
Las islas Adalar, también conocidas como las “Princes’ Islands”, están situadas en el Mar de Mármara (Turquía) y son conocidas por brindar un entorno verde y tranquilo, con la posibilidad de explorar el pasado multicultural de la ciudad. Accesibles mediante trenes públicos, estos archipiélagos mezclan historia y naturaleza en un escenario con ciertas restricciones ambientalistas que las convierten en un lugar ideal para desconectarse del ritmo acelerado de las grandes ciudades turcas.
Históricamente, las islas Adalar han sido testigos de numerosas historias de exilio. Bizantinos y otomanos enviaron a príncipes problemáticos y opositores políticos a estas islas. La historiadora Bettany Hughes escribe en su libro “Istanbul: A Tale of Three Cities” que estas islas tienen un pasado oscuro donde príncipes fueron cegados, torturados e incluso encarcelados. En tiempos más recientes, Leon Trotsky se refugió aquí tras ser perseguido por la Unión Soviética. Durante la pandemia, Özge Acar, de Istanbul Tour Studio, también se autoexilió en Kınalıada, la más pequeña de las cuatro islas habitadas.

Al llegar a Heybeliada, la segunda isla más grande, se observa una mezcla de restaurantes y casas estilo otomano. Aquí, la mayoría de los residentes son ahora musulmanes, pero todavía quedan pequeños grupos de cristianos armenios y griegos. Según el sacerdote Meletios Stefanatos, la relación entre la comunidad y los visitantes es cordial, y a pesar de algunos problemas políticos entre Turquía y Grecia, los visitantes turcos frecuentan el monasterio de Hagia Triada. La escuela teológica de Halki, establecida en 1844, es un símbolo de la educación religiosa en la isla a pesar de su cierre en 1971.
Son accesibles a través de diversos ferris públicos que parten principalmente desde Kabataş, Eminönü y Bostancı, ya que por una medida que intenta cuidar al ecosistema del lugar, estas islas permanecen libres de coches, y la movilidad se realiza principalmente mediante scooters eléctricos, carritos de golf y bicicletas.
Desde 2020, se prohibieron los carruajes tirados por caballos debido a las malas condiciones en las que se encontraban estos animales. Esto ha contribuido a mantener el ambiente limpio y tranquilo, lo cual atrae a turistas de la ciudad deseosos de escapar del aire contaminado de Estambul. Como dice Acar, “es un esfuerzo importante mantener esta tranquilidad cerca de una ciudad con una población de 16 millones”.

Büyükada, la isla más grande, destaca por sus tabernas al estilo griego y sus mansiones de verano construidas para príncipes otomanos. La cultura de estas islas refleja un fuerte apego a su identidad bizantina, incluso después de la conquista otomana de Constantinopla en 1453. Acar señala que muchos de los habitantes originales pertenecían a las minorías griegas y armenias de Estambul, y algunas de esas familias aún conservan viviendas en las islas.
Durante una visita en invierno, sólo unos 500 residentes permanentes habitan Kınalıada. Acar comenta que durante su tiempo en esta isla, acostumbró a ver las mismas caras en los pocos ferris que circulaban diariamente, creando una comunidad muy unida. En contraste, en los meses estivales, la población de las islas aumenta significativamente, y muchos locales de Estambul aprovechan las playas de arena y los recorridos naturales.

Las islas Adalar son también un refugio para la naturaleza. Caminos que llevan a playas arenosas y bosques frondosos son un atractivo particular para los residentes y visitantes. La tarifa del ferry para acceder a las islas es de 45 liras turcas (aproximadamente 1,30 euros). Para moverse en la isla, se requiere una IstanbulKart, una tarjeta de viaje prepagada.
Aunque la relación de las islas con su historia y sus residentes multiculturales es una de sus características más destacadas, también son conocidas por su espíritu colectivo e independiente. “Los isleños sienten una fuerte conexión emocional con el pasado y están orgullosos de ello”, comenta Acar. Este orgullo y conexión histórica son visibles en los esfuerzos por mantener las tradiciones y la cultura local, a pesar de la modernización.
Las islas Adalar son un destino perfecto para los turistas que buscan capturar la esencia pasada de Estambul, sin la congestión de la gran ciudad. Para aquellos con más tiempo en la ciudad, estas islas representan un retiro verde y culturalmente rico.
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