
Por las profundas aguas del sur, un caracol de apenas 2,1 milímetros lleva ahora el “sello” de una de las personalidades más famosas de la Argentina.
Se trata de Bogasonia maradoniana, la nueva especie nombrada en honor a Diego Armando Maradona.
Fue descripta por los científicos Javier Di Luca y Guido Pastorino, del Laboratorio de Ecosistemas Marinos del Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN) “Bernardino Rivadavia”, que depende del Conicet.

Publicaron el estudio en la revista Polar Biology, del grupo editorial Springer Nature.
En diálogo con Infobae, el biólogo Di Luca comentó que “más ejemplares de la misma especie podrían estar en áreas cercanas de Santa Cruz, Tierra del Fuego e Islas Malvinas. Pero me parece improbable que se encuentren en otras regiones del mundo”.
Además, expresó: “Nuestro aporte es dar a conocer la gran biodiversidad del Mar Argentino y destacar que el microcaracol es tan único como Maradona lo fue”.
Es la cuarta especie descripta del género Bogasonia en el mundo. Las otras tres son del hemisferio norte. Por lo cual, es la única especie del género en el hemisferio sur.
“Consideramos todas las particularidades de la especie, incluyendo su ciclo de vida, y nos pareció toda una jugada maradoniana”, subrayó.
Qué tipo de animal es el caracol

El nuevo caracol pertenece a los gasterópodos, grupo de moluscos con cuerpo blando, en general protegido por una concha en espiral.
Estos animales pueden vivir en ambientes marinos, dulciacuícolas (como ríos, lagos, arroyos o lagunas) y terrestres.
Se reconocen por sus tentáculos en la cabeza y su pie, una estructura muscular que les permite moverse.
En los ecosistemas, los caracoles cumplen funciones clave como descomponedores y soporte en la cadena alimentaria de peces y aves.
La concha, formada por carbonato de calcio, les sirve de resguardo y varía según la especie.
En el mundo existen más de 100.000 especies de caracoles y babosas. El Mar Argentino alberga cientos de especies descriptas.

Los investigadores del MACN aportaron una nueva descripción de una especie de caracol que no pasará desapercibida.
Asignaron la nueva especie al género Bogasonia, hasta ahora conocido solo por especies halladas en el hemisferio norte y en aguas subpolares.
Bogasonia maradoniana se convierte así en la primera especie del género descripta en el hemisferio sur.
Dónde se encontró a la especie “maradoniana”

Los ejemplares de Bogasonia maradoniana que se encontraron estaban frente a las costas de Santa Cruz, Argentina, durante una expedición en el buque científico Puerto Deseado del Conicet que se hizo en 2009.
En aquel momento se hizo una recolección de muestras del fondo marino con rastras, que son redes de malla fina que permiten obtener organismos muy pequeños directamente del fondo marino.
Algunas de esas muestras iban a ser descartadas, pero los investigadores hicieron su análisis en el laboratorio y terminaron haciendo el descubrimiento de la nueva especie.

Entre los restos recolectados, encontraron huevos y ejemplares adultos de la especie. Cada muestra fue revisada bajo la lupa, lo que permitió identificar la inusual morfología de la nueva especie.
“Lo que hice fue colocar de a cucharadas el contenido en placas de Petri e ir mirando en detalle bajo la lupa. Completar el estudio de esa muestra mediante esa metodología habrá llevado un mes y medio trabajando de 4 a 6 horas por día, pero dio sus frutos”, contó Di Luca.
Las particularidades de Bogasonia maradoniana

El aspecto externo del caracol es uno de sus rasgos más llamativos. Su caparazón mide como máximo 2,1 milímetros. Es muy fino y tiene una forma alargada y algo puntiaguda.
Lo distingue una capa externa, con dos anillos espirales que no se encuentran adheridos totalmente a la parte dura, y resultan grandes, anchos y redondeados. Esto no existe en otros caracoles conocidos.
Sus partes blandas presentan detalles igualmente originales. El animal tiene un color amarillento, una cabeza con un escudo dividido en dos lóbulos redondeados y grandes ojos a la base.
Dispone de un pie pequeño, con surcos visibles, y glándulas especiales en el manto.
El sistema reproductivo es hermafrodita (produce células sexuales femeninas y masculinas), e incluye glándulas que generan cápsulas y líquido nutritivo para los huevos.

Bogasonia maradoniana deposita solo una cápsula por puesta (es decir, un grupo de huevos), algo muy raro entre los caracoles marinos.
La cápsula tiene paredes gruesas, transparencia y forma lenticular. Mide alrededor de 0,5 milímetros y contiene un solo huevo. El embrión se desarrolla completamente dentro de la cápsula hasta salir como juvenil.
No existe fase larval flotante, lo que implica que el ciclo de vida es directo: los caracoles nacen formados y no pasan por un estado nadador.
Sobre la alimentación, el trabajo aún no pudo determinarla de manera directa.
Los investigadores suponen, por otros miembros de la familia Toledoniinae, que vive sobre superficies duras, como rocas y algas, y quizás se alimenta de microorganismos, pero no hay pruebas directas aún.

Su ciclo de vida está completamente documentado en el estudio: desde la puesta del huevo, pasando por el desarrollo en la cápsula, hasta la vida adulta, lo que convierte a Bogasonia maradoniana en la única de su género con ese seguimiento.
Esto permite conocer cómo se forma el pequeño caracol y qué características lo acompañan desde el principio, como su caparazón y coloración.
Tras la descripción de la nueva especie, surgieron preguntas abiertas que inquietan a los especialistas.

Una de las principales dudas es cómo logró la especie ocupar lugares tan distantes, ya que existen representantes de Bogasonia en ambos hemisferios.
No se sabe si esa distribución ocurrió por migraciones a través de las corrientes marinas, por cambios climáticos, o si hubo otras especies ancestro que permitieron el paso entre norte y sur.
Otra pregunta que deja el descubrimiento es cómo sobrevive Bogasonia maradoniana en un ambiente tan desafiante, con temperaturas bajas y recursos limitados.
Los investigadores se preguntan si la especie mantiene un comportamiento alimenticio y reproductivo similar al de sus parientes del norte, o si tiene adaptaciones nuevas todavía no conocidas.
La falta de datos sobre su dieta real y su rol ecológico en el ecosistema patagónico podría seguir impulsando nuevas investigaciones.
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