“No debí hacer eso”: por qué creemos que somos “el centro del mundo”

Es una distorsión de la percepción, que nos hace pensar que los demás prestan mucha más atención a lo que hacemos de lo que en verdad sucede. Por qué sucede el “Efecto foco” y tres tips para evitarlo

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No Debí Hacer Eso - El Sesgo Foco

¿Te pasa que te tropezás por la calle y sentís que te vio todo el mundo? ¿O, al revés, que hiciste un buen trabajo y nadie lo notó? Se trata de dos caras de la misma moneda: ser víctima de un fenómeno llamado “Efecto Foco” o “spotlight effect”. Como cada lunes, nos encontramos en “No debí hacer eso”, un espacio donde abrimos la cocina de nuestras decisiones para conocer las razones detrás de cada una de ellas, aprender cuáles nos limitan y qué hacer para mejorarlas.

Básicamente, el efecto foco es nuestra tendencia a considerarnos mucho más importantes a los ojos de los demás de lo que realmente somos. Como si todo el mundo nos estuviera prestando atención. De hecho, “spotlight” en inglés significa reflector; nos sentimos iluminados frente a los otros.

Un ejemplo típico es cuando estás comiendo una tarta de verdura en el trabajo, te vas a lavar los dientes luego de comer y notás que tenés un pedazo de verdura en el diente. Te preguntás: “¿Hace cuánto que tengo esto acá? ¿Quién lo habrá notado? ¿Por qué nadie me dijo nada?”. La realidad es que probablemente nadie lo haya notado y, si lo hubieran hecho, te lo habrían dicho.

El “efecto foco” se manifiesta también en el ámbito laboral, donde un error o un descuido nos puede parecer monumental, pero la realidad es que la mayoría de nuestros compañeros no le prestan tanta atención como creemos, están más concentrados en sus propios asuntos que en los nuestros.
(Imagen Ilustrativa Infobae)
El “efecto foco” se manifiesta también en el ámbito laboral, donde un error o un descuido nos puede parecer monumental, pero la realidad es que la mayoría de nuestros compañeros no le prestan tanta atención como creemos, están más concentrados en sus propios asuntos que en los nuestros. (Imagen Ilustrativa Infobae)

El problema es que somos tan importantes para nosotros mismos que solo prestamos atención a lo que nos pasa a nosotros y no a los demás. Lo que tenemos que darnos cuenta es que, probablemente, el resto de las personas que nos rodean también estén prestando atención a sí mismas y no a nosotros.

En 1998 se estrenó The Truman Show, la primera película en la que Jim Carrey interpretaba un personaje serio. Básicamente, es la historia de un chico que vive en un estudio de televisión. El film fue bastante disruptivo para su época, porque trataba un tema que hoy es bastante común, pero en ese momento parecía imposible: filmar la vida de gente común y corriente.

La película generó un efecto inesperado, que el psiquiatra Joel Gold luego denominó “delirio de Truman Show”. Varias personas empezaron a decir que se sentían observadas, que en su vida había personas que creían que eran actores simulando ser parte de su día a día. Por supuesto, esto es un trastorno y es un tema lo suficientemente serio como para ser tratado, pero la realidad es que todos sentimos, en mayor o menor medida, que estamos siendo observados en nuestro día a día.

Somos mucho más conscientes de nuestras propias acciones y apariencia que los demás, lo que nos lleva a pensar que cualquier pequeño cambio en nosotros será percibido, este es el núcleo del “efecto foco”, que nos hace sentir que todos están atentos a nuestros comportamientos y errores, cuando en realidad no es así.
(Imagen ilustrativa Infobae)
Somos mucho más conscientes de nuestras propias acciones y apariencia que los demás, lo que nos lleva a pensar que cualquier pequeño cambio en nosotros será percibido, este es el núcleo del “efecto foco”, que nos hace sentir que todos están atentos a nuestros comportamientos y errores, cuando en realidad no es así. (Imagen ilustrativa Infobae)

La pregunta es: ¿por qué sentimos que todo el mundo está pendiente de nosotros? Podríamos decir que es un caso de narcisismo o egocentrismo extremo, pero esa no sería la respuesta completa. La razón es que estamos muy conscientes de nuestros propios comportamientos, hábitos y apariencia. Tenemos una conciencia plena sobre eso, y cuando algo cambia, somos los primeros en notarlo, lo que nos lleva a pensar que el resto también lo notará.

