“El Cochiloco” y su deuda mortal con los cárteles colombianos

El día que lo asesinaron, Juan Manuel Salcido Uzeta bajó de su auto con una granada en mano pero no alcanzó a activarla y cayó acribillado por más de 70 balazos provenientes del Cártel de Cali

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El narcotraficante cobró fuerza en el hampa desde 1972 cuando en Sinaloa murió su padrino Modesto Osuna (Foto: Especial)
El narcotraficante cobró fuerza en el hampa desde 1972 cuando en Sinaloa murió su padrino Modesto Osuna (Foto: Especial)

Su apodo se popularizó gracias al personaje encarnado por el actor Joaquín Cosío en la película de Luis Estrada, El Infierno (2010); pero el verdadero “Cochiloco” fue un narcotraficante mucho más sanguinario y temido que el de la ficción.

Incluso, desde que Juan Manuel Salcido Uzeta (su nombre real) era pequeño, fue un niño muy inquieto por lo que su madre le impuso el mote, pues decía que parecía un cochinito loco.

Juan Manuel nació en 1955 en el pequeño poblado de San Juan, en Sinaloa, donde inició su carrera como sicario a sueldo de los primeros narcotraficantes del país. Muchos de los que lo conocieron mencionan que cojeaba de una de sus piernas a causa de un balazo que recibió; además de ser un personaje muy querido y generoso con los pobladores, a los que apoyaba a cubrir sus deudas.

Cobró fuerza en el hampa desde 1972 cuando en Sinaloa murió su padrino Modesto Osuna, aunque las autoridades tenían información sobre él desde un año antes, cuando junto a sus dos hermanos asesinó a dos personas.

Miguel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca “Don Neto”, fundadores del cártel de Guadalajara (Foto: Especial)
Miguel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca “Don Neto”, fundadores del cártel de Guadalajara (Foto: Especial)

Poco a poco su ambición de crecer en el tráfico de drogas y blanqueado de dinero lo llevó a convertirse en la mano derecha y el responsable de la seguridad de Miguel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca “Don Neto”, fundadores del Cártel de Guadalajara, con los que colaboró más de dos décadas hasta que fueron arrestados, quedando él al frente de la organización criminal a unos cuantos años, siendo la ciudad de Mazatlán su centro de operaciones, donde poseía varias propiedades.

Tras dejar la dirección del Cártel de Guadalajara, vivió de 1985 hasta 1991 en el municipio de Coquimatlán, Colima, ahora con el sobrenombre de “Pedro Orozco”, siendo considerado por los habitantes de la población como un próspero agricultor y ganadero, puesto que esa no era su zona de trabajo o negocios, solo su hogar, pero una ofensa cometida a narcotraficantes colombianos le costó la vida.

De acuerdo con investigaciones de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), durante sus últimos años de vida se convirtió en uno de los socios más cercanos a Pablo Escobar, líder del Cártel de Medellín, señalando que miembros del grupo criminal colombiano contrario, el Cártel de Cali, fueron los responsables de su muerte.

En octubre de 1991, “El Cochiloco” interceptó en Colima el barco “Chingorazo”, para robar 4 de las 8 toneladas de cocaína que transportaba el navío hacia Baja California, con destino a los Estados Unidos.

Pablo Escobar, cabecilla del cartel de Medellín. (Foto: Victoria Eugenia Henao/Editorial Planeta)
Pablo Escobar, cabecilla del cartel de Medellín. (Foto: Victoria Eugenia Henao/Editorial Planeta)

En venganza, el Cártel de Cali lo asesinó el 9 de octubre del mismo año en Zapopan, Jalisco, cuando transitaba por la avenida Obsidiana, en la colonia Residencial Victoria. Era acompañado por Juan Saucedo, su chofer, quien también murió en el enfrentamiento.

El vehículo en el que viajaba “El Cochiloco” fue interceptado por otros dos en los que descendieron varios hombres armados con rifles R-15 y AK-47 que comenzaron a dispararle. Juan Manuel bajó con una granada en mano pero no alcanzó a activarla, cayendo acribillado por más de 70 balazos, al igual que Juan Saucedo, que recibió al menos 30 impactos.

Cabe mencionar que, la DEA ya había pedido varias veces su captura a la justicia mexicana por relacionarlo con el asesinato del agente encubierto Enrique Camarena.

Adorado y admirado por muchos que se beneficiaban de sus inversiones, en Mazatlán hasta le compusieron un narcocorrido, “La muerte de un Bandido”, que entre otras frases dice: “Gratos recuerdos dejó, ese famoso bandido / A nadie se le olvidó que ayudaba al desvalido / Toda gente lloró, por la muerte de Salcido”.

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