Hallan un sorprendente ecosistema de “hielo inflamable” y vida extrema en el fondo del océano Ártico

Científicos identificaron estructuras de gas y comunidades biológicas excepcionales, lo que revela vínculos entre distintos hábitats del océano polar

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A 3.640 metros en la
A 3.640 metros en la dorsal de Molloy, científicos hallaron los montículos Freya, estructuras formadas por hidratos de gas y vida extrema (UiT / Ocean Census / REV Ocean)

Un equipo de científicos realizó un sorprendente descubrimiento en las oscuras profundidades del océano Ártico: un paisaje oculto de “hielo inflamable” y vida en condiciones extremas. A 3.640 metros en la dorsal de Molloy, los investigadores hallaron los llamados “montículos Freya”, estructuras formadas por hidratos de gas. Se trata de sólidos cristalinos de agua y gas creados bajo alta presión que albergan ecosistemas únicos repletos de gusanos tubulares y caracoles.

Este hallazgo representa los depósitos de hidratos más profundos conocidos hasta la fecha a nivel mundial, lo que ofrece una visión inédita de cómo la vida logra prosperar alimentándose de metano y petróleo en uno de los entornos más remotos del planeta. Los detalles de este hallazgo fueron presentados en un estudio publicado recientemente en la revista científica Nature Communications.

La investigación no solo documenta la existencia de estas formaciones geológicas ultraprofundas, sino que también destaca su importancia para comprender mejor los ciclos del carbono en el océano y la conexión ecológica entre los distintos hábitats del mar profundo, en un momento clave donde el cambio climático y la minería submarina plantean nuevos desafíos para la conservación del Ártico.

Ecosistemas abisales con conexiones inesperadas

El estudio revela que los montículos Freya, situados a una profundidad abismal de 3.640 metros, son estructuras dinámicas con morfologías complejas que evidencian un ciclo continuo de crecimiento y derrumbe. Lo sorprendente de estos depósitos es su intensa actividad: emiten columnas de burbujas de metano que logran ascender a través del agua hasta quedar a solo 300 metros de la superficie, una altura inusual para este tipo de sistemas profundos.

Fauna de los montículos de
Fauna de los montículos de hidrato incluye gusanos Sclerolinum, poliquetos maldanidos, anfípodos melítidos, caracoles y bivalvos Thyasirid (UiT / Ocean Census / REV Ocean. Panieri, et. al., 2025)

Los análisis químicos realizados por el equipo de científicos confirmaron que los hidratos almacenan gas de origen “termogénico” (producido por calor y presión en el subsuelo) y detectaron rastros de petróleo crudo. Este petróleo proviene de una roca madre relativamente joven, formada durante el periodo Mioceno en antiguos lagos de agua entre dulce y salada, un entorno muy diferente al océano actual.

La vida prospera en estos montículos gracias a la quimiosíntesis, un proceso donde los organismos obtienen energía de reacciones químicas en lugar del sol. Estas comunidades incluyen especies adaptadas a condiciones extremas, como gusanos tubulares, pequeños caracoles y crustáceos anfípodos.

Un hallazgo clave del análisis biológico es que esta fauna se parece más a la que habita en las profundas chimeneas volcánicas (o fuentes hidrotermales) del Ártico, como el campo Jøtul en la dorsal de Knipovich, que a la de otros filtraderos de metano que se encuentran a menor altitud bajo el mar. Esto sugiere que la profundidad juega un papel más importante que el tipo de fuente química en la composición de estas comunidades.

Finalmente, los autores subrayan la importancia ecológica de este descubrimiento. La existencia de especies compartidas entre los fríos filtraderos de metano y las calientes fuentes hidrotermales sugiere que existe una “autopista” ecológica que conecta estos hábitats remotos. Entender esta conectividad es vital, advierten los científicos, para “evaluar la vulnerabilidad de estos ecosistemas frente a la explotación de recursos en la región”, especialmente ante el avance de posibles actividades de minería submarina en el Ártico.

