Nico Occhiato y la soltería en cuarentena: “Sería rarísimo tener una cita por Zoom”

"Me despierto y me acuesto pensando ideas para el programa", dice el conductor que vive un gran presente profesional y asegura que allí está puesta su libido

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Nico Occhiato con el equipo de "Tenemos wifi"
Nico Occhiato con el equipo de "Tenemos wifi"

“No puedo creer estar viviendo donde arrancó todo”, dice Nicolás Occhiato, que dejó Villa Luzuriaga para mudarse a Palermo, el barrio de Canal 9, donde conduce uno de sus programas Todo puede pasar. El conductor también es la cara de Tenemos wifi, que se emite por Net, y es un éxito en tiempos de cuarentena. “Está creciendo cada vez más, mucha gente nos mira por YouTube y se armó una comunidad que me encanta”, cuenta el ganador del Bailando 2019 en una entrevista exclusiva con Teleshow.

A los 27 años y digno de una carrera que admirar, Occhiato dice que en su trayectoria los “no” fueron más importantes que los “sí”. “Sabía que quería conducir y cada proyecto que se me acercaba pensaba: ‘¿Esto me acerca o me aleja?‘”. Así, se animó a abandonar Combate, su primer éxito popular en la televisión (donde también conoció a su ex pareja, Flor Vigna), al que luego le siguieron mucho más.

—Pese al contexto estás en un gran momento profesional, conduciendo dos programas, que es lo que te gusta.

Me apasiona la conducción y la producción también. En el verano se dio la oportunidad de conducir en El Nueve, en un programa que no me imaginaba. Iba a ser un magazine y terminó siendo un certamen de baile con muchas emociones, con la familia muy incluida, lo que a mí también me gusta mucho. Y ahora, aprendiendo a hacer un programa de actualidad que no lo tenía en mis planes. Esas son también las cosas lindas de la conducción.

—De Combate a hoy, ¿imaginabas este boom?

—No, para nada. Ahora estoy viviendo a la vuelta del canal y cuando estaba en Combate todavía vivía en Villa Luzuriaga, con mis viejos. Jamás hubiera imaginado conducir un programa en el mismo estudio donde se hacía Combate. Sí me di cuenta cuando empecé, al muy poquito tiempo, que quería conducir o que me interesaba más estar en el control y ver cómo trabajaba la producción que aprender a tirarme de una liana, que nunca me gustó (risas). ¡Eso sí lo sufrí! Le tengo miedo a la altura. Hice deporte toda la vida, pero fútbol; no soy un atleta.

Nico Occhiato y su equipo en "Tenemos WIFI"
Nico Occhiato y su equipo en "Tenemos WIFI"

—¿De chico estuvo el sueño de ser famoso o se dio de casualidad?

—Cuando me acuerdo del Nico chico que miraba tele, en el fondo obviamente era mi sueño, pero nunca lo pensé. Lo veía tan lejano realmente, tan imposible. De más grande arranqué a hacer de extra en un montón de novelas para hacer unos mangos y para estar ahí, porque me gustaba ver cómo se armaba todo. En un momento mi viejo me dijo: “Bueno, ahora tenés que laburar en serio”, así que abandoné todo y empecé a estudiar Derecho y a laburar en una empresa. Nunca me animé ni a soñarlo porque lo veía imposible. Después, como las cosas cuando se tienen que dar se dan, entré en Combate medio de casualidad. Falté a la facultad para hacer un trabajo práctico, prendí la tele de fondo y estaba Combate, y justo Fierita (por Guillermo Catalano), que en ese momento conducía, dijo: “Si querés participar de la próxima temporada y entrenar con Tito Speranza...”. En ese momento estaba remetido con el gimnasio y me llamó más la atención entrenar con Tito, que estaba en el boom post Tinelli, y me mandé.

—De ese momento a hoy, ya pasaron seis años.

