Son la generación más joven de la actualidad. Tienen entre 6 y 18 años. Nacieron entre 1996 y 2010. Se los considera los sucesores de los Millennials, un grupo etario de características bien definidos que rompió con los paradigmas establecidos. La nueva generación Z, también llamados Centennials, vienen a destronarlos y cuentan con una ventaja indiscutible: nacieron con la tecnología al alcance de la mano.
Esa es su principal cualidad distintiva. La conectividad impregna sus vidas e influye en sus modos de relacionarse con el entorno. Sus amistades, sus principales relaciones de pareja, las noticias que consumen, sus formas de entretenimiento y hasta sus compras. Todo pasa por la órbita de Internet. Algunas de sus aplicaciones preferidas son Snapchat, Instagram y Whatsapp. A ellas dedican al menos un par de horas diarias.
De acuerdo a datos que brindó la consultora IPSOS para Samsung Argentina, el grupo etario Kids & Teens, conformado por niños y adolescentes entre 7 y 16, representa el 30% del mercado de los smartphones y el 56% del mercado de las tablets en Argentina. Entre los 7 y los 9 años, los niños comienzan a utilizar dispositivos touch con fines lúdicos. A partir de los 10 comienzan a evaluar la posibilidad de insertarse en el mundo de las redes sociales para relacionarse con su entorno. Después de la primera década de vida, los padres ya consideran la posibilidad de regalarles su primer celular propio.
Las estadísticas avalan una realidad incontrastable: el touch se instaló como una forma de vida. Los niños y después adolescentes lo interiorizaron desde el primer momento de sus vidas. Argentina no es una excepción. Es solo uno más de lo países que forman parte de esta tendencia juvenil; inevitable para las generaciones venideras. Sin embargo, conectividad no va de la mano con sociabilidad. Se describe a la Generación Z como una de las más aisladas e infelices.
Según el National Society for the Prevention of Cruelty to Children (NSPCC) -una organización británica que brega por los derechos de los niños- la mayor preocupación de los jóvenes que llaman a su línea telefónica ChildLine en 2015/16 fue por problemas de salud mental. La problemática representa el 31% de las sesiones de asesoramiento telefónico. A 30 años de su fundación, los especialistas destacan que antes las razones más habituales eran abuso físico y sexual, además de problemas domésticos.
"Lo que estamos viendo es una generación de niños que están expresando mucho más claramente que son infelices consigo mismos y las situaciones que los rodean", señaló Emily Cherry, directiva de NSPCC, a The Guardian. "Cuando se trata de una baja autoestima, mucha gente joven se preocupa en especial por lo que sucede en el mundo online. Cada vez que encienden sus teléfonos reciben mensajes sobre fiestas a las que no fueron invitados, o están viendo fotos de sus amigos haciendo cosas, o su autoestima se basa en cuántos 'Me gusta' están recibiendo en Facebook. El entorno digital impregna absolutamente su sentido de la autoestima".
Otro rasgo que caracteriza a la Generación Z es una forma liberal de mirar la sexualidad. Por una cuestión coyuntural, nacieron en una época de apertura mental sin precedentes. Una encuesta del National Citizen Service (NCS) hecha sobre 1.000 adolescentes encontró que solo el 63% de los adolescentes entre 16 y 17 años se define como 100% heterosexual. En cambio, en los adultos, el 78% se describe como absolutamente heterosexual.
A su vez, un estudio realizado por The Futures Company reveló algunas datos acerca de la identidad de la Generación Z. Los más jóvenes tienen una visión menos idealista de la realidad e instauran una forma de actuar más pragmática. Les importa más la consecución del objetivo que el camino transitado.
En el plano digital, los más jóvenes valoran menos la privacidad que sus antecesores, los Millennials, en las redes sociales y comprenden como natural la vigilancia que se ejerce sobre su actividad. A su vez, los más jóvenes prefieren la modalidad de compra "consumer to consumer", que encuentra su auge en la actualidad. Consiste en la producción de artefactos o prendas a mano, en contraposición a los producidos en masa. Por último, en su concepción de éxito, la Generación Z mide su impacto de acuerdo a la influencia que ejercen en el plano público, en especial, en las redes sociales.
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