
En los campus universitarios de Estados Unidos, así como en muchos otros países, incluido Argentina, las temporadas de exámenes transcurre con la habitual mezcla de cafeína, desvelos y ansiedad.
Pero este año, como revela The Atlantic, una diferencia clave marca el ritmo del esfuerzo académico: la presencia masiva de herramientas de inteligencia artificial, ofrecidas de manera gratuita o a bajo costo por algunas de las empresas tecnológicas más poderosas del mundo.
OpenAI, por ejemplo, puso a disposición de los estudiantes dos meses gratuitos de su servicio ChatGPT Plus, permitiéndoles acceder a modelos avanzados y funciones de investigación profunda. La medida no es aislada.
Empresas como Anthropic, xAI, Google y Perplexity han lanzado promociones similares, en una carrera por fidelizar a un grupo de usuarios que se ha revelado como uno de los más intensivos en el uso de IA: los jóvenes universitarios.
De Uber a ChatGPT
El fenómeno recuerda lo ocurrido durante la década de 2010, cuando compañías como Uber, Lyft, DoorDash y ClassPass ofrecían servicios por precios inusualmente bajos, apuntando a consumidores millennials jóvenes, urbanos y con alto poder adquisitivo.
La estrategia, conocida como el “subsidio del estilo de vida millennial”, fue financiada por inversores dispuestos a asumir pérdidas temporales a cambio de captar cuota de mercado.
Hoy, en lugar de viajes en Uber a mitad de precio o sesiones de pilates con descuento, la nueva generación recibe acceso gratuito a herramientas de IA como Claude o SuperGrok.
La diferencia es que, esta vez, el subsidio apunta a cambiar no sólo la logística cotidiana, sino la forma en que los estudiantes piensan, aprenden y se relacionan.

Costo elevado, ganancia incierta
La magnitud de estas promociones no es trivial. Por ejemplo, si solo el 1% de los 20 millones de estudiantes universitarios estadounidenses activaran la oferta de ChatGPT Plus, la cifra ascendería a 8 millones de dólares.
En Silicon Valley, estas sumas son vistas como gastos marginales en una apuesta mayor: consolidar el dominio de mercado antes de que el modelo de negocio de la IA se estabilice.
Según The Atlantic, OpenAI pierde dinero incluso con suscripciones premium de 200 dólares mensuales. La empresa podría registrar pérdidas de hasta 7.000 millones de dólares este año, una cifra que podría casi triplicarse en los próximos años.
Sin embargo, este patrón de pérdidas sostenidas está respaldado por una lógica de inversión ya probada: generar dependencia del usuario para luego monetizar el acceso, como ocurrió con Uber tras la pandemia.
Dependencia e incertidumbre
La relación entre los jóvenes y estas plataformas va mucho más allá del ámbito académico. Estudiantes utilizan la IA para diseñar rutinas de entrenamiento, planificar dietas, gestionar compras e incluso para decidir su pedido en un local de comida rápida.
Una usuaria de 22 años, citada en el artículo, explicó cómo ChatGPT la ayudó a elegir una comida acorde a sus objetivos nutricionales, prescindiendo del acompañamiento de papas fritas.

Sin embargo, esa comodidad no está exenta de cuestionamientos. La misma joven advirtió que “algunas personas están pasando por la universidad gracias a ChatGPT”, lo que plantea dudas sobre la validez de los aprendizajes adquiridos y sobre los futuros profesionales que podrían depender más de un algoritmo que de sus propias capacidades.
¿Una burbuja digital?
En esencia, el “subsidio de estilo de vida de la Generación Z” se sostiene por una apuesta arriesgada: que las inversiones actuales en inteligencia artificial generarán retornos futuros sostenibles.
Algunas empresas ya proyectan ofrecer servicios ultra premium —como agentes de investigación avanzada por 20.000 dólares mensuales— para compensar el uso masivo no remunerado.
Al mismo tiempo, el artículo advierte que esta gratuidad tiene fecha de caducidad. La historia reciente muestra que cuando los inversores reclaman rentabilidad, los subsidios se retiran, los precios suben y no todas las compañías sobreviven. La lección de la era millennial es clara: cuando el dinero barato se acaba, la fiesta termina.
Impacto disruptivo
A diferencia de Uber o DoorDash, cuya principal oferta era conveniencia, las herramientas de IA están redibujando el mapa laboral, académico y emocional.
Los mismos estudiantes que hoy reciben herramientas gratuitas para estudiar, podrían estar siendo preparados para empleos que la IA está destinada a reemplazar.
Una paradoja inquietante que pone de relieve las consecuencias a largo plazo de un modelo de crecimiento basado en la gratuidad y la fidelización temprana.
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