Ryan Reynolds se convirtió lentamente en una figura destacada de Hollywood (y hoy de Netflix). Sus tanques siempre dan que hablar. Cuando se trata de plataformas, impacta directo en los rankings de las semanas siguientes o se reflejan en la taquilla si sus películas llegan a los cines. Es una estrella que consiguió su lugar luego de varios años produciendo sus propios proyectos (no olvidemos lo que le costó adaptar Deadpool). En la actualidad, y en calidad de figura que marca la agenda de estrenos, tiene la libertad de trasladar sus deudas personales a un tanque de Netflix y hacer una película divertida y agradable con un socio inmejorable.
Director y protagonista hace muy poco estrenaron Free Guy: perdiendo el control (disponible en Star+), una película que, con muy buenas ideas, terminó convirtiéndose en un éxito por el carisma de Reynolds. El mismo dúo artístico ahora trae a la pantalla de Netflix El proyecto Adam, un film que tiene la marca de Shawn Levy (aventura, acción y emotividad bien entrelazadas como muy pocos pueden lograr), y una propuesta que homenajea al cine de aventuras de los 80, a directores como Steven Spielberg y Robert Zemeckis, pero con bastantes excesos. Más allá de eso, la misma consigue sus mejores momentos en el trabajo de sus actores, en la química entre ellos, y logra una historia emotiva y con un mensaje.

Ryan Reynolds interpreta a Adam, un piloto que viaja en el tiempo del 2050 al 2022 para investigar la desaparición de su esposa Laura (Zoe Saldaña) e impedir el mal manejo de los viajes en el tiempo que ¡oh casualidad! están relacionados con su profunda historia familiar. Por error llega al año equivocado, su objetivo no era el 2022 sino antes. Para resolverlo, deberá buscar la ayuda de sí mismo pero con apenas 12 años. El pequeño Adam, interpretado por Walker Scobell, es el primer gran acierto de la película. La química entre ambos es sólida y convierte al joven actor en realmente un mini Ryan Reynolds por su humor, su expresividad y el tono sarcástico del niño.
Antes de enumerar las buenas y malas de esta producción, debo aclarar que luego de entender de dónde venía esta historia (Ryan Reynolds enojado con la muerte de su padre decide concretar este proyecto), la película tomó otro color. No mejor ni empeora, solo que la perspectiva es diferente. Se siente más cálida, más real desde su concepción. Eso no resuelve los problemas de desarrollo y el alma que le falta en todas las escenas de acción, pero allá vamos.

El canadiense Shawn Levy, un experimentado en los géneros de fantasía y ciencia ficción, combina con buenas dosis de comedia y drama la mayoría de sus historias (Una noche en el museo, Gigantes de acero, Free Guy). En este caso, lo mejor de la película son esos momentos de intimidad, del encuentro entre los dos Adams con el delicado manejo de la información (por obvias razones) del presente y el futuro: su vida en el colegio y cómo procesa las relaciones con sus pares, amores que vendrán y la relación con esa madre (Jennifer Garner) que intenta recuperar su vida y, a su vez, hacer de madre y padre ya que su marido (Mark Ruffalo) falleció hace un tiempo. Ese último hecho marcó a todos con la misma intensidad y es algo que volverá constantemente a la conversación porque tiene que ver con la tema central: le pérdida y el cerrar heridas.

El proyecto Adam se sostiene en dos pilares: las relaciones humanas dentro de la película y las actuaciones/química entre los personajes. Falta la tercera para que se sostenga una buena película de ciencia ficción con viajes en el tiempo y, lamentablemente, es la más floja. Esa porción de la película no funciona en el contexto que está planteada. Es débil, es lavada y cae de un cliché en otro constantemente. Todo lo que tiene que ver con la ejecución de la misión de impedir que la comandante Maya (Catherine Keener) administre los viajes en el tiempo en el futuro y que fue socia del padre de Adam, no tiene el peso suficiente. Es una lástima realmente porque la historia más personal de los protagonistas está muy bien llevada a cabo, sin embargo, todo lo que involucra a la misión en sí no tiene la consistencia suficiente, ni las escenas de acción presentan algo destacable más que un entretenimiento y una excusa para la progresión de la película.

Párrafo aparte para las participaciones de Garner y Ruffalo. Ambos correctos y sumando a la historia desde el rol que les toca, sobre todo en los momentos más pequeños que tiene que ver con su trabajo de madre y padre. Funcionan. Por el lado de Zoe Saldaña, su paso por el film no tiene el peso que podría haber tenido. Es la razón por la que el Adam mayor hace su viaje y termina siendo anecdótico aunque entregue el mejor momento de acción de toda la película. El mayor descubrimiento termina siendo Walker Scobell.
El proyecto Adam no será un título recordado por los espectadores de ciencia ficción, y tampoco por aquellos que siguen la carrera de Reynolds como la estrella que es, pero termina siendo una historia interesante sobre las relaciones parentales, las pérdidas y las segundas oportunidades con momentos emotivos bien logrados.
El proyecto Adam ya se encuentra disponible para ver en Netflix.
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