Limpiaba casas por hora y se topó con su pasión: ahora es mecánica y “fierrera” estrella en Instagram

Belén Prieto empezó a trabajar en un taller a los 15 años. Al comienzo, algunos clientes no querían que los atendiera: “Queremos ver al mecánico”, le decían. Sabía que por ser joven y mujer en un espacio “de hombres” iba a ser difícil pero igual se quedó. Hoy cuenta lo que hace en sus redes sociales a sus miles de seguidoras y, en la previa del #8M abre camino para otras mujeres trabajadoras

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Belén tiene 21 años y es mecánica desde los 15. También restaura autos clásicos.
Belén tiene 21 años y es mecánica desde los 15. También restaura autos clásicos.

Tenía 15 años, precisamente la edad en la que muchas adolescentes quieren cumplir el sueño -tal vez el mandato- del salón de fiestas y el vestido de princesa. Tenía 15 Belén, la niña bonita para la Quiniela, cuando prendió la computadora, se metió en las páginas de búsquedas laborales y escribió: “Aprendiz de mecánico”.

No encontró una palabra en femenino para “mecánico” pero encontró un aviso, un teléfono y mandó un mensaje. Del otro lado, el dueño del taller le contestó “dale, venite”. Belén tenía de foto en whatsapp un auto y nadie le preguntó su nombre. El dueño que dijo “dale, venite” nunca supo que del otro lado había una chica.

Belén Prieto, la mujer de 21 años que es mecánica

Ese viernes de 2014, Belén llegó al taller y dijo:

—Vengo por la oferta de trabajo.

El mecánico asumió que buscaba empleo como administrativa o secretaria y contestó:

—Si buscás el estudio jurídico, es arriba.

Belén sonrió:

—No, vengo por el trabajo de aprendiz de mecánico.

Dice que muchos clientes no querían que la atendiera pero que no le daba bronca: "Ya me van a respetar por lo que hago", pensaba (@mecanica.belenprieto)
Dice que muchos clientes no querían que la atendiera pero que no le daba bronca: "Ya me van a respetar por lo que hago", pensaba (@mecanica.belenprieto)

El dueño y el rectificador se miraron y no supieron qué decir. Belén se adelantó:

—¿Me van a hacer pasar o no?

Belén Prieto tiene ahora 21 años, es mecánica, vive en Pilar y un tatuaje enorme en un muslo la define: un pistón, una llave y un engranaje. Está en pareja hace más de dos años con un joven que trabaja en la industria gráfica y que -se alegra ella- nunca le hizo problema por sus salidas, que muchas veces son asados con otros mecánicos del taller. Tampoco -se ríe ella- cuando se pone intensa y monotemática hablando de coches.

Su mamá se alejó de la familia cuando Belén era una nena de 5 años y fue su papá, changarín, quien la crió. No fue de él que heredó su pasión por la mecánica: es un deseo propio, sin árbol genealógico. Sí tiene de él la tendencia a darse maña para hacer cualquier cosa, porque hoy Belén no sólo es mecánica sino que construyó con madera varios muebles de su casa -placard, bibliotecas, el juego de sillones de jardín que está haciendo con pallets-, sabe hacer revoques, trabajos de pintura en general, pozos, arregla techos.

El año pasado se juntó con otras mujeres para formar un equipo de corredoras de automovilismo (@mecanica.belenprieto)
El año pasado se juntó con otras mujeres para formar un equipo de corredoras de automovilismo (@mecanica.belenprieto)

“¿Es una nota por el Día de la Mujer?”, pregunta a Infobae antes de empezar a contar su historia. Es que Belén sabe que pertenece a una nueva generación de mujeres trabajadoras que se apropiaron de los espacios que culturalmente parecían reservados para los hombres.

“Empecé a trabajar a los 11 años en una verdulería. Después en un lavadero de autos, donde tuve mi primer acercamiento a los coches. También trabajé limpiando casas, cortando el pasto, en una peluquería. Nunca nadie me obligó a nada, me surgió sola salir a laburar porque estábamos muy mal económicamente, mi papá hacía changas de albañilería y no podíamos sustentarnos mucho. Vivíamos bastante de cosas que nos regalaban, y bueno, pasándola”, cuenta.

Fue en el lavadero de autos que se hizo amiga de un mecánico que le presentó a otro que buscaba una chica para que hiciera las tareas de limpieza de su casa. Belén seguía trabajando y cursando el secundario pero sus docentes conocían su situación y le permitían rendir algunas materias presentando trabajos prácticos sin asistir a clases.

