
Al observar un jardín cubierto de pozos, muchas personas se preguntan si ese comportamiento de su perro indica un problema de conducta o una necesidad fisiológica y emocional. Cavar en el jardín forma parte del repertorio natural de los perros, una conducta que tiene raíces tanto en su desarrollo evolutivo como en el entorno en el que viven.
Lejos de tratarse de un simple desafío para los dueños o una travesura sin sentido, hacer pozos puede reflejar necesidades emocionales, físicas o de adaptación. Comprender las causas y motivaciones de este hábito permite abordar el comportamiento de manera adecuada, evitar castigos injustos y promover el bienestar del animal.
Por qué mi perro hace pozos en el jardín
Diversos motivos pueden llevar a un perro a cavar en el patio. La Real Sociedad para la Prevención de la Crueldad contra los Animales de Australia (RSPCA Australia) identifica que el aburrimiento, la frustración, la soledad, la ansiedad o un exceso de energía son factores frecuentes.
Si un animal permanece solo durante largos periodos en un ambiente poco estimulante, es más probable que busque distraerse haciendo pozos. La organización enfatiza que negar este comportamiento o castigarlo sin investigar sus causas puede afectar el bienestar del animal y agravar otras conductas.

Desde el American Kennel Club atribuyen esta conducta a motivos que van desde el instinto hereditario hasta la búsqueda de presas, el deseo de encontrar refugio en días calurosos o la necesidad de esconder objetos valiosos, como huesos o juguetes.
La búsqueda de entretenimiento también resulta clave, sobre todo en cachorros, perros adolescentes o aquellos que poseen una alta necesidad de actividad, según Humane World for Animals. En este contexto, “cavar puede ser igual de estimulante que jugar con otros objetos, especialmente si el perro está solo o carece de juguetes y compañía por largos periodos”. Además, el animal podría excavar para protegerse del calor al recostarse sobre tierra fresca, particularmente bajo la sombra o cerca de fuentes de agua.
Otro motivo frecuente es la tentativa de escape. Algunos perros cavan junto a cercos o muros para intentar salir del terreno, ya sea por curiosidad, ansiedad o búsqueda de pareja. Según Humane World for Animals, también puede ser una forma de llamar la atención, si el perro aprendió que así logra interacción con su familia.
Limitar el acceso a fertilizantes, composteras o áreas tratadas con sustancias olorosas puede reducir el comportamiento, ya que ciertos aromas intensifican el deseo de excavar. Ante casos persistentes, la RSPCA Australia sugiere ofrecer un espacio específico donde el animal pueda cavar sin restricciones, enterrando juguetes o premios para reforzar ese uso positivo.
¿Es común que mi perro haga pozos en el jardín?

De acuerdo con los reportes de American Kennel Club, cavar es un comportamiento sumamente habitual en los perros de todo el mundo, aunque la intensidad varía según componentes genéticos, la edad y el entorno. Muchas razas fueron seleccionadas históricamente para tareas relacionadas con la excavación, como la caza de roedores bajo tierra. Los terriers, por ejemplo, sobresalen por este impulso, según el American Kennel Club.
RSPCA Australia resalta que cualquier perro puede excavar, incluso aunque vea satisfechas sus necesidades básicas. Sin embargo, los factores del entorno influyen en la frecuencia y motivación de la conducta. Los caninos con espacios de recreación limitados, poca compañía o estimulación tenderán a hacerlo más a menudo, mientras que los que cuentan con un ambiente variado, accesible y seguro, pueden limitar la conducta al juego ocasional o la búsqueda de refugio.
La presencia de presas como topos, ratones o insectos puede ser el desencadenante de excavaciones intensas localizadas en puntos estratégicos del jardín, según detalla Humane World for Animals. Ante este contexto, se recomienda revisar el terreno y tomar medidas seguras para evitar la presencia de estos animales, siempre sin recurrir a métodos tóxicos o peligrosos.
Redireccionar la energía de los perros hacia actividades compatibles con su naturaleza, como deportes caninos, sesiones de exploración olfativa y juegos de inteligencia, puede ser beneficioso. Incorporar juguetes interactivos y aumentar los periodos de paseo y ejercicio contribuye a reducir la necesidad de recurrir a los pozos como vía principal de esparcimiento.
Cómo saber si mi perro está estresado o aburrido

Detectar el aburrimiento o el estrés en un perro exige atención a señales conductuales y físicas. El American Kennel Club advierte que “un perro aburrido buscará su propio entretenimiento de formas poco deseadas, como roer muebles, romper objetos o cavar en el jardín”. Entre los síntomas se incluyen la destrucción de objetos, insistencia en llamar la atención, inquietud y vocalizaciones excesivas.
En cuanto al estrés, la organización benéfica de bienestar animal Blue Cross señala signos sutiles como bostezos fuera de contexto, jadeos con la lengua rígida, lamidos de labios, orejas retraídas, pupilas dilatadas o aumento en la frecuencia de movimientos intestinales.
Señales más evidentes pueden ser el decaimiento, el posicionar la cola entre las patas, la tendencia a esconderse, la pérdida de apetito o la aparición de temblores sin causa aparente. “La presencia de ojos muy abiertos —con lo blanco expuesto—, gruñidos, rigidez corporal o mostrar los dientes indican un estado de alerta que puede preceder a un comportamiento defensivo”, sostienen.

Tales comportamientos no siempre derivan del aburrimiento; pueden indicar miedo, frustración o ansiedad. Cambios en la rutina, menos ejercicio o convivencia con miembros de la familia bajo tensión afectan el estado emocional del animal. Para abordar este aumento de estrés, se aconsejan medidas como ofrecer lugares tranquilos y seguros, enriquecer el ambiente, mantener rutinas de ejercicio y evitar reacciones agresivas al corregir conductas.
Si los tutores notan estos signos con regularidad, resulta fundamental consultar con un veterinario o un profesional en comportamiento animal. Identificar y atender las necesidades emocionales y físicas de los perros no solo reduce los pozos en el jardín, sino que mejora su calidad de vida y el vínculo familiar.
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