Ernesto Samper: “El enfrentamiento de la región con Estados Unidos es inevitable”

El ex presidente de Colombia y fundador de ese grupo de líderes progresistas que se reunirán desde mañana en Buenos Aires dijo que la región debe enfrentar a Washington, elogió a Alberto Fernández y denunció una persecusión política de Lula De Silva y Cristina Kirchner; los ejes del debate de la cumbre

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(Crédito: Santiago Saferstein)
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A Ernesto Samper se lo nota entusiasmado. Hoy arribará a Buenos Aires para participar de la cumbre de líderes progresistas del Grupo Puebla y cree que la victoria de Alberto Fernández genera un clima de “mucha confianza” en América Latina. Pero también deja en claro una idea que promoverá en esta reunión donde el presidente electo será la estrella. El ex presidente de Colombia expresó sin vueltas que "el enfrentamiento con Estados Unidos es inevitable porque así lo ha querido Estados Unidos. Ha desarrollado una agenda muy agresiva con la región, subiendo aranceles, expulsando a los inmigrantes y construyendo muros”, dijo Samper en diálogo con Infobae.

Al referirse al próximo gobierno de la Argentina, el ex secretario de la UNASUR destacó que “hay una ilusión en que el gobierno de Fernández retome conceptos fundamentales como la posibilidad de hacer cambios sociales en una democracia y la posibilidad de apostar no solo al crecimiento de la economía sino también del bienestar social. Es una puerta que se abre en Argentina”.

Samper liderará desde hoy los debates del Grupo Puebla y esgrimió una suerte de advertencia por lo que podría ser el nuevo gobierno en la Argentina: “Alberto Fernández, al igual que en su momento lo hicieron los Kirchner, debe buscar una salida que no tenga altos costos sociales. Con el endeudamiento que tiene Argentina no se debería estar pensando en rebajar impuestos a los grandes empresarios o recortar subsidios sociales. Eso sería un suicidio”, expresó. También dejó a entrever que el camino de vínculo con Washington deberá ser el del enfrentamiento. “En ningún momento Estados Unidos se presentó como una persona amiga”, dijo desde Bogotá y antes de partir hacia la Argenrtina.

Quien fuera presidente de Colombia entre 1994 y 1998 adelantó lo que serán los ejes centrales de la agenda de la cumbre del Grupo Puebla en Buenos Aires: un nuevo llamado al diálogo en Venezuela, la alerta sobre la situación de desborde social que se vive en Chile y Ecuador, un llamado de atención a los que llaman “persecución política” de los casos judiciales de Lula Da Silva y Cristina Kirchner y lo que considera “el plato fuerte”. Esto es la decisión de reamar la UNASUR, la organización de países sudamericanos que la Argentina, Colombia y Brasil decidieron abandonar hace un tiempo por entender que se trataba de un órgano muy burocrático.

—¿Qué expectativas hay en la región y en el Grupo Puebla respecto al gobierno de Alberto Fernández en la Argentina?

—La región está viviendo un Tsunami social. Y esto se expresa de distintas formas en cada país. En Chile es un estallido social, aquí en Colombia los resultados de las elecciones regionales expresaron un cambio en las principales ciudades y en Argentina se escogió el nombre de Alberto Fernández en las elecciones. Así que hay una ilusión en que el gobierno de Fernández retome conceptos fundamentales como la posibilidad de hacer cambios sociales en una democracia y la posibilidad de apostar no solo al crecimiento de la economía sino también del bienestar social. Es una puerta que se abre en Argentina.

¿Esto puede cambiar el panorama en la región?

—Pienso que como dice el ex presidente (de Uruguay José 'Pepe’) Mujica el péndulo ya llegó hasta arriba y está empezando a bajar buscando los programas sociales. Creo que hay un fenómeno que no hemos logrado ver los dirigentes políticos y es un empobrecimiento de la clase media que se expresa con problemas con la salud, las pensiones, la educación. La gente siente que se está empobreciendo y esa realidad hay que enfrentarla y leerla como se presenta.

—¿Cree que se puede enfrentar a Estados Unidos cuando países como Argentina tienen una deuda con el FMI que los ata a decisiones del mismo Donald Trump?

—El enfrentamiento con Estados Unidos es inevitable porque así lo ha querido Estados Unidos. Ha desarrollado una agenda muy agresiva con la región, subiendo aranceles, expulsando a los inmigrantes, construyendo muros, desconociendo los acuerdos del cambio climático. En ningún momento se presentó como una persona amiga en la región sino como una especie de contradictorio inevitable. Por eso creemos que el gobierno de Alberto Fernández, al igual que en su momento lo hicieron los Kirchner, debe buscar una salida que no tenga altos costos sociales. Con el endeudamiento que tiene Argentina no se debería estar pensando en rebajar impuestos a los grandes empresarios o recortar subsidios sociales. Eso sería un suicidio. Por eso pienso que habrá fórmulas alternativas que va a encontrar Alberto Fernández. Fórmulas económicas y también políticas.

—¿Por qué no se percibe en el Grupo Puebla una crítica más severa hacia la falta de libertades y democracia en Venezuela?