Está en pareja hace dos años con un joven que trabaja en la industria gráfica. Dice que no heredó la pasión por la mecánica ni de su padre ni la copia de su novio (@mecanica.belenprieto)
Está en pareja hace dos años con un joven que trabaja en la industria gráfica. Dice que no heredó la pasión por la mecánica ni de su padre ni la copia de su novio (@mecanica.belenprieto)

Estaba limpiando la casa del mecánico cuando encontró una revista. Claro que no era una revista de moda, tampoco de moldes de tejido. Era una revista especializada, donde había un aviso que ofrecía cursos de mecánica. Nunca nadie le había dicho a esa adolescente que había cosas que le gustaban a las chicas y cosas que le gustaban a los varones: “Y la verdad es que yo de chiquita veía un auto y me volvía loca”, recuerda. No muñecas: autos de verdad, de chapa y hueso.

“No sabía si lo iba a poder pagar con lo que ganaba y si me iban a permitir hacerlo porque era menor de edad, pero fui y me anoté”. Cubría el curso con el dinero que ganaba haciendo limpieza por hora y en la peluquería. Hasta que no pudo seguir pagándolo pero igual encontró una manera de seguir: “Buscar trabajo como aprendiz de mecánico”. Era la forma de aprender y ganar algo de dinero al mismo tiempo. Así llegó aquel primer trabajo, a los 15, junto al mecánico que le dijo “dale, venite”.

El primer día le dijeron “sacale la suspensión a ese Gol”, algo que ahora hace con los ojos cerrados. “Miré el auto y pensé: ‘¿y dónde carajo está la suspensión?”, se ríe. Pagó derecho de piso, la mandaron a comprar repuestos, a buscar nafta, a hacer mate, a limpiar el taller, pero aprendió. “Imaginate las ganas que tenía de seguir aprendiendo que me iba todos los días desde Lomas de Zamora, donde vivía, hasta el taller en Villa Bosch. Dos horas y media de ida, dos horas y media de vuelta”.

También hace “car detailing”: pulidos, limpieza, rejuvenecimiento, algo así como la cosmética del auto (@mecanica.belenprieto)
También hace “car detailing”: pulidos, limpieza, rejuvenecimiento, algo así como la cosmética del auto (@mecanica.belenprieto)

Estuvo dos años. “Al principio algunos clientes me veían y ponían cara de desconcierto. Algunos después ya me trataban como una más, otros no. Sí me pasó muchas veces que llegaran al taller con sus autos y me dijeran ‘no, quiero hablar con el mecánico’.

—¿Te daba bronca?

—No, me la aguantaba porque pensaba: ‘Soy una piba y estoy empezando. Ya va a llegar el momento en que me respeten por lo que hago”.

Probó con otro taller pero se fue el primer día, cuando el mecánico le dijo: “Si estás acá lo menos que voy a pedirte es que trabajes”. Belén no entendió bien a qué se refería pero sonó a “casting sábana” (pedir sexo a cambio de dar una oportunidad laboral) y le contestó: “Vos estás re equivocado”. Después se quedó casi dos años en otro taller mecánico. Combinaba ese empleo con otro trabajo en un taller de restauración de coches clásicos, donde aprendió a hacer chapa y pintura y “car detailing”, pulidos, limpieza, rejuvenecimiento y protección de las distintas superficies de un vehículo. Algo así como la cosmética del auto.

Belén ya tiene casi 15.000 seguidores en Instagram, a quienes les muestra lo que hace y les contesta sus consultas por privado.
Belén ya tiene casi 15.000 seguidores en Instagram, a quienes les muestra lo que hace y les contesta sus consultas por privado.

El prejuicio social de “la rubia tarada” o la creencia de que ninguna chica sexy o linda puede ser inteligente o talentosa, la empujó a masculinizarse un poco al comienzo, pero hace poco, convencida de que “nadie me regaló nada”, empezó a mostrarse en Instagram.

“La sociedad te empuja a eso pero ya me cambió la mentalidad. ¿Por qué tenés que parecer más hombre para que piensen que podés hacerlo bien? Yo puedo hacer cosas que los hombres no pueden, me entran las manos en lugares en donde a ellos no. Hay mecánicos que no saben ni escribir, la realidad es que lo puede hacer cualquiera”.

Muchas de las que le escriben le dicen que les gustaría ser mecánicas, y Belén las alienta a hacerlo. Muchas, también, le dicen que les habría encantado ser mecánicas pero que sintieron en su momento que era un ambiente tan vedado que tuvieron que girar hacia otro lado. Belén sabe que es un mundo todavía muy machista, donde las mujeres a veces ni siquiera se animan a ir al mecánico para no ser presas de los prejuicios. Tan lejos las mantuvieron con eso de las profesiones de hombres y las de mujeres que “todavía muchas ven un motor y les parece un extraterrestre”.

A todas las que aún creen que están a tiempo, bienvenidas.

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