
Las aves migratorias que cada año atraviesan miles de kilómetros hacia el Ártico han comenzado a acelerar sus desplazamientos por el adelanto de la primavera provocado por el cambio climático.
Un estudio de la University of Amsterdam, publicado en septiembre de 2025 en la revista Nature Climate Change, revela que cinco especies de aves acuáticas lograron ajustar sus migraciones para llegar antes a sus sitios de reproducción.
Sin embargo, los investigadores alertan que esta capacidad de adaptación podría agotarse en menos de tres décadas.

Adaptaciones y límites según las especies
El equipo liderado por Hans Linssen analizó más de 500 viajes primaverales de barnacla cariblanca, barnacla carinegra, ánsar careto, ánsar piquicorto y cisne chico. Para ello, los científicos combinaron datos de seguimiento por GPS con registros de masa corporal tomados en zonas de invernada. Este método permitió constatar que las aves pueden reducir el tiempo dedicado a alimentarse antes y durante el trayecto, lo que acorta la migración y posibilita llegar antes al Ártico.
El estudio señala que la mayor parte del tiempo migratorio se invierte en paradas para descanso y alimentación, no en vuelo. Al reducir estos periodos, algunas aves disminuyeron hasta un 30% la duración total de preparación y recorrido, adelantando su arribo al Ártico en varias decenas de días respecto a años anteriores.
Además, la investigación incluyó, por primera vez, el análisis de la fase de acumulación de reservas energéticas previo a la salida, aspecto clave para especies como la barnacla cariblanca y la barnacla carinegra, que dependen considerablemente de estas reservas antes de iniciar su viaje.
La capacidad de respuesta ante los cambios de la primavera ártica varía entre especies. El ánsar careto y el cisne chico exhibieron mayor facilidad para reducir el tiempo de las paradas y adelantar su llegada en años de deshielos tempranos. En contraste, el ánsar piquicorto y la barnacla carinegra mostraron menor margen de ajuste, probablemente porque disponen de menos lugares de parada a lo largo de sus rutas.
Según Linssen, “las aves que realizan más paradas y vuelos cortos entre ellas logran seguir mejor el ritmo de la primavera, mientras que las que cruzan grandes distancias o el mar tienen menos posibilidades de adaptarse a los cambios”.
A pesar de estos mecanismos adaptativos, el equipo de la University of Amsterdam subraya que existen límites. Migrar más rápido exige contar con alimento de alta calidad y condiciones favorables, como la ausencia de perturbaciones, elementos que no siempre se presentan. Además, existe el riesgo de que las aves lleguen en peor estado físico, lo que podría disminuir su éxito reproductivo.

Un futuro incierto para las aves del Ártico
Las proyecciones del estudio, basadas en las tendencias actuales de calentamiento y deshielo en el Ártico, indican que la flexibilidad detectada permitirá a las aves adaptar el adelanto de la primavera durante un periodo estimado de entre 18 y 28 años.
A partir de entonces, la aceleración migratoria no bastará para compensar la llegada temprana de la estación, y las especies podrían verse forzadas a cambiar sus rutas migratorias o incluso sus zonas de invernada.
La llegada oportuna al Ártico resulta crucial para la reproducción y supervivencia de estas aves. La explosión de insectos, plantas y otros recursos alimenticios tras el deshielo se mantiene solo pocas semanas, y cualquier retraso puede impedir que las crías logren el desarrollo suficiente para sobrevivir al viaje de regreso. La ventana para poner e incubar huevos y alimentar polluelos es reducida, por lo que perder ese momento crítico puede poner en riesgo a la siguiente generación.
Hans Linssen destacó la notable capacidad de adaptación de estas especies, pero advirtió que, hacia mediados de siglo, probablemente deban recurrir a estrategias alternativas, para no perder la sincronía con la primavera ártica.
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