—No es tanto si ves todo lo que pasó en el medio. En un momento dejé Combate porque lo sentí. Hacía dos años que estaba ahí y no quería ser más uno de los 20 pibes con gorro rojo. Tenía muy claro que quería conducir. Combate me sirvió para ser mucho más popular, pero yo no era de los que se destacaban. En un momento hice un clic y dije: “De acá me tengo que ir”. Ahí arranqué a hacer radio gratis un año, y en el medio me salió un programa muy chiquitito de Fox Sports para conducir unas notas de deportes extremos que no tenía ni idea. Cuando fui a la reunión me dijeron: “¿Hacés deportes extremos?”. “Todos”, les dije. ¡No tenía idea! Pero lo llevé para un lado que me quedaba más cómodo y empezó a salir bien.

—Evidentemente algo con el público funciona: después terminaste ganando el Bailando.

—Esa es otra de las cosas que jamás me imaginé en la vida. Cuando entré al Bailando estaba recontra negado. Le había dicho que no un montón de veces porque no me sentía cómodo. Decía: “No sé bailar, voy a hacer un papelón. Lo mediático no me gusta, no me gusta hablar de mi vida privada, no me la banco si me bardean, ¿a qué voy a entrar? La voy a pasar como el culo”. Y después la vida te termina sorprendiendo. No es todo así como pensás. Pude ser más yo que nunca. Mi miedo era que no se refleje lo que soy realmente, y se dio sin querer. Jamás pensé que mi abuela iba a ir, ¡toda mi familia!

Nico Occhiato junto a sus abuelos
Nico Occhiato junto a sus abuelos

—¿Qué se sabe del Bailando 2020?

—Estaban esperando los protocolos. Habíamos empezado a ensayar, pero cuando se empezó a atrasar, paramos hasta nuevo aviso. Y por ahora no volvimos a arrancar.

—¿Qué queda del pibe de barrio de Villa Luzuriaga?

—Todo. Mis amigos son los que tengo desde los diez años: me junto tres veces por semana... Ahora, por Zoom. Muchas veces hago un ejercicio cuando estoy conduciendo: antes de salir, trato de parar un segundo y le hablo a mis amigos, o al Nico de 15, 16, 18 años, que miraba la tele. Hace poco lo descubrí. A mí me gustaba mirar la tele de chico, le quiero hablar a ese pibe que está en Villa Luzuriaga y seguir con esos códigos, con esos valores, esa forma de ver las cosas.

—Si un día se terminara todo esto, ¿te podés volver a arremangar y ser el que reparte pan desde la madrugada?

Me costaría mucho. No por el laburo, sino porque realmente hoy en día estoy muy feliz. Cuando uno trabaja de lo que le gusta te levantás con ganas de hacer lo que tenés que hacer todos los días. Cuando me acuerdo de esos trabajos, era despertarme y quererme morir... Desde que entraba al laburo esperaba a que sean las seis de la tarde para terminar; hoy, es todo lo contrario.

—¿Qué es lo que más extrañás en esta cuarentena?

—Extraño a mi familia y a mis amigos. Soy muy obsesivo del laburo y las juntadas con ellos me bajaban a tierra. Ahora, estando en casa, la cabeza sigue maquinando.

—¿Cómo están tus abuelos?

—Bien, pero difícil. Lo que más les duele es no poder ir a comer con sus hijos ni su nieto a la casa, o la juntada de los domingos, no poder estar. Hay que tratarlos con un cuidado... Trato de hablarles constantemente, de mandarles audios, llamarlos. Le hice un Instagram a mi abuela para que hagan videos y los tengo motivados por ahí; les tiro ideas. Quiérase o no, los mantenés entretenidos un rato.

—¿Los retaste cuando salieron a cobrar la jubilación?

—Fue una cagada. Ellos no necesitan nada. Mi mamá vive a 20 cuadras, les lleva la comida todos los días a la puerta de la casa. Es muy difícil. En ese momento me empezaron a escribir: “¡No! ¿Cómo vas a dejar…?”. Soy el que más bronca tiene de ver a mi abuelo en la calle, pero tampoco los podés retar porque los matás. Si lo único que tienen es hablar por teléfono con el nieto, y encima el nieto los llama y los reta, ¿cómo los dejás?

