, sino que era un importante signo de estatus.
Es imposible saber qué nos deparará el próximo hallazgo arqueológico o científico. Pero una cosa está clara: incluso los antiguos embalsamadores tenían que improvisar a veces.
*Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. La autora es profesora de Egiptología Biomédica en la Universidad de Manchester
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