Qué ocurrió con el coronavirus en 315 ciudades de EEUU tras las protestas masivas contra el racismo

Un estudio analizó el comportamiento de las poblaciones en los lugares más densos del país. Además, las autoridades locales aumentaron los testeos y reforzaron las campañas de métodos de prevención. Los sorprendentes resultados en Minneapolis, la ciudad epicentro de las movilizaciones por la muerte de George Floyd

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Miles de personas marchan desde el centro hasta el lugar en que murió George Floyd en Minneapolis el 5 de junio de 2020 (REUTERS/Eric Miller)
Miles de personas marchan desde el centro hasta el lugar en que murió George Floyd en Minneapolis el 5 de junio de 2020 (REUTERS/Eric Miller)

La Universidad de San Diego publicó su estudio “Protestas del Black Lives Matter Protests, distanciamiento social y COVID-19” en el que asegura no haber encontrado pruebas de que las movilizaciones que se multiplicaron en el país por el asesinato de George Floyd hayan reavivado los contagios de coronavirus en las últimas dos semanas y media.

El trabajo realizado por Dhaval M. Dave, Andrew I. Friedson, Kyutaro Matsuzawa, Joseph J. Sabia, Samuel Safford, analizó los datos de 315 ciudades para estimar los impactos de protestas masivas sobre el distanciamiento social y el crecimiento de los casos de COVID-19. De las 315 ciudades más grandes del país, en 281 se desarrollaron protestas y en las 34 restantes no.

“Usando datos de rastreo de teléfonos celulares anónimos de SafeGraph, Inc., así como datos de la la prevalencia local de COVID-19 de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, demostramos que las ciudades que tuvieron protestas experimentaron en simultáneo un aumento en el aislamiento social de los población general en comparación con las ciudades que no tuvieron marchas, afirman.

En los gráficos de la Universidad de San Diego se muestra cómo aumenta la media de “quedarse en casa” en los lugares donde hubo movilizaciones y cómo no la curva de contagios se mantiene estable durante los primeros días de movilizaciones y luego de 10 jornadas comienza descender:

Panel (a): El Porcentaje que aislamien en casa a tiempo completo aumenta durante las protestas
Panel (a): El Porcentaje que aislamien en casa a tiempo completo aumenta durante las protestas
Panel (b): el porcentaje medio de tiempo en casa también creció durante las movilizaciones
Panel (b): el porcentaje medio de tiempo en casa también creció durante las movilizaciones
Panel d):  La tasa de crecimiento de los casos COVID-19 se mantiene estable los primeros días de las protestas y a los 10 días, comienza a bajar
Panel d): La tasa de crecimiento de los casos COVID-19 se mantiene estable los primeros días de las protestas y a los 10 días, comienza a bajar

Según las conclusiones de la investigación, si bien es posible que las protestas causaran un crecimiento de casos entre sus participantes, tuvieron muy poco efecto en la propagación del COVID-19 en la población total de esos lugares. “En la mayoría de los casos, el efecto estimado a largo plazo (después de 18 días) fue negativo”, afirman.

Los investigadores creen que en las ciudades con movilizaciones, los que no protestaron decidieron quedarse masivamente en casa para evitar el tráfico adicional que suponen los cortes de calles, o porque percibieron más peligro por el tinte violento de algunas concentraciones o, simplemente, no salieron porque los negocios estaban cerrados por temor a saqueos.

Además, explicaron que la propagación pudo verse mitigada por las medidas de prevención de los manifestantes, ya que muchos de ellos usaron mascarillas. Además, apuntaron que la mayoría de los que salieron a la calle forman parte de una subpoblación de jóvenes cuyos síntomas son menores y, por lo tanto, es posible que nunca se hayan hecho la prueba y no aparezcan en las cifras oficiales de COVID-19.

Una marcha contra el racismo este viernes en Seattle (REUTERS/Lindsey Wasson)
Una marcha contra el racismo este viernes en Seattle (REUTERS/Lindsey Wasson)

Además de los resultados del el estudio de la Universidad de San Diego, las autoridades locales hicieron sus propios controles. Es que ante el temor que las manifestaciones aumentaran la propagación viral, provocando nuevas oleadas mortales de contagios, las autoridades decidieron comenzar un programa de testeos masivos y gratuitos en los barrios más afectados por las protestas y la violencia posterior.