Este hallazgo en el Ártico
Este hallazgo en el Ártico representa los depósitos de hidratos más profundos conocidos hasta la fecha en todo el mundo, según la investigación (REUTERS/Lisi Niesner)

Este descubrimiento es crucial para el estudio del cambio climático porque los hidratos de gas actúan como gigantescos reservorios de carbono que, si se desestabilizan por el calentamiento de los océanos, pueden liberar metano, un potente gas de efecto invernadero. La investigación documenta que las aguas profundas del Mar de Groenlandia se están calentando, y aunque los montículos Freya están a gran profundidad, sus burbujas de gas ya logran ascender inusualmente alto, a solo 300 metros de la superficie. Comprender la estabilidad de estos depósitos es vital para predecir si, en un futuro más cálido, podrían convertirse en una fuente masiva de emisiones que acelere aún más el calentamiento global.

Cómo investigaron las profundidades del océano Ártico

La expedición Ocean Census Arctic Deep–EXTREME24 utilizó una combinación de tecnologías de última generación para caracterizar el entorno y recolectar muestras. El equipo desplegó el buque de investigación Kronprins Haakon y realizó inmersiones profundas con el vehículo operado remotamente (ROV) Aurora.

Las observaciones directas y la cartografía de alta resolución permitieron ubicar y estudiar los montículos de hidrato, así como documentar la presencia de burbujas de gas y la diversidad biológica asociada. Para el estudio de la composición química, el equipo extrajo muestras de hidrato y sedimento usando un instrumento que preserva la estructura de los sedimentos.

El equipo utilizó el buque
El equipo utilizó el buque Kronprins Haakon e inmersiones con el ROV Aurora, combinando tecnologías de última generación (Martin Hartley / The Nippon Foundation–Nekton Ocean Census)

En cuanto a la biodiversidad, la identificación de los organismos se realizó a bordo mediante fotografía macro y estudios morfológicos, conservando los ejemplares para posteriores análisis taxonómicos y genéticos. La comparación de la fauna encontrada en Freya con registros de otros sitios del Ártico se realizó con el índice de Sørensen, que mostró un 59% de similitud familiar entre los montículos Freya y el campo hidrotermal Jøtul, según los resultados.

Repercusiones y desafíos para el manejo ambiental en el Ártico

El descubrimiento de los hidratos de gas ultraprofundos en la Dorsal Molloy abre interrogantes sobre la dinámica del ciclo del carbono en el océano Ártico y la posible influencia de estos sistemas en el balance global de metano, un gas de efecto invernadero. El estudio advierte que, cuando estos montículos de hielo se deshacen, liberan grandes columnas de metano que viajan hacia arriba a través del océano. Lo sorprendente es que el gas logra subir más de 3.000 metros sin disolverse por el camino.

Esto es posible gracias a un mecanismo singular: el petróleo presente en la zona envuelve las burbujas formando una especie de “piel” o película aceitosa. Esta capa actúa como un escudo protector que evita que el gas se diluya en el agua, lo que le permite llegar intacto hasta zonas muy cercanas a la superficie.

Los montículos Freya emiten columnas
Los montículos Freya emiten columnas de burbujas de metano que ascienden hasta quedar a solo 300 metros de la superficie del mar (Imagen Ilustrativa Infobae)

La investigación revela que estos montículos de hielo funcionan como “viviendas” dinámicas: a medida que crecen y eventualmente colapsan, las comunidades de animales que los habitan se transforman en un ciclo natural de renovación. Esta complejidad biológica lanza una advertencia urgente, ya que ante el creciente interés internacional por la minería submarina en el Ártico, los expertos insisten en que es vital mapear y comprender el parentesco de estas especies para saber exactamente qué ecosistemas vulnerables podrían perderse antes de iniciar la extracción de recursos.

“Los vínculos que hemos encontrado entre la vida en esta filtración y los respiraderos hidrotermales del Ártico indican que estos hábitats insulares en el fondo del océano deberán protegerse de cualquier impacto futuro de la minería de aguas profundas en la región. Comprender estos hábitats únicos es esencial para salvaguardar la biodiversidad y apoyar la toma de decisiones responsable en las regiones polares”, concluyó Giuliana Panieri, profesora de la UiT The Arctic University of Norway y científica jefe de la expedición, en un comunicado oficial.

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