La celebración de José María Muscari por los dos años como papá de Lucio marcó un hito personal y familiar que el director teatral compartió con emoción en un posteo en su cuenta de Instagram en el que repasó en imágenes y palabras este tiempo en común. “Hoy cumplimos dos años como familia y se me vienen mil imágenes. Desde el primer momento que llegaste a mi vida y la iluminaste y pasamos momentos espectaculares en familia, con amigos, de vacaciones. Subiendo por primera vez un avión, poniéndonos juntos un traje por primera vez, viviendo miles de aventuras, de experiencias, de aprendizajes y por sobre todas las cosas, conociéndonos momento a momento y dándonos mucho amor. Vos, muchísimo amor a mí como tu viejo y yo, todo el amor que cabe en mi corazón para vos como mi hijo. Sos todo lo mejor, sos el mejor hijo que podría haber tenido y estos dos años son enormemente, mucho más felices que lo que hubiera imaginado. Por muchos años más como familia, padre-hijo”, expresó Muscari con mucha emoción”.
En la misma publicación, el director teatral profundizó sobre el significado de este aniversario: “Felices 2 años de familia hijo amado @lucio_muscariok. Sos el mejor hijo del mundo. Siempre juntos y siempre felices. El 18 de diciembre del 2023 se fundó nuestra familia y desde ese día es y será para siempre con amigos, con familia, con padrinos, con vida día a día. Veo esta colección de fotos desde nuestro primer día y no puedo creer lo que creciste hijo, lo que crecimos juntos. Te deseo toda la felicidad del mundo y más más porque desde que estás en mi vida todo es mejor porque vos sos toda luz”.
Entre las muchas reacciones que recibió estaba la que escribió Carolina Macarrein, la Jueza de Familia, Niñez y Adolescencia N°4 de Corrientes, que llevó adelante el proceso judicial para la adopción de Lucio. “Q increíble... tanto quedó atrás y tanto por venir !!!! Los 💞“. Muscari, a su vez, le respondió: ”Gracias Caro sos una capa”.

El camino hacia la paternidad adoptiva comenzó para Muscari durante un viaje por Europa, cuando recibió una noticia desde Corrientes que lo conmovió profundamente. “Es mi hijo…”, recordó haber sentido al ver el video de Lucio, un adolescente que, tras años en un hogar, había realizado una convocatoria pública con un pedido claro: “Quiero una familia”. Muscari relató: “Lo tengo que adoptar”. A pesar de que la convocatoria ya contaba con 80 familias inscriptas —y luego sumaría 140—, el director teatral decidió avanzar, enfrentando sus propios prejuicios: “Un tipo de Buenos Aires, cuando el niño es de Corrientes y expresa que prefiere quedarse allá. Además, un tipo solo, gay, monoparental, cuando Lucio habla de la idea de una mamá. Y encima, famoso. Igual, fui para adelante”.
El proceso de adopción incluyó entrevistas con una psicóloga y una preselección judicial. Muscari explicó: “Incluso, yo no fui la primera elección de Lucio: era una familia de Corrientes, por su deseo de quedarse. Pero después llamó a la jueza: ‘Me quedé pensando en este señor que hablamos, de Buenos Aires. Este es un cambio de vida muy importante para mí, y estaría bueno que ese cambio también empiece en un nuevo lugar. ¿Podemos hablar con él?’”. Así, el contacto se concretó y Muscari se sintió elegido. “Lucio no sabía quién era yo, no me conocía de la televisión, ni nada”.
El primer encuentro entre ambos estuvo cargado de nervios y expectativas. “Lo pasé a buscar por el hogar. Vino, me saludó y me abrazó así, como abrazan los adolescentes: hasta ahí. Y alguien interrumpió eso porque me pidió que firmara unos papeles para poder sacarlo. Salimos del hogar y empezamos a caminar. Él caminaba muy rápido y yo iba tipo al trote, detrás de él. Le pedí que me llevara a un lugar que le gustaba para desayunar. Y ahí, cuando nos sentamos, nos vimos de frente, y todo fluyó. Caminamos por la costanera, fuimos a un shopping, almorzamos. Fuimos al cine, pero nos pasamos la película hablando. Merendamos, caminamos por el centro. Jugamos al bowling; perdimos los dos porque éramos malísimos y nos reímos de eso. Los dos estábamos nerviosos, tratando de que el otro lo aceptara. Pero a la vez, éramos muy nosotros. Y a la noche, lo dejé en el hogar”.
La llegada de Lucio a Buenos Aires marcó el inicio de la convivencia. “Cinco días después estuvo en casa, con su habitación semi armada, y la pasamos genial. Después volvimos a Corrientes, pero le pedí a la jueza que Lucio ya estuviera en casa, que no volviera a dormir en el hogar, que para mí era muy dura esa distancia. Pautamos que, para cerrar el vínculo, iba a dormir un día con su familia recreativa, que son determinadas personas que pueden sacar a los chicos del hogar los fines de semana. En este caso su familia recreativa era Silvia, una mujer divina. Así que durmió ese fin de semana en lo de Silvia y cerró su vínculo con ella. Y el lunes a primera hora fuimos al juzgado, donde se cerró todo. Me dieron la guarda, el papel en la mano, y nos volvimos a Buenos Aires para definitivamente vivir acá”.
La adaptación de Lucio a su nuevo hogar incluyó la personalización de su espacio. “Me dijo: ‘Viejo —porque me dice viejo, no me dice papá—, ¿podemos sacar ese cuadro que hay ahí que no me gusta? No me puedo dormir porque siento que el ojo me mira’; ‘Sí, saquémoslo. ¿Qué querés poner ahí?’; ‘Y… me gustaría algo de anime’. Entonces fuimos a un lugar de anime y él eligió un cuadro. De esas cosas, miles. Yo le había colgado las remeras y él eligió que las remeras estén en otro lugar, y estén dobladas. Es su cuarto; cierra la puerta. Nuestro arreglo es que yo golpeo y si él me dice ‘Podés’, puedo, y si no, no. Porque quizás está en una videollamada con su chica de Corrientes o con sus amigos, o está haciendo lo que tenga que hacer. Y obvio que hay privacidad”.
El trato cotidiano entre ambos se fue naturalizando. Muscari también adoptó el término “hijo” de manera espontánea: “Hubo algún día que, por escrito, le habré puesto: ‘Hijo, préstame atención a tal cosa que te quiero explicar’. O: ‘Hijo, ¿qué necesitas que no sé qué?’. Y ahí quedó, y se naturalizó para mí. Y a mí me cuesta mucho referirme a él si no digo ‘hijo’. O sea, sí, obvio, digo que se llama Lucio, pero me sale ‘hijo’, yo qué sé”.
Para Muscari, la decisión de adoptar a un adolescente ha significado una experiencia profundamente enriquecedora y transformadora. La convicción y el entusiasmo con los que describe su paternidad reflejan el valor de abrirse a nuevas formas de familia y de acompañar a quienes buscan un hogar.
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