Los datos más contundentes se obtuvieron en Minneapolis, la ciudad en la que Floyd murió a manos de la policía y que fue el epicentro de las protestas contra el racismo.

Hasta entonces la ciudad estaba testeando sólo a las personas con síntomas y las que se encontraban en los hospitales y en las residencias para ancianos. Pero luego de las protestas, el Departamento de Salud de Minnesota cambió los criterios. “Hicimos una excepción debido a la extensión de esos eventos”, dijo a Wired Kristen Ehresmann, directora de enfermedades infecciosas del Departamento de Salud de Minnesota.

Se abrieron cuatro sitios de pruebas y los funcionarios de salud pública están alentando a cualquier persona que haya asistido recientemente a una protesta, vigilia o evento en el vecindario a hacerse la prueba allí, independientemente de si tienen o no síntomas de Covid-19.

De las 3.200 personas evaluadas hasta ahora en los cuatro sitios de prueba, el 1.8 por ciento ha dado positivo por Covid-19, dijo Ehresmann. HealthPartners, uno de los mayores proveedores de atención médica en Minnesota, también informó al estado que había testeado a unas 8.500 personas que indicaron que la asistencia a una reunión masiva era la razón por la que querían una prueba. Entre ellas, el 0,99 por ciento dio positivo.

“En este momento, con los datos disponibles para nosotros, parece que hubo muy poca transmisión en los eventos de protesta”, dijo Ehresmann. “Estamos absolutamente aliviados”.

En Minnesota, las hospitalizaciones diarias de Covid-19 han disminuido constantemente desde que comenzaron las protestas, según datos del departamento de salud del estado. Eso sugiere que las bajas tasas de positividad entre los manifestantes son consistentes con las tendencias estatales.

Resultados igualmente alentadores se obtuvieron en otras ciudades que lanzaron programas de pruebas gratuitas para los manifestantes. En Seattle, menos del 1 por ciento de las 3.000 personas examinadas después de asistir a las protestas dieron positivo para el coronavirus, según un comunicado emitido por el alcalde de la ciudad el viernes pasado. Esta semana, funcionarios de Boston anunciaron que 14 de las 1,288 personas analizadas hasta el momento dieron positivo para coronavirus, o el 1.1 por ciento.

No obstante, muchas otras ciudades no están realizando pruebas públicas generalizadas, por lo que las señales de picos relacionados con las protestas pueden tardar más en aparecer. En otros casos, como Nueva York, San Francisco y Washington DC, las protestas comenzaron más tarde, haciendo difícil una comparación con Minneapolis.

Aunque se desconocen exactamente los motivos de la baja tasa de contagio durante las protestas, los expertos apuntan a que un elemento importante es que en las protestas en Minneapolis la gran mayoría de los manifestantes llevaban barbijos.

El departamento de salud estatal distribuyó 50.000 máscaras a organizaciones comunitarias para ponerlas a disposición de los participantes.

Probablemente, el hecho de que las protestas fueron al aire libre también jugó un papel importante. “En el exterior, hay tanta dilución en la atmósfera que sería inusual que los niveles de virus se acumulen en el aire”, dijo a Wired Linsey Marr, profesora de ingeniería ambiental en Virginia Tech y una de las máximas expertas en cómo se trasmite el virus en el aire. “Tendrías que estar extremadamente cerca de otra persona durante mucho tiempo para estar expuesto de manera significativa”, afirmó.

“Creo que hubríamos visto una situación muy diferente con menos máscaras y eventos bajo techo”, agregó Roger Shapiro, profesor de inmunología y enfermedades infecciosas de la Universidad de Harvard.

Los datos, concuerdan los expertos, están comenzando a cambiar la comprensión de los científicos sobre cómo se comporta el nuevo patógeno, con implicaciones importantes para los planes de reapertura de los estados.

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