—Empezaría por aclarar que parte del sentido con el cual estamos trabajando en el Grupo de Puebla no es tomar partido a favor o en contra de un gobierno. Y menos hacerlo en términos ideológicos. Es un error que se está viendo en la región el hecho de llevar todo a una polarización ideológica como si no tuviéramos temas que nos unen. El Grupo Puebla se manifestó sobre el caso de Venezuela, no tomando partido a favor o en contra del gobierno de Venezuela sino tomando partido a partir de la salida del diálogo. Venezuela está enfrentada a dos salidas posibles. Una es la vía de la fuerza, la intervención militar, el bloqueo económico, el asfixiamiento económico. Ese es el camino a las malas. O el camino a las buenas que adoptó la Unión Europea, el papa Francisco, Naciones Unidas, el Grupo de Contacto que de alguna manera buscó el camino del diálogo. Pienso que ese diálogo debe tener dos objetivos: el primero es la llamada a elecciones anticipadas de todos los poderes en donde todos puedan participar y el otro es el desbloqueo económico. Es que ningún gobierno puede hacer mucho por la crisis de Venezuela mientras que no se levanten las medidas que están asfixiando a la población más que al gobierno.

—¿No cree que en Venezuela hay una dictadura?

—No creo que sea un tema de juicios de valor, tomar partidos a favor de una interpretación u otra. Es decir, si Guaidó representa la democracia o la representa Maduro. Creo que la salida definitivamente es democrática. Y esa salida debe pasar por una relegitamación de los todos los poderes.

¿El Grupo Puebla no reconocerá al presidente interino Guaidó?

—Vuelvo a la teoría, hemos decidido no tomar partido por una persona sino por una salida a la crisis. Y esa salida pasa por el diálogo y acompañamos lo que hacen países como Noruega y Cuba, que están jugados en procesos de paz. Estamos apostando a una salida democrática. El camino no es el de la fuerza ni la presión democrática sino una salida que le sirva al pueblo venezolano.

—¿Harán un nuevo llamado del Grupo Puebla al diálogo en Venezuela?

—Debo aclarar que no soy vocero pero seguramente la metodología que se dio para esta cumbre es la de hacer un análisis de la situación de cada país con los que estén en cada lugar. Y hay que aclarar que el Grupo Puebla no es un sindicato o una unidad de partidos ni gobierno. Es simplemente una reunión de personas con entidad progresista para América Latina. Por ello habrá evaluación de los que sucede en Chile, Ecuador, la disputa en Bolivia, los resultados de las elecciones en Colombia, Argentina y el tema de Bolsonaro y la Amazonía que también nos preocupa mucho.

(Crédito: Santiago Saferstein)
(Crédito: Santiago Saferstein)

—Pero Maduro escucha más a un foro como el de ustedes que al Grupo Lima…

—Ojalá nuestras reflexiones, que no son de una perspectiva de activistas sino de analistas progresistas, muevan a Maduro pero también a la oposición en Venezuela. Debo plantear que es difícil trabajar con la oposición de Venezuela por sus múltiples divisiones.

—¿Usted también es de los que cree que Lula Da Silva o Cristina Kirchner son perseguidos políticos a pesar de las acusaciones de corrupción que pesan en su contra?

—En la primera reunión de Puebla se creó una comisión de juristas que se encargan de examinar la judicialización de la política, algo tan común en América Latina. Esto consiste en trasladar a los escenarios judiciales lo que antes se definía en los escenarios políticos. Como parte de este fenómeno el caso emblemático es el del Lula, que se está desmoronando. Allí hubo judialización de la política y politización de la justicia. El que perseguía a Lula es el ministro de Justicia de Bolsonaro quien fue el más beneficiado en que el presidente Lula no se pudiera presentar a elecciones ya que hubiera ganado. Este comité de juristas con gente de alto valor como Baltazar Garzón y otros tendrá en Buenos Aires una reunión especial de los que coordinan esto para ver qué acciones se pueden tomar. No solo en Brasil sino en Ecuador. Lo más grave es el uso político de la corrupción que registramos.

—¿También evaluarán el caso de Cristina Kirchner?

—Seguramente. Está en las consideraciones de este grupo. Habrá un informe sobre ello. Es un caso que no fue resuelto. Hay una preocupación por esta mercantilización de la justicia donde se negocian testimonios y acusaciones falsas sin el debido proceso clásico. Hay una justicia-espectáculo que estamos viendo,.

—¿Van a revitalizar la CELAC o UNASUR desde el Grupo Puebla?

—Este es uno de los platos fuertes para esta cumbre del Grupo Puebla. Hay una comisión de asesores que está trabajando en la convergencia regional. Están buscando mecanismos de integración regional ante determinados escenarios. En lo que se refiere a UNASUR nunca fue tan necesario un organismo que sin caer en los abismos ideológicos que cayó el Prosur. Que trabaje temas que hacen a la región como la paz, la aplicación de los derechos humanos o la continuidad de la democracia que no tienen que ver con consideraciones idelógicas. Seguramente discutiremos de esto ya que UNASUR no se ha acabado. Hay reclamos del Congreso argentino, chileno y en Brasil. Por ello no descarto que una UNASUR reconformada sea un espacio de encuentros para dar salida a los problemas de la región.

¿No están dispuestos a dar la batalla adentro del Grupo Lima?

—Es que ese grupo es un sindicato de odios ideológicos. Saben contra quién están pero no a favor de que están. Esas alianzas en base a odios y ataques no son perdurables. No catalogaría eso como un proceso de integración. Al contrario, eso o el Prosur son clubes de gobiernos de derecha antes que proyectos constructivos.

—¿Cómo se enfrentarán a Bolsonaro?

—Esa es una pregunta difícil. Porque nadie sabe y es un misterio qué papel puede jugar Brasil positiva o negativamente en la región. En el pasado Brasil tomó una decisión a favor de la región y fue determinante en el proceso de integración. Hoy nadie sabe cuál es la política exterior de Brasil ya que es una nebulosa. Han renunciado al liderazgo que tuvieron en el cambio climático, renunciaron a ser actores en la integración sudamericana y los guardianes de la amazonia. El papel de Brasil es preocupantemente disruptivo en la región.