
Por naturaleza, los gatos son animales menos sociables que otras especies domésticas, como lo pueden ser los perros.
Debido a su instinto cazador, están acostumbrados a morderse entre ellos desde su nacimiento al convivir con sus hermanos de camada, lo que los predispone a seguir desarrollando ese comportamiento cuando son adultos.
Cada gato tiene su personalidad especial que determina el comportamiento y la relación que tiene con su tutor, basada en el afecto y la consideración. Pero puede ocurrir en algunos casos el desarrollo de conductas sorpresivas, como la de morderlos. Los gatos muerden por dos razones principales:

1. Como parte de una secuencia de caza, que incluye acechar la presa, perseguirla, capturarla, morderla, matarla y eventualmente comérsela.
2. Como estrategia de autodefensa cuando se sienten amenazados.
En el primer punto, quedaría claramente explicada la razón de por qué algunos gatos muerden mientras juegan, ya que el juego es un entrenamiento para la vida real. Muchos de los comportamientos propios de juego son parte de dicha secuencia que hace posible la supervivencia en estado silvestre.
Por eso, la mayoría de juguetes para gatos incitan al movimiento y a la caza. Si hemos permitido que el gato mordisquee las manos cuando era cachorro, él interpretará que puede seguir haciéndolo cuando crezca.

Por eso evitar ese comportamiento desde la edad temprana es fundamental para corregirlo, incorporando juguetes que estimulen su instinto cazador sin riesgos. Por ello, es importante educar al gato y enseñarles normas y límites como puede ser la de no morder.
Una situación habitual puede ser el rechazo a un exceso de caricias. Observar al gato puede ayudar a conocer qué tipo de caricias prefiere, en qué momentos y con qué frecuencia. Si cuando lo acariciamos se muestra inquieto o irritable, lo mejor es no continuar tocándolo e ignorarlo, siendo probable que, en un lapso corto, regrese buscando más caricias.
Aunque parezca contradictorio, un gato puede también morder como muestra de cariño y exceso de amor. En esos casos, fijará los dientes suavemente sobre su piel, evitando lastimar. Si cuando era cachorro, no pudo desarrollar este comportamiento vinculándose con sus hermanos y modulando la intensidad de la mordida ( inhibición de la mordida), es factible que no tenga control sobre ella y acabe lastimando.

Por otra parte, los gatos son muy propensos a padecer estrés ante situaciones que no controlan, como por ejemplo los cambios, o la presencia de otros gatos en su territorio que fomentan su inquietud y los lleva al ataque o a la mordida.
Finalmente, es importante que, sea cual sea la razón, si su gato lo muerde, no se debe apartar la mano bruscamente, siendo mucho mejor distraerlo con un juguete y apartarse sin rechazarlo.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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