Lo interesante es que el resto tiene esa misma conciencia respecto a sí mismos, y emplea la misma energía en ser conscientes de cómo se comportan, por lo que prestan poca atención a los demás. Esto depende de nuestra propia conciencia sobre nosotros mismos y de nuestra dificultad para ponernos en el lugar del otro.

Básicamente, toda la perspectiva que tenemos para analizar una situación que nos involucra es la nuestra, y no tomamos en cuenta el ángulo de las demás personas que participan en esa situación. Además, suponemos que están muy interesados en criticarnos, como cuando nos equivocamos en una presentación en el trabajo, cuando en realidad cada uno tiene sus propios problemas de los cuales ocuparse.

El caos de una calle concurrida es un escenario ideal para observar cómo cada persona está inmersa en su propio mundo, el “efecto foco” nos hace pensar que somos el centro de atención, pero la realidad es que todos están igualmente concentrados en sus propias vidas y problemas.
(Imagen Ilustrativa Infobae)
El caos de una calle concurrida es un escenario ideal para observar cómo cada persona está inmersa en su propio mundo, el “efecto foco” nos hace pensar que somos el centro de atención, pero la realidad es que todos están igualmente concentrados en sus propias vidas y problemas. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Conocer el impacto de este sesgo llevó a tres científicos sociales, entre ellos Thomas Gilovich, a estudiar este fenómeno en la década de los 90. En su experimento, querían medir cuánto sobreestimaba un grupo de estudiantes lo que los demás recordaban sobre ellos. Les pidieron a los estudiantes que usaran una remera con la imagen del cantante Barry Manilow.

Este cantante era considerado por los propios estudiantes como “no cool”, casi vergonzoso. Luego, los participantes entraban a una sala donde había un grupo de personas, parte del experimento. Al salir, se les preguntaba a los observadores qué recordaban sobre las personas que habían entrado, en particular si notaron la remera y quién aparecía en ella.

Por otro lado, les preguntaron a los estudiantes qué porcentaje de observadores creían que recordaría que usaban esa remera vergonzosa. Los participantes estimaron que el 50% de los observadores lo recordarían. Sin embargo, solo el 25% de los presentes recordaron que alguien había entrado con una remera con una imagen, y un porcentaje aún menor identificó al cantante Manilow.

Sentirse observado al mirar por la ventana en un bar es una clara muestra del “efecto foco”, un sesgo que nos lleva a sobreestimar cuánto nos perciben los demás
(Imagen Ilustrativa Infobae)
Sentirse observado al mirar por la ventana en un bar es una clara muestra del “efecto foco”, un sesgo que nos lleva a sobreestimar cuánto nos perciben los demás (Imagen Ilustrativa Infobae)

Este experimento es importante porque muestra la gran distancia entre cómo creemos que los demás nos observan y lo que realmente hacen. Esto sucede en muchas situaciones cotidianas. Para combatir este sesgo, te dejo tres tips:

  1. Intentá ponerte en el lugar del otro. Si un compañero de trabajo se equivoca en una presentación, ¿le darías tanta importancia? Si un amigo dice algo incorrecto, ¿te parece tan grave?
  2. Repetí: “No soy el centro del universo”. Si bien estás muy consciente de tu vida, el resto está tan preocupado por sus propias cosas como vos por las tuyas.
  3. No seas masoquista. Todos cometemos errores y hacemos cosas mal, pero lo importante es qué hacemos con eso para mejorar en el futuro.

*Emmanuel Ferrario es docente universitario de economía del comportamiento, autor del libro “Coordenadas para antisistemas” y legislador de la Ciudad de Buenos Aires.

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