Durante la videollamada con Infobae, Alejandra Arias y Jaime Martínez acarician los pies y manos de su bebé, lo mecen y miran a los ojos con amor. Sin embargo, Batmancito (así lo llaman) no es un bebé real. Se trata de un muñeco hiperrealista que la mujer usa para intentar salir de una depresión severa. Es lo que se denomina un bebé reborn, que es usado por algunos terapeutas para tratar problemas de salud mental. La pareja saca a pasear al bebé, que aparenta unos cinco meses, y las situaciones confusas se suceden casi a diario.
“Fui a esquiar y subí la montaña con el bebé enganchado cerca de mi pecho para tener la experiencia completa - cuenta Alejandra en diálogo con Infobae-. Desde una aerosilla dos mujeres me vieron y me denunciaron a la policía. Cuando llegaron los oficiales, le mostré que era un muñeco y no lo podían creer. Se reían”.
Otra vez, la pareja colombiana caminaba por Marbella, lugar en el reside, y una señora empezó a criticarlos y a gritarles en plena calle. “Se fue y le hablaba a su perro que llevaba en otro carrito”, se sonríe Jaime al contarlo.

Cómo empezó todo
Jaime Martínez era un político conocido de la ciudad de Armenia en Colombia. Allí era conocido por denunciar la corrupción. En un momento decidió postularse para alcalde y allí empezaron sus problemas. “Me llamaban Batman porque era como un luchador solitario -cuenta el hombre-. Pero me hicieron la vida imposible”.
En esa etapa, Jaime se separó y se enamoró de Alejandra, una mujer 29 años menor. “Tuvo un divorcio conflictivo y dejé de ver a mis hijos”, se lamenta Jaime. En esos momentos, empezaron a mostrar su estilo de vida en una cuenta de Instagram compartida. “En los posteos mostrábamos que el amor era posible, pese a la diferencia de edad”, cuenta Alejandra.
Entonces, llego el clic que los haría dejar Colombia. Alejandra y Jaime sufrieron un intento de secuestro en su casa de Armenia. Un grupo comando los esperaba en su casa. “Una congestión de tráfico en la autopista complicó los planes de nuestra captura -explica el hombre-. Nos esperaban en nuestro hogar, pero llegamos muy tarde y se fueron antes”.

La caída
Ahí decidieron emigrar a Marbella. “Sólo nos llevamos dos valijas de 20 kilos. El resto lo dejamos atrás en Colombia”, recuerda Alejandra. Al poco tiempo, la chica empezó a tener un fuerte dolor de cabeza. Fue a la clínica y enseguida le llevaron a hacer una resonancia magnética. A Alejandra le detectaron un tumor en la cabeza. “Era pequeño, pero después de muchos estudios los médicos llegaron a la conclusión que no iba a poder quedar embarazada porque afectaba la generación de hormonas en mi cuerpo”, describe Alejandra sin perder la sonrisa en su cara.
Cuando los médicos le dieron la noticia, el mundo de Alejandra se oscureció. “Sólo quería estar acostada y tomar las pastillas que me ayudaban a dormir casi todo el tiempo. Imaginaba muchas veces que me tiraba por la ventana -recuerda la chica-. Jaime me invitaba a salir a pasear. Y yo sólo quería estar en la cama todo el tiempo”.
Alejandra se había casado muy joven, a los 24 años, y soñaba con tener varios hijos. El tumor se lo iba a impedir. Además, era muy difícil operarlo. “La intervención era riesgosa, porque podía quedarme ciega”, revela la chica.
¿Y la opción de adoptar? Por su historia, Alejandra nunca tuvo en cuenta esa opción. La joven fue abandonada por su mamá biológica y sus padres de crianza desde muy chica le contaron toda su historia. “Fui educada con mucho amor, pero no quería pasar lo mismo de tener que contarle toda la historia a mi hijo. O que en algún momento apareciera la mamá biológica a reclamar”, explica la mujer.
La joven recuerda las palabras de su mamá de crianza que siempre la guían. “Siempre me decía, ´no te dí la vida, pero dí la vida por ti´”.

La llegada de Batmancito
Alejandra seguía con la depresión. Tenía momentos que estaba un poco mejor. Pero volvía a caer apenas recordaba que no iba a poder tener hijos. “El sueño de mi vida se había truncado para siempre”, recuerda. La joven llegó hasta una psicóloga que le dio la idea del bebé reborn. Un muñeco hiperrrealista que va a preparar a la joven a generar contacto para salir del pozo oscuro en el que estaba.
“Primero no entendía de que me hablaba. ´¿Un muñeco como terapia?´, me pregunté. Jaime me impulsó para intentarlo. Y lo hicimos”, recuerda Alejandra.
Compraron un bebé reborn por Internet y la mujer ya esperaba con ansiedad su llegada. “Hay modelos de hasta 30.000 euros que hacen pis y hay que darle de comer. Nosotros compramos uno de 4.000 euros que es como el más bajo de la gama alta”, admite Jaime.
Entonces, una tarde tocaron la puerta y el correo dejo la caja con el bebé reborn en la casa de la pareja. “Lo abrimos y enseguida que lo vi me encantó. Pero también estaba un poco desorientada. No sabía bien que hacer con él - recuerda Alejandra -. Lo vi y es como que estaba muy impactada por lo real que era”.

Exposición en redes
De a poco, la joven se acostumbró a tenerlo alzado y hablarle como si fuera su hijo. “La terapeuta me recomendó que lo tome como algo serio. Por eso, me pongo el despertador a la madrugada para cambiarle los pañales y darle la mamadera cada cuatro horas”, sostiene.
La pareja decidió exponer esta nueva vida en sus redes sociales. Son las mismas que usaban para contar cómo es la vida de una pareja con diferencia de edad. “No le tenemos miedo, ni le damos importancia a los haters -sostiene Jaime-. Ya estamos acostumbrados, desde que abrimos Instagram y TikTok. Nuestra es concientizar sobre los problemas de salud mental y las posibles salidas de esos pozos oscuros”.
En uno de los clips se ve el momento en que Batmancito llega a la casa de Alejandra y Jaime. La joven se emociona, lo abraza y lo besa. En otro clip, salen a pasear en auto por Marbella con el bebé en brazos. “Ahora, con inteligencia artificial, podemos hacer que coma o hasta que baile. Es maravilloso - sostiene la joven-. De esa manera, creo que le damos vida. Que podemos ver como se mueve, sonríe o hasta come una porción de pizza”.
Durante toda la entrevista, Alejandra dirá varias veces que no está loca. “Sé que se trata de un muñeco. Me ayudó a salir de la depresión. Hoy no tomo pastillas para dormir. Me despierto y ya estoy pensando en mi bebé”, recalca la mujer, mientras Jaime asiente a su lado. La joven abraza a Batmancito y le da besos en las mejillas. “Este muñeco me salvó la vida. Me dio otra oportunidad. Ahora, mi objetivo es difundir eso. Que existen opciones para salir de las depresiones. Que es posible, pese a todos los que me critican en las redes sociales y me tratan de freak”, explica. Así, Alejandra y Jaime saludan a la cámara y hacen que el bebé también mueva su mano. “Decile chau al periodista”, dice con voz tierna.
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