Nico Occhiato (Foto: Instagram)
Nico Occhiato (Foto: Instagram)

—¿Cómo andás en el amor?

—Estoy soltero.

—Tenemos cumpleaños por Zoom, casamientos por Zoom. ¿Vale una cita por Zoom?

—No, no, la verdad que sería rarísimo. Para mí, no. De hecho no suelo tener citas con alguien que no conozco, que me presentan en persona, ¡imaginate por Zoom!

—En cuarentena es complicado conocer a alguien, pero ¿te escriben en las redes?

—Siempre hay alguien que escribe, pero a mí me entra por otro. Tengo que conocer a la persona.

—Pero se está extendiendo un montón la cuarentena.

—Y bueno... (risas).

—Es difícil conocer gente en vivo y en directo hoy en día.

—Sí, pero ahora estoy enfocado en otras cosas.

—¿Hoy la libido está más en el trabajo?

—Sí, tal cual. Me despierto y me acuesto pensando ideas para el programa, les estoy atrás a los pibes como nunca, marcándoles lo que me gusta y lo que no. Ellos están en la misma situación, y al ver que Tenemos wifi creció tanto... La producción también está recontra metida.

Nico Occhiato conductor de "Tenemos wifi"
Nico Occhiato conductor de "Tenemos wifi"

—Las redes fueron parte del despegue de tu carrera. ¿Cómo manejás ese contenido?

—Las redes sociales son un trabajo más y las marcas están apostando muchísimo a eso y hay que cuidarlo. Tengo un equipo de trabajo y somos muy minuciosos. Trato de no abusar de canjes, prácticamente no hago. Es más una ética. Si hay una marca que apuesta por mí, con un contrato anual, tengo que ser fiel a eso. No le puedo subir lo mismo que a alguien que me regala dos remeras. Es mi forma de laburar. Un cambio fuerte en mi carrera fue en un momento que no estaba con trabajo y me habían ofrecido un par de cosas que no eran lo que quería. Pero también necesitaba guita…

—¿Y qué hiciste?

—Estaba de novio con Flor (Vigna) y se iba a hacer temporada a Carlos Paz. Habíamos empezado una movida de contenidos que estábamos haciendo y le dije: “Me voy con vos los tres meses y le metemos fuerte a producir los videos de pareja”. Y ese fue el verano que explotó y empecé a vivir de mi Instagram. Fue una de las decisiones clave. Con Flor eramos muy equipo en eso, muy productores. Si me hubiera quedado con lo fácil, con decir: “Es trabajo, por más que no me guste...”.

—¿Cómo se le explica a un abuelo que uno vive de Instagram?

—Cuando empezó toda esta locura, no tenía ni cuenta de banco. Entonces, la primera marca que me quería pagar y depositarme, le tuve que pedir a mi viejo el CBU. De repente, le empieza a entrar plata, que no era tanta plata en ese momento, pero entraba, y un día me sienta y me dice: “Hablemos, ¿qué estás haciendo?”; “¡¿Qué te pensás?! ¡¿Que estoy vendiendo droga, boludo?!”. Él no podía entender que subir una foto o un video... ¡Imaginate! Mi viejo tiene un corralón desde hace 30 años.

—¿Cuál es la tarea más odiada de la cuarentena?

—Limpiar. Me costó mucho. Mi mamá se reía porque ya sabe, y a veces la llamaba y le decía: “Ma, ¿para limpiar esto cómo…?”. Tampoco cocino; mucho delivery.

—¿Lavado de ropa?

—No, no, lo llevo a un Laverap (risas). ¡No hago nada!

—Llevar al Laverap es una tarea. Digamos que estás subsistiendo en esta cuarentena.

—Sí, la palabra es esa: subsistiendo (risas).

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