José de León Toral: el futbolista y dibujante que asesinó a un presidente de México

Fue jugador del América y dedicó su vida a la religión

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José de León Toral (Foto: Wiki Commons)
José de León Toral (Foto: Wiki Commons)

José de León Toral fue definido por ser un hombre atlético, noble e inteligente. Quienes convivieron con él en su juventud no creerían que después se convertiría en el autor material del asesinato del presidente electo Álvaro Obregón. A lo largo de su vida nunca presentó actitudes violentas, al contrario, se dedicó a practicar deporte, arte y religión.

Nació en Coahuila el 23 de diciembre de 1900 en una familia de mineros. Desde pequeño fue gran seguidor de la religión católica por lo que se mantenía cercano a las autoridades de la Iglesia. Formó parte de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM) y la Liga Nacional para la Defensa de la Libertad Religiosa, de la que fue dirigente local cuando se mudó en la Ciudad de México.

Además, practicaba esgrima, gimnasia, box y básquetbol, pero su sueño era ser jugador de fútbol profesional. Por lo que después de participar en varios equipos locales, se mudó a la capital del país. Entonces formó parte del Club Centro Unión en 1918, bautizado después como América.

(Foto: Wiki Commons)
(Foto: Wiki Commons)

Su nombre no existe en los registros del equipo, que en la actualidad pertenece a Grupo Televisa de Emilio Azcárraga, ya que sólo estuvo en algunos partidos antes de la temporada de la Copa Amistad en Club Asturias.

El ingreso al equipo se debió a que éste pasaba por una crisis económica y necesitaban, además de buenos jugadores, comprar uniformes, por lo que se acercaron a los colegios maristas Savignon, San José y Alvarado, en donde estudiaba Toral. Por lo que logró cumplir, por un tiempo, su sueño de estar en un equipo profesional. También ingresó a estudiar a la Escuela Nacional de Bellas Artes en la Universidad Nacional, en donde se convirtió en dibujante.

Pero después sus intenciones deportivas cambiaron. Arrastraba resentimiento hacia Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, pues durante la Revolución Mexicana sus tropas profanaban, de manera sistemática, los templos católicos de la entidad en la que nació.

Retrato de Álvaro Obregón por José de León Toral (Foto: Wiki Commons)
Retrato de Álvaro Obregón por José de León Toral (Foto: Wiki Commons)

Así que cuando la Ley Calles fue promulgada, no dudó en levantarse en armas en la Guerra Cristera en 1926. Esta legislación provocó el enojo de los fieles católicos ya que buscaba regular a la religión: sólo habría un sacerdote por cada seis mil habitantes, ellos debían tener una licencia expedida por el Congreso de la Unión o el gobierno local, entre otras.

En el proceso conoció a la madre Conchita, monja superiora del convento de las capuchinas. Ella convenció a Toral de que la única manera de acabar con los opositores del catolicismo, era asesinar a Álvaro Obregón, presidente electo, y Plutarco Elías Calles, jefe de Estado. Por lo que ideó un plan para llevarlo a cabo, sin temor a que lo capturaran.

El 17 de julio Obregón llegó al restaurante La Bombilla en San Ángel, en la Ciudad de México. Le organizaron una comida como festejo a que pronto tomaría el mandato de presidente de la República Mexicana. Allí se reunió con un grupo de diputados a comer, mientras Toral lo observaba de una mesa cercana mientras tomaba una cerveza.

Ejecución José de León Toral (Foto: Wiki Commons)
Ejecución José de León Toral (Foto: Wiki Commons)

Comenzó a dibujar al presidente electo y a sus acompañantes. Momentos después, se acercó a ellos y les mostró sus retratos. El último al que le enseñó el retrato fue a Obregón. Él, entre risas, le contestó “No me parezco”, y acto seguido Toral sacó un arma y le disparó en seis ocasiones.

Toral fue capturado y en los interrogatorios dijo haber sentido una gran paz al haber logrado su cometido. Fue sentenciado a pena de muerte mientras que la Madre Cochita a 20 años en prisión.

José de León Toral fue ejecutado el 9 de febrero de 1929. Años después, algunos católicos acudían a escondidas a su altar para rezarle, y otros más lucharon porque lo canonizaran, pero no se llevó a cabo.

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