
Comienza un nuevo mes y, de acuerdo al cronograma del propio Ministerio de Salud, debería empezar la entrega de un flujo de nueve millones de vacunas de COVAX, el Fondo de Acceso Global para Vacunas COVID-19. Sin embargo, una publicación reciente de la OMS da a entender que las chances de que lleguen las primeras vacunas se encuentran lejos. Consultada una fuente que respira a la sombra del ministro de Salud de la Nación, contestó: “Cuando entreguen el cronograma, comunicaremos”.
El historial de retrasos en la negociación, contratación, acceso y recepción de vacunas por parte de la Argentina no ha hecho otra cosa que alimentar el camino de la incertidumbre. Esto en parte por las dificultades que ha tenido el Gobierno en la negociación con algunos laboratorios, tal como ha quedado demostrado con tan sólo mirar a nuestra izquierda y nuestra derecha: tanto Uruguay como Chile tienen aseguradas millones de vacunas de los principales laboratorios de Occidente, mientras que la Argentina se encuentra en etapa de “negociación” y tiene garantizado el acceso a vacunas por parte de entidades que no cumplen con lo prometido.
Y es que el Gobierno también ha tenido que lidiar con la falta de precisiones de las pocas fuentes de abastecimiento que tiene aseguradas. Por poner un ejemplo, para el momento en que se escriben estas líneas, la Argentina ya debería contar con 5.3 millones de dosis de la vacuna rusa Sputnik V. Esta semana el país apenas contaba con un total de 880 mil vacunas producidas por el laboratorio Gamaleya.
Desde Rusia, el gobierno encabezado por Vladimir Putin reconoció que el retraso es unilateral y se comprometió a aumentar la capacidad de producción “por la alta demanda”, algo que no parecía ser un escollo a la hora de negociar con nuestro país y prometer millones de dosis.
En cuanto al Mecanismo COVAX, se trata de un fondo firmado por 92 países para garantizar la provisión de 2 mil millones de vacunas hacia el final de 2021, cifra que incluye un “mínimo de 1.300 millones de dosis” a distribuir entre los 92 países firmantes. La distribución es y no es equitativa. O sea: el fondo coordinado por el Global Alliance for Vaccines and Inmunization (GAVI) suscribió el COVAX con 92 países, pero la prioridad la tienen las naciones más pobres del planeta, imposibilitadas de acceder a vacunas por sus propios medios, entre las que no se encuentra la Argentina. Nuestro país deberá pagar por las vacunas que consiga el COVAX a distribuir proporcionalmente entre el resto de las banderas firmantes.
Al momento de ser rubricado el instrumento existían dos ventajas: el acceso a las vacunas de los principales laboratorios del mundo a precio mayorista, y la pronta distribución de las vacunas. Es precisamente por ello que el Gobierno detalló en su cronograma de vacunación que llegarían las primeras dosis esta semana como parte de un flujo constante a lo largo de seis meses hasta alcanzar 9 millones de dosis.
Pero al igual que lo ocurrido con Rusia, la Organización Mundial de la Salud anunció un retraso en el programa sin anunciarlo explícitamente. Pasado en limpio: anunció un acuerdo de adquisición anticipada “por un máximo de 40 millones de dosis de la vacuna de Pfizer y BioNTech”, además de tener “previsto” que durante el primer trimestre pueda disponer “de casi 150 millones de dosis de la vacuna candidata de AstraZeneca y Oxford”. O sea: no saben con exactitud cuándo ni cuánto, pero así y todo la OMS celebró que “el Mecanismo COVAX va por buen camino para distribuir al menos 2.000 millones de dosis para finales de año”.

Contratiempos
Los errores no forzados en la comunicación por parte del Gobierno en materia de vacunas han llevado a que se generara desconfianza en cuanto a la efectividad y seguridad de la vacuna Sputnik V, sobre todo cuando el propio Putin dijo que no se había vacunado porque su uso no estaba autorizado para personas mayores de 60 años. Es algo que se sabía de antes o información que fue oculta por el gobierno ruso. En cualquiera de los dos casos, el error en la comunicación fue difícil de enmendar.
Luego vinieron las continuas contramarchas y desmentidas cruzadas en la búsqueda de la vacuna de Pfizer, un capítulo que aún no quedó cerrado y que obligó a la intervención directa del presidente Alberto Fernández.
Nuevamente desde Moscú, que no se supiera de antemano que el avión épico de Aerolíneas traía menos vacunas de las prometidas -y que además un porcentaje correspondían a Bolivia- despertó críticas al Ejecutivo, algo que podría haberse evitado si la comunicación hubiese sido transparente.
La evidente falta de cumplimiento de la provisión de las vacunas rusas durante enero –salvo que lleguen 4.5 millones de vacunas esta tarde–, se suma a las declaraciones del propio Fernández que, desde iniciado el tercer trimestre de 2020, prometió distintas cifras de vacunación en diversas fechas que tampoco se cumplieron.
Ahora se agrega el retraso del fondo COVAX. Puede que se llegue a cumplir con las 9 millones de dosis comprometidas, pero será al ritmo que consigue las vacunas el fondo y existiendo un orden de prioridades equitativo con preferencia hacia los países más pobres.

Cómo se llegó al acuerdo
Según la propia OMS, “actualmente el Mecanismo COVAX tiene acuerdos vigentes para acceder a poco más de dos mil millones de dosis de distintas vacunas candidatas prometedoras”, en referencia a vacunas que ya se encuentran en circulación y otras que aún se encuentran en etapas de investigación pero que se encuentran encaminadas hacia un horizonte de viabilidad.
El mecanismo surgió a través del GAVI, una asociación multilateral del que forman parte tanto el sector público como el privado, fundaciones, organismos internacionales y organizaciones no gubernamentales. Entre los integrantes más prominentes está la propia OMS, Unicef, el Banco Mundial y la fundación de Bill y Amanda Gates, que desembolsó 1.5 mil millones de dólares en marzo de 2019. El ente es el sucesor de la Iniciativa para las Vacunas Infantiles, lanzada en el año 2000.
Dentro del mecanismo COVAX estiman que para fines de 2021 deberían estar inmunizadas a través de un plan de vacunación global al menos el 20% de la población de cada país. De allí el número mágico de las 9 millones de vacunas que espera el gobierno argentino: es el 20% de 45 millones, la cantidad de habitantes que se estima tiene nuestro país.
En el cronograma de provisión de vacunas, a las 9 millones de dosis de aún no sabemos qué laboratorios, ni cuándo o en qué cantidad, debemos sumar el agravado faltante ruso: así como en enero recibimos el 10% de lo acordado, para febrero se esparaban 14.7 millones de dosis nuevas desde Moscú. Por último, el cronograma argentino espera 22.4 millones de vacunas de Astra-Zéneca –independientemente de si en la tanda que nos llegue a tocar de COVAX venga alguna de dicho laboratorio– a arribar a partir de marzo. De esta forma, se planea contar con 51.431.000 dosis de distintos laboratorios para julio. Pero por ahora sólo hay 880 mil y de uno solo.
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