La proeza de Ángela, la colombiana que con un celular sacó adelante el año escolar de sus cuatro hijos y seis nietos

La pandemia por coronavirus dejó a Ángela González sin trabajo y a cargo de 10 estudiantes de bachillerato y primaria en su casa.

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Captura video El Tiempo
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Ángela González es una mujer humilde que vive junto a su familia en un apartamento en Bosa, sur de Bogotá. Ella no es profesora, pero durante este 2020 se las arregló para educar a 10 niños de diferentes grados escolares con su celular y una conexión a internet bastante deficiente.

De los 10 niños, cuatro son sus hijos y seis son sus nietos. González tiene siete hijos, sus tres hijas mayores salen a trabajar, mientras ella se encarga de cuidar a los menores que siguen estudiando en su casa, así lo explicó la mujer al diario bogotano El Tiempo, que recogió la historia.

Ante la pandemia por el coronavirus, todos los estudiantes del país tuvieron que seguir sus años escolares en casa con la modalidad de clases virtuales. Sin embargo, en Colombia son miles las familias que no tienen las condiciones para que los menores sigan sus estudios de manera virtual; la falta de dispositivos tecnológicos y el nulo acceso a internet han hecho que durante todo el año se conozcan historias de menores que en zonas rurales y en la ciudad, por la falta de recursos económicos, dejaron de estudiar o hacen milagros para acceder a las clases.

Este jueves 3 de diciembre, la ministra de Educación, María Victoria Angulo, señaló que “cerca de 158.000 niños, niñas y adolescentes han abandonado sus estudios como consecuencia de la pandemia”. Además, aseguró que el reto más grande que tendrá el sector el próximo año será garantizar el retorno seguro a las aulas, mediante el modelo de alternancia y con la implementación de los protocolos de seguridad dispuestos por el Gobierno Nacional.

Ángela González no iba a permitir que sus hijos y nietos hicieran parte de la preocupante cifra de deserción escolar, “uno puede no dejarles plata, pero les deja la educación”, manifestó la mujer a el medio que compartió su historia. Para González y sus familiares la motivación no hacía falta, pero, lastimosamente, eso no es lo único que necesitaban para que los menores lograran estudiar, y las herramientas tecnológicas con las que contaban se reducían al celular de la mujer, el cual no era última generación y ya no funcionaba óptimamente.

La tolimense, que huyó de la violencia en el departamento hace más de 10 años, trabajaba como independiente, pero con la pandemia le tocó quedarse en casa mientras sus hijas mayores seguían trayendo el dinero al hogar. Entonces González decidió que si no podía trabajar, se iba a dedicar a la educación de los 10 menores que viven con ella y no iba a permitir que ninguno perdiera el año.

Estableció todo un cronograma y se ocupaba niño por niño y tarea por tarea. Afortunadamente contaba con que la mayor de todos los niños, que ya está en bachillerato, apoyaba a sus hermanos y tíos que apenas cursan primaria con los trabajos. En el único celular del hogar estaban alojados todos los grupos de los profesores y las guías de las clases, sin embargo Ángela se las arreglaba para recoger guías impresas en el colegio y así hacer más fácil el desarrollo de las tareas.

Según el Ministerio de Educación, los estudiantes también se enfrentan a problemas socioemocionales ocasionados por el encierro, motivo por el cual las organizaciones internacionales han alertado sobre la necesidad de reactivar la vida estudiantil en los colegios. Para 2021 tenemos un presupuesto que por tercer año es el más alto de todos los sectores. Esto debe acompañarse de un trabajo en equipo con los gobernadores, los alcaldes y los maestros”, aseguró la ministra.

Captura video El Tiempo
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Una torre de cuadernos y guías impresas ocupaban el comedor de la familia, mientras durante varias horas del día todos se turnaban para realizar sus respectivos deberes. Los problemas no faltaron, pues un día el celular dejó de funcionar y, aunque era lento y las guías y videos se demoraban en cargar, eso dificultó el acceso al material educativo.

“A los profesores les parece absurdo que una persona les diga que no hay acceso a internet, solo mandan guías y que uno mande las respuestas y ya, no importa cómo”, explicó la mujer a El Tiempo. Por eso cuando se quedaron sin celular, la familia accedió a un computador de escritorio de segunda mano que les costó 360 mil pesos, según relató el diario bogotano, y aunque tampoco es el computador más veloz con él lograron cumplir con todos los trabajos.

Ahora que ya terminó el año escolar, Ángela González está feliz y orgullosa porque ninguno de los menores perdió el año, ”logré que todos mis chinitos pasaran el año pero no es una tarea nada fácil”, aseguró al diario.

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