¿Un CEO puede ser un payaso? Volver a lo que te hace feliz también es liderar

Ser clown cambió mi manera de dirigir y me enseñó a volver a mis sueños.

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Lo más rico de hacer clown es crear un personaje. Un espacio donde uno observa, escucha y se permite actuar desde otro lugar. Así me adentré en ese mundo en 2015 y, al año siguiente, estudié actuación. Al mismo tiempo, crecía profesionalmente como comunicador y director de una agencia. Esa dualidad me empezó a generar una pregunta: ¿podía existir coherencia entre el rol de CEO y el de artista?

Durante nueve años decidí priorizar mi carrera como comunicador y dejar el arte que me hacía tan feliz. Pensé que para avanzar debía verme seguro, estructurado y serio. El clown quedó en pausa. Hasta que un día, en un café, una gran amiga me dijo: “No tienes que abandonar lo que te hace feliz para avanzar”. Esa frase me hizo volver a pensar en todo lo que había dejado atrás y fue ella quien me animó a regresar al arte.

Volver al clown fue retomar un personaje. Y ahí entendí que un personaje no se construye desde la perfección, sino desde la escucha. A veces cuesta entrar en él, porque el clown siempre lleva algo de uno mismo. Crearlo me ayudó a escuchar mejor, a entender más y a relacionarme mejor con las personas y con el tiempo entendí que esa dualidad no me quitaba autoridad.

Eso empezó a reflejarse en mi trabajo. Como director, realizo media trainings en los que preparo a CEOs y voceros para entrevistas y escenarios de alta exposición. En esos espacios, el personaje se convierte en una herramienta: improviso, juego y rompo la tensión cuando alguien se bloquea. Entonces la comunicación fluye. No es casualidad: según Harvard Business Review, el 70 % del clima laboral está influido por el comportamiento de los líderes. Cuando un líder escucha y se muestra humano, la conexión cambia por completo.

Actualmente, también me desempeño como clown hospitalario, donde crear un personaje implica conectar con personas que no siempre están listas para verte, y lograr, aun así, que el juego funcione. Ahí confirmé que no hay contradicción entre ser CEO y ser payaso: ambos roles exigen escucha, presencia y sensibilidad. Volver al clown no fue solo retomar una actividad, sino recuperar una energía que transformó mi manera de liderar. Porque trabajar no debería alejarnos de lo que nos apasiona, sino enseñarnos a integrarlo.

Renato Aguilar
Renato